Reportaje

Cinco años de la pandemia que lo cambió todo

La cóvid-19 ha alterado el funcionamiento de la economía y de las empresas en una crisis que ha constatado la fortaleza del capitalismo

Cinco años de la pandemia de cóvido.
Serafí del Arco
24/11/2024
8 min

A finales de este mes de noviembre hará cinco años de los primeros contagios por el virus del SARS-CoV-2 en un mercado de marisco de la ciudad china de Wuhan. dar lecciones de fragilidad universal y de ineficacia de las fronteras y, para muchos, el confinamiento fue un punto de reflexión sobre el modelo capitalista con nuevos propósitos –como hacemos cada Año Nuevo– y en las que se vislumbraban respuestas más racionales sobre el sistema productivo y el modelo de consumo y de organización social. Hoy, un lustro tras una de las peores pandemias de la historia, y pese al encadenamiento de crisis y los nuevos vientos de proteccionismo, el capitalismo sigue teniendo una mala salud de hierro. El comercio internacional tira –sobre todo el de servicios–, las empresas están saneadas. y las familias, pese al encarecimiento del coste de la vida, compran y viajan más que nunca. Pero el modelo conlleva sobreproducción, exceso de consumo y riesgos medioambientales El problema es que hemos ido encadenando crisis, dice el economista y profesor de la UOC Josep Lladós, algo que nunca había pasado. “Después de la peor respuesta que podría haber hecho Europa a la crisis financiera y cuando nos empezábamos a recuperar, llega la pandemia, estalla la guerra de Ucrania, aumentan las tensiones internacionales... Y todo ello dificulta mucho poder hacer políticas estratégicas y transformaciones sistémicas. Sin embargo, hay algunos cambios en la composición del comercio internacional”. .

El cambio principal es que ha aumentado mucho más el comercio de servicios que el de mercancías. Según datos de la Organización Mundial del Comercio (OMC), mientras que el primero creció un 6,3% entre 2019 y 2023, el de servicios le va más que triplicó y subió un 21%. La ONU Comercio y Desarrollo (la antigua UNCTAD) lo explica por el aumento de servicios asociados a la digitalización y la inteligencia artificial y por la transición energética. El principal motivo de este cambio es China, que “ya lleva años adquiriendo conocimiento y cada vez es menos la fábrica del mundo". "Ahora consume más inputs que antes, muchos de ellos los ha sustituido por proveedores locales y frena el flujo del comercio”, explica Lladós.

Esta terciarización también se está notando en España, donde uno de los pilares del crecimiento económico se ha sustentado en las exportaciones, tanto de mercancías como, sobre todo, de servicios de alto valor añadido, lo que indica el “cambio estructural que vive el sector exterior”, destaca la investigadora principal del Real Instituto Elcano, Judith Arnal. Servicios vinculados a la consultoría general, la digitalización y el software; en la arquitectura; en el marketing... Desde cualquier despacho de Barcelona se puede trabajar para la otra punta del mundo. La economía española es hoy más abierta que hace cinco años: las exportaciones han pasado del 35% en 2019 al 39% en 2023.

El director de economía española de CaixaBank Research, Oriol Aspachs, coincide en el diagnóstico sobre el economía española, de la que alaba la “capacidad de respuesta gracias a la aplicación de los expedientes de regulación de empleo temporal [ERTO] y las líneas de liquidez [créditos ICO], que permitieron amortiguar el impacto y permitir una recuperación más rápida”.

Menos conflictividad y más teletrabajo

Los datos que aporta en este sentido el director de relaciones laborales de Foment del Treball, Javier Ibars, son suficientemente contundentes para ver el impacto de la pandemia y la recuperación posterior. El 2018 fue el año con menor conflictividad de los últimos diez, y las empresas catalanas presentaron 269 expedientes en todas sus modalidades (de extinción, de suspensión de contrato y de reducción de jornada), que afectaron a 5.631 trabajadores. En 2019 se presentaron 403 con una afectación de 5.631 y al año siguiente, el de la pandemia, se dispararon hasta 130.556 expedientes que afectaron a más de un millón de trabajadores –la gran mayoría eran de suspensión –. La curva cayó estrepitosamente al año siguiente (7.466 procedimientos y 107.245 personas afectadas) y los últimos datos disponibles, hasta octubre de este año, muestran una vuelta a la normalidad, con una cifra de 443 expedientes y una afectación superior a los 11.500 empleados.

Un segundo gran cambio de las empresas y del mercado de trabajo es la irrupción del teletrabajo, aunque la curva también ha bajado. Antes de la pandemia, el trabajo en remoto tenía una incidencia minoritaria, con tan sólo un 8% del total de empleados. Durante la pandemia, el porcentaje aumentó drásticamente y alcanzó un pico de hasta el 30% en algunas comunidades, como Madrid. Hoy, con datos del segundo trimestre, el acceso al teletrabajo es del 14,4% (15,2% en Cataluña), según el Instituto Nacional de Estadística (INE), muy por debajo de la media europea, que es del 22,4%. "Aún tenemos muchas posibilidades de mejora", dice Ibars, para quien "el interés por los modelos híbridos, con dos o tres días de teletrabajo a la semana, y la flexibilidad, que permitan una mayor conciliación y mayor bienestar, son la clave de la organización del trabajo. Hacen falta nuevas fórmulas que permitan equilibrar la vida laboral con la personal y que, a la vez, sean fundamentales para la captación y la retención de talento”, que es uno de los quebraderos de cabeza de las empresas catalanas.

El dinamismo del mercado de trabajo gracias a la inmigración es otro gran pilar sobre el que se sustenta el crecimiento de la economía en términos agregados, coinciden Arnal y Aspachs. De hecho, la notable reducción de la temporalidad en el sector privado desde la reforma de 2022 (que ha bajado del 25,7% al 12,3% en el último lustro) y la creación de empleo (nunca había habido tanta gente trabajando en Cataluña y en España) han supuesto un "cambio en el valor que otorgamos al tiempo libre", constata el economista de CaixaBank, que destaca un mayor uso de los permisos y vacaciones y "la reducción de las horas trabajadas por trabajador". Y esto es uno de los factores que explican el "boom del ocio".

El profesor del Iese José Luis Nueno incluso establece una relación entre teletrabajo y turismo. En el libro Todo es terrible, pero yo estoy bien (AECOC), el experto en dirección comercial y marketing explica que el trabajo en remoto ha permitido alargar viajes de negocios para disfrutar de unas vacaciones cortas o extender viajes de placer trabajando a distancia.Carpe diem': exhuberancia consumista

En España, el turismo alcanzó niveles récord en 2023, un año calificado de excepcional en llegadas internacionales, gasto, pernoctaciones y turismo interno. Tras la pandemia, la hostelería ha protagonizado una de las recuperaciones más prodigiosas del consumo. La media diaria de gasto de viaje de vacaciones de los europeos "se sitúa entre los 100 y los 150 euros, y con tendencia a aumentar después de la pandemia", según el economista y profesor Josep-Francesc Valls. Los datos de 2024 han superado las expectativas. Las previsiones son que el PIB turístico crezca un 5% este año y superen los 90 millones de visitas internacionales. El turismo mundial en su conjunto, en cambio, todavía está a cuatro puntos de alcanzar los niveles previos a la pandemia, ronda el 96%, según la ONU Turismo (la antigua Organización Mundial del Turismo). Pero el problema es otro, enfatiza Valls en el reciente libro El efecto stick (Profit Editorial): “Es la sobreexplotación del territorio y del patrimonio” con situaciones de “saturación turística” como las que se ven en Venecia, Canarias, Barcelona o Menorca.

Varios datos macroeconómicos sugieren una paradoja: pese al pronunciado desendeudamiento tanto de las empresas como de las familias, “muy por debajo de la eurozona y de la crisis financiera”, según destacan Aspachs y el director del gabinete de estudios de la Cámara de Barcelona, ​​Joan Ramon Rovira, el nivel de ahorro ha alcanzado niveles récords del 13,4% en el tercer trimestre de este año, cuando la media de los últimos años ronda el 8%. Y especialmente en un período –invierno 2022-2023– en el que costaba llegar a fin de mes, con una inflación sin precedentes a consecuencia de el encarecimiento de la energía y de las materias primas y la subida también de récord de los tipos de interés.

La explicación del profesor Nueno es reveladora: “Para hacer frente al coste de la vida, el consumidor pospandémico, todavía instalado en el carpe decimos, recorta en lo que puede para seguir gastando en lo que quiere”. El share of wallet, que es la porción del gasto total que una persona destina a un producto, aumenta en determinadas categorías, incluso por encima de la inflación, constata el profesor del Iese. Uno de los casos es la moda. Si el confinamiento disparó el comercio de ropa por internet –las ventas online ya representan el 22% de las compras en moda, según la Asociación Retail Textil España–, empresas eminentemente tecnológicas han entrado en la moda con un éxito arrollador.

Shein, por ejemplo, recurre a las redes sociales y la inteligencia artificial para vender moda rápida ultra barata, y en sólo diez años de existencia se ha convertido en la mayor marca de ropa del mundo, la que más crece, la que recibe a más visitantes y la que vende más barato. En la página principal de Shein, los precios de los 50 primeros productos oscilan entre los 6 y 35 euros, hasta el punto de que la Asamblea francesa estableció un impuesto de entre 5 euros y un máximo del 50% del precio final para todas las piezas fast-fashion. En el punto de mira están las cadenas que fabrican ropa con un coste energético alto y que vienen a precios muy baratos. Shein dice, por su parte, que se dirige a la franja más débil de la sociedad.

En el análisis del gasto real en moda que hace Nueno se ve que las marcas más baratas son las que crecen más, junto con las más caras (lujo), lo que evidencia que “la pandemia, el choque en las cadenas de suministro durante la recuperación y la inflación posterior nos han dejado un mundo y consumo más polarizados". El acceso a la vivienda es en gran parte el responsable de la desigualdad y uno de los motivos de la divergencia entre la desigualdad de ingresos y de riqueza, destacan Aspachs y Valls.

Toda esta vorágine consumista facilita la libertad de elección de oferta pero desencadena una serie de riesgos: cada acto de consumo deja una huella medioambiental, advierte el Foro Económico Mundial de Davos. Un informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP) de 2024 cuantifica el desperdicio de alimentos en más de 1.000 millones de toneladas, que representa el 19% de los productos disponibles; el 60% provienen de los hogares; el 12% del comercio al por menor y el 13% de la cadena de suministro.

Del 'just-in-time' al 'just-in-case'

Precisamente este último punto, el de la cadena de suministro, es uno de los riesgos para las empresas, destaca el director de estudios y economía de Foment, Salvador Guillermo, a partir del Observatorio de Riesgos que elabora el Institut Cerdà. El último informe de esta fundación recuerda que la combinación de la pandemia con la aparición de conflictos geopolíticos, la carencia de materias primas y el aumento generalizado de los precios ha generado tensiones en las operaciones de las empresas, hasta el punto de que el 2023 "las cadenas de suministro experimentaron un 40% más de probabilidades de sufrir disrupciones que en 2019".

Para poder mitigar los posibles impactos negativos, las empresas han empezado a rediseñar sus cadenas de suministro buscando más resiliencia y no sólo eficiencia, y pasando de una gestión del inventario just-in-time a una gestión del inventario justo-in-case. “Especialmente las grandes empresas –explica Guillermo– tienen analistas de riesgos para anticipar planes B y ver si se necesitan actuaciones en el presente para evitar interrupciones en la producción”.

Y es que la exposición a nuevas pandemias sigue apareciendo como uno de los principales riesgos, recuerda el Instituto Cerdà a partir de las advertencias de la Organización Mundial de la Salud (OMS): “El mundo no está preparado para hacer frente a una nueva crisis sanitaria global debido a la falta de recursos, liderazgo y coordinación necesaria”.

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