Infraestructuras

Gavà Mar, en pie de guerra contra más ruido

La asociación de vecinos avisa al Govern de que cambiar el uso de las pistas es una línea roja

José Luis, vecino del barrio de Gavà Mar, mide con un sonómetro el nivel de ruido generado por un avión que acaba de despegar en el aeropuerto de El Prat.
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BarcelonaJosé Luis empieza a hablar, pero a los pocos segundos se detiene. Sólo ha tenido tiempo de decir que es de Gavà Mar "de toda la vida". El motor de un Boeing de dimensiones considerables le ha interrumpido y él aprovecha para bajar de la terraza de su ático para volver a subir deprisa con un objeto entre las manos. Es el sonómetro –"no está homologado", puntualiza– que utilizará durante el resto de la entrevista con el ARA para demostrar que el ruido que se oye en su casa mientras los pasajeros despegan del aeropuerto de El Prat ya excede los límites legales de decibelios.

La propuesta de la Generalitat anunciada el jueves para cambiar la configuración de las pistas durante dos meses en verano, en la franja de 10 ha 14 h, como solución para descongestionar la infraestructura sin afectar a las lagunas, para algunos vecinos de Gavà Mar y Castelldefels supone pisar una línea roja . No quieren repetir la batalla que ya libraron hace dos décadas contra las molestias de los aviones. Aunque el Gobierno plantee insonorizarles las viviendas o directamente comprar los inmuebles afectados. “No pueden decirnos que cuando vinimos a vivir aquí ya sabíamos lo que había”, critica José Luis. Defiende que entonces sus vecinos "eran tres o cuatro campings y un campo de golf" y nadie esperaba que el aeropuerto barcelonés se expandiera al ritmo que lo ha hecho.

Su bloque de los años 70 –donde hay zonas comunes como una piscina o una pista de tenis– está en “la primera trinchera” de los ruidos que genera el aeropuerto: “Estamos a tres kilómetros de la pista, en el mismo eje. Es el peor sitio. Medido por topógrafos, los aviones pasan a 150 metros de altura de aquí”. José Luis también explica que tuvo que tratarse por una depresión que vincula al impacto acústico de El Prat y que sufre por la devaluación económica de su casa. “¿Quién vendrá a comprar esto? No puedes dormir, no puedes mirar la televisión, no puedes hablar”, lamenta. Según el presidente de la Asociación de Vecinos Gavà Mar, Carlos Domènech, el problema es que los datos oficiales hacen una media del ruido que sufren, por lo que sobre el papel no se superan los límites legales de 65 decibelios: "Lo que más impacta sobre la salud son los picos, cuando llega un avión grande y pasas de 0 a 80”.

José Luis rechaza la imagen del barrio como zona de chalés en primera línea de mar para gente acomodada y no entiende que le pidan que se marche del lugar donde vive: “Esta pregunta se la podría hacer todo el mundo. Si te sacan de tu casa, ¿qué pensarías?” También desconfía en que la solución sea insonorizar y “enclaustrar a la gente dentro de cuatro paredes” en los meses de más calor, cuando quisieran disfrutar de los espacios exteriores. “Es incompatible vivir con el ruido que iba a provocar esta propuesta. Aunque sean cuatro horas. Si la administración ya sabía que sucedería esto, no debería haberse dado ninguna licencia para edificar aquí”, reclama José Luis.

Él fue uno de los que ya protestaron cuando se inauguró la pista corta más cercana al mar en el 2004 y los ruidos sobre la zona se dispararon. Entonces la presión vecinal forzó a Aena a acordar la solución actual: una configuración de pistas segregadas, en la que los aviones aterrizan por la larga y despegan por la de la costa e inmediatamente dan un giro hacia el mar para evitar las zonas urbanizadas de Gavà Mar y Castelldefels. Con excepciones, como cuando deben salir algunos aviones mayores o en días con mal tiempo. Lo que plantea la Generalitat, sin embargo, implicaría que durante algunas horas de los dos meses de mayor tráfico en El Prat se volviera al sistema de pistas independientes. Esto haría aumentar el impacto acústico, pero según los técnicos del departamento de Territori siempre dentro de los límites legales de decibelios.

Un avión que ha despegado en el aeropuerto de El Prat sobrevolando un bloque de viviendas en el barrio de Gavà Mar.

El viernes, al día siguiente de que se hiciera pública la propuesta, entre los vecinos que paseaban el perro o hacían un café en la reposada avenida del Mar, todavía había personas que no habían oído hablar de ello. Hace más de veinte años que Imma vive en Gavà Mar y asegura que el zumbido de los aviones nunca le ha parecido preocupante. “Es como si vives en una calle en la que hay mucho bullicio o junto al tren. El aeropuerto ya estaba aquí cuando decidí venir”, dice. Entiende a los vecinos a quienes molestan los ruidos, pero considera que todo depende de la sensibilidad de cada uno. “Quiero pensar que si amplían el espacio aéreo será porque lo necesitan. No creo que nadie haga nada a propósito para tocarnos las narices”, comenta Imma. Mientras ella habla se detiene con la bicicleta Maris, vecina suya ya la que tampoco parece que los despegues y los aterrizajes causen excesivos dolores de cabeza. “Cuando los veo desde la terraza siempre me hace gracia y me pregunto «¿Hacia dónde irá éste?», dice.

Montse también vive desde hace más de 20 años en uno de los bloques de la avenida del Mar, que ya se construyó con un doble cristal grueso para insonorizarlo de los ecos del aeropuerto. “No me afecta demasiado porque como tenemos aire acondicionado no estoy demasiado fuera, y si cierro la ventana no me molesta por ver la tele”, explica. Aún así, no le gustaría que elstatu quo actual cambiara y pasaran más aviones sobre su casa. Opina lo mismo Mar, que no ve la insonorización como una solución eficiente, ya que encima les encarecería la factura de la luz para mantenerse frescos sin abrir las ventanas en verano. "Sabiendo que ahora no hay tanto ruido y se vive bien, no entiendo por qué no mantienen esta línea", razona.

Reunión con la Generalitat

En un encuentro que se prolongó cerca de tres horas, la Asociación de Vecinos Gavà Mar se reunió el viernes por la tarde en el departamento de Territori con la consellera Ester Capella y los técnicos que han trabajado en la propuesta. Su postura es un rechazo sin matices. “Estamos a favor de los espacios naturales, pero nada se me ocurre mejor que el espacio natural que es el hogar de una familia. Para no agredir a uno, no es necesario agredir al otro. Proponemos que no se haga ni lo uno ni lo otro”, pide Carlos Domènech, presidente de la entidad. Asegura que tienen "documentación de sobra" para defender que se pueden implementar otras actuaciones sin alterar la configuración actual de pistas y que aumente el ruido.

Según la asociación de vecinos, en Gavà Mar viven actualmente cerca de 8.000 habitantes de un municipio del Baix Llobregat con una población total de casi 47.500. También existen tres centros educativos: un instituto público, un parvulario y una escuela privada británica. El paisaje inmobiliario del barrio es una mezcla entre algunos bloques de pisos, viviendas unifamiliares, comunidades residenciales con piscina, un único hotel, varios apartamentos turísticos y chiringuitos a pie de playa. La alcaldesa de Gavà, la socialista Gemma Badia, estalló contra la solución de la Generalitat, un clamor al que se sumaron los alcaldes de otras ciudades afectadas como Castelldefels, El Prat de Llobregat y Viladecans.

Por parte de estos vecinos encajados en un oasis entre el mar y el aeropuerto, el aviso no puede ser más contundente. “Que las pistas sean independientes es una línea roja. Si se hace, habrá guerra, demandas y acciones sociales”, espeta Domènech.

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