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China planta cara a Trump y anuncia aranceles del 84% para todos los productos de EEUU

Los demás países del sudeste asiático optan por intentar negociar con el gobierno estadounidense rebajas en las tasas

Personas frente a una tienda Apple en Pekín, China
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PekínChina mantiene el pulso a Donald Trump y responde a su guerra comercial con nuevos aranceles del 50% a todas las importaciones estadounidenses, un movimiento que eleva al 84% los aranceles totales que soportarán a partir de ahora todos los artículos procedentes del país americano. El movimiento de Pekín escala el choque comercial entre ambas potencias después de que EEUU impusiera tasas del 104% a los productos chinos en el marco de su nueva política global.

Los expertos calculan que las empresas chinas no pueden asumir una reducción de sus ingresos por encima del 40%, así que la escalada arancelaria ya ha superado lo que puede considerarse un punto de no retorno.

El gigante asiático afirma que adoptará medidas "enérgicas" para defender sus intereses. Asegura tener una batería de medidas que van desde el compromiso del Banco Popular de China (BOC) de inyectar liquidez para estabilizar el mercado hasta impulsar el consumo interno.

El gobierno ha intervenido en los mercados de capitales para reforzar la confianza de los inversores instando a los fondos de inversión soberanos a comprar activos para evitar la caída de las bolsas; incluso numerosas empresas chinas cotizadas han anunciado planes para recomprar sus acciones. También se ha empezado a devaluar al yuan para ganar competitividad.

Xi Jinping también ha pedido fortalecer lazos con los países vecinos con la voluntad de diversificar su mercado, pero sobre todo Pekín está dispuesto a impulsar el consumo interno para absorber la caída de las exportaciones.

La reacción de la 'fábrica' del mundo

Mientras China resiste y se vuelve, los países del sudeste asiático buscan fórmulas para negociar con Estados Unidos una reducción de los aranceles frente a la escasa capacidad para adoptar contramedidas. Los vecinos asiáticos de China buscan diálogo directo y, a lo sumo, se plantean algún tipo de respuesta unitaria de los diez miembros de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático).

El Sudeste Asiático es la región más castigada por los aranceles de Trump, junto con China. En las últimas décadas el desarrollo de la región se ha basado en su productividad y conseguir seguir el rastro del gigante asiático y convertirse en la nueva fábrica del mundo. Son economías muy dependientes de las exportaciones, pero todavía países en desarrollo con escasa capacidad importadora que les deja poco margen para contraatacar. El acceso a materias primas, la apertura de sus mercados a productos estadounidenses en competencia con los locales y la desregularización son lo único que pueden ofrecer.

A pesar de las buenas relaciones que Estados Unidos mantiene con estos países, precisamente para frenar la influencia china, Donald Trump no ha dudado en castigarlos simplemente por su superávit comercial.

Indonesia ya ha anunciado que de momento no tomará ninguna medida de represalia por los aranceles del 32% impuestos por Trump. El gobierno está abierto a aumentar las importaciones estadounidenses de productos agrícolas y minerales, pero sobre todo se abre a flexibilizar la política de Nivel de Componentes Nacionales (TKDN) que afectaba a Apple, ya que obliga a que los teléfonos y tabletas vendidos en Indonesia tengan un 40% de componentes de fabricación local. Indonesia, con 280 millones de habitantes, es uno de los mayores mercados de telefonía del mundo.

Vietnam, Laos y Camboya han recibido el golpe más duro, ya que los nuevos aranceles rondan el 50%. Indirectamente, estas tasas también castigan a Pekín, que lleva tiempo deslocalizando sus fábricas en estos países. El gigante asiático buscaba costes laborales más baratos y sortear los aranceles que se imponen a los productos chinos.

Se calcula que sobre un 15% de las exportaciones vietnamitas a Estados Unidos en realidad provienen de fábricas propiedad de chinos. En Vietnam, destino de producción de muchas marcas estadounidenses como Nike o Adidas, se ha vivido como un terremoto la imposición de tasas del 46%. Hasta ahora las exportaciones a Estados Unidos contribuían a un 23% del PIB del país. El gobierno vietnamita ya ha ofrecido a Trump eliminar los aranceles de forma recíproca entre ambos países, de momento sin éxito.

Pedro Sánchez en Vietnam

Precisamente desde Vietnam el presidente del gobierno español ha hecho un alegato a favor del libre comercio y el multilateralismo asegurando "que nadie gana con las guerras comerciales". Pedro Sánchez realiza un viaje oficial a Vietnam y China preparado desde hace tiempo, pero que se produce en plena crisis arancelaria con Estados Unidos.

El presidente español ha anunciado créditos por valor de 350 millones de euros para apoyar las inversiones españolas en Vietnam y ha firmado acuerdos en materia de agricultura y pesca, cultura y deporte y colaboración en escuelas diplomáticas. En Hanoi, Sánchez destacó que las economías de España y de Vietnam se encuentran entre las más dinámicas del mundo y que los acuerdos permitirán "avanzar hacia una relación estratégica integral".

Curiosamente, Camboya ha sido penalizada con los aranceles más altos, un 49%. En ese pequeño país con una tasa de pobreza del 17,8%, según el Banco Asiático de Desarrollo, la industria textil es el principal empleador. Si se recortan las exportaciones, la economía se resentirá, pero es un aviso en Pekín, ya que aproximadamente la mitad de las empresas exportadoras son de propiedad china.

El Banco Asiático de Desarrollo ha advertido que los aranceles de Trump reducirán el crecimiento de las economías de Asia-Pacífico.

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