Así exprime Amazon a sus trabajadores
Empleados del gigante del comercio online explican la dura política laboral vigente en los almacenes
En una conversación sobre récords mundiales hay muchas posibilidades de que se hable de Jeff Bezos, el empresario norteamericano que controla Amazon. Después de conseguir encabezar el podio de las personas más ricas de 2018, este agosto ha superado su propia marca y ha llegado a acumular 204.600 millones de dólares (más de 172.000 millones de euros). El fundador de Amazon ha cambiado la manera en que consumen millones de personas a través de un negocio basado en la logística y la distribución exprés. EXPRÉS, en mayúsculas, porque Amazon no solo multiplica la riqueza de su propietario, sino también los packagings, las icónicas cajas de cartón de la compañía. El cineasta Ken Loach, en su última película Sorry we missed you, ya dejaba entrever cuál era el ritmo de producción de Amazon. Ricky Turner, el protagonista, tenía que calcular al detalle las horas y los minutos cuando repartía los paquetes por las casas de los clientes. A pesar de que las cámaras de Loach retratan solo los tentáculos exteriores de la empresa, lo que pasa adentro no es muy diferente.
“Amazon no para”, es lo primero que dice un trabajador del centro de Vicálvaro, en Madrid, que prefiere mantener el anonimato. Del almacén salen a lo largo del día entre 20.000 y 30.000 paquetes, a pesar de que durante la pandemia podían ser 60.000. Esto significa que en una hora se producirían 834 paquetes o, lo que es lo mismo, trece cajas por minuto, o una cada cuatro segundos. Teniendo en cuenta que en este caso el centro hace las funciones de etiquetado durante el turno por la noche, que cuenta con entre 40 y 70 trabajadores, “dependiendo del volumen de trabajo”, explica el trabajador, cada uno de ellos puede llegar a etiquetar, como mínimo, 500 paquetes en ocho horas, es decir, 63 paquetes la hora. “Hay un control estadístico pero mientras te muevas dentro del rango que te piden no hay ningún problema”, detalla. Si no se llega -tal como le pasó una vez porque estaba enfermo-, añade, “te dicen que aumentes el ritmo” porque la empresa los controla por radiofrecuencia.
Dentro de los almacenes las tareas son rotativas. “Llegas y hay un mapa de la nave en una pizarra y ahí localizas tu puesto de trabajo”, explica Pedro, que trabajó en Amazon durante la pandemia. “Dora te controla”, bromea el ya exempleado. Es el nombre que ha puesto la plantilla a una agenda electrónica en la que los trabajadores se tienen que registrar a través de un correo y notificar el trabajo que harán. “En Dora se va guardando la velocidad a la que trabajas”, explica. Como si se tratara de una escena orwelliana, el trabajador detalla que hay un mánager, un jefe y unos supervisores que controlan que todo funcione al ritmo que exige la entrada de paquetes por si se tiene que ir más deprisa. Pero esto no afecta a todos los trabajadores del mismo modo. “Las personas nuevas que no están acostumbradas van a un ritmo más lento”, asegura. “Si una persona falla, todo va mal, por eso, si no puedes seguir el ritmo, te acaban echando”, repite.
Andar medio maratón al día es lo que aseguran que hacen los trabajadores. “Físicamente es duro, no por la fuerza, sino por la velocidad”, puntualiza Pedro. Un informe de la organización National Employment Law Project reveló que la mayoría de la plantilla de Amazon en los Estados Unidos tenía lesiones parecidas debido a la velocidad de trabajo. La investigación también apuntaba que algunos trabajadores denunciaban presiones para reincorporarse más deprisa al trabajo. “Te vas desgastando”, lamenta Luis. Trabaja en el centro que Amazon tiene en San Fernando de Henares y forma parte del sindicato CGT. Explica que se tuvo que acabar operando del hombro al cabo de cinco años de estar en el almacén y dice que no es un caso aislado. En este sentido, fuentes de Amazon aseguran al ARA que “investigan cualquier queja que reciben y buscan soluciones”, y defienden un ambiente “seguro y moderno”.
Los almacenes son como campos de fútbol, detalla Luis: “Andas unos dieciocho kilómetros diarios y la gente viene con ropa de deporte. Muchos trabajadores se lesionan las rodillas”, detalla. Algunos de los empleados, con treinta años, se van o directamente les dicen que no pueden trabajar. “El ritmo es tan alto que acabas teniendo unas rodillas de una persona de setenta”, explica. Y apunta que este es uno de los principales problemas, a pesar de que la situación “se ha tranquilizado” con el tiempo. Antes, por ejemplo, controlaban a la plantilla con una cuenta atrás. “Era como si fuera el juego del ratón, tenías diez segundos para llegar al producto siguiente”, dice. Pero la medida se acabó eliminando después de que la plantilla denunciara una “situación de explotación”. El profesor de sociología del trabajo de la Universidad Complutense de Madrid Pablo Calle añade que la dependencia de aparatos electrónicos y de la constante vigilancia también afecta a la vida cotidiana. “Si te pasas ocho horas de tu vida en un sistema productivo así, esto te modela”, apunta.
El centro de San Fernando de Henares es conocido por la empresa por sus reivindicaciones, asegura satisfecho Luis. En 2018 los medios internacionales se hicieron eco de uno de los pocos almacenes que conseguían parar la producción tres días. El motivo, una negociación truncada sobre el convenio laboral propio. Después de que hubiera caducado, la empresa impuso el convenio sectorial de logística y paquetería de la Comunidad de Madrid, que era “mucho más precario”. De hecho, la manga ancha a la hora de anular los convenios propios es uno de los puntos que el gobierno español tiene intención de corregir de la reforma laboral aprobada por el PP.
“En los Estados Unidos se enfadaron mucho. No entienden por qué un sindicato te puede parar un centro”, asegura el empleado, que añade que la multinacional no lleva bien la ley española. En este sentido, el abogado especialista en derecho laboral y miembro de La Red Jurídica Juan Rubio explica que los derechos laborales de los Estados Unidos son mucho más liberales. “Sería parecido a un derecho civil, todo mucho más libre”. Mientras que en Europa la normativa es mucho más protectora porque se entiende que es una relación desigual y, por lo tanto, se legisla amparando al más débil. “Es el modelo de España y de los países del entorno”, reflexiona Rubio. Con todo, avisa de que las últimas reformas han significado pasos atrás y de que los derechos de los trabajadores se han ido debilitando. En la misma línea se pronuncia el sindicato CCOO de Amazon. Asegura que la compañía busca la manera de complicar la entrada de los sindicatos y que estos hagan de puente. “A los trabajadores les hablan como si fueran asociados que forman parte de la empresa, como si tuvieran acciones o beneficios, pero en realidad son solo empleados”, explican desde CCOO, que acusa al gigante empresarial de intentar implementar una cultura laboral norteamericana. Desde Amazon aseguran que “hay facilidades para comunicarse directamente con el equipo directivo”. Fuentes de la empresa apuntan al ARA que “respetan” la decisión de unirse a un sindicato.
A su vez, el experto de la UCM dice que es una retórica discursiva que quiere disfrazar las relaciones laborales. Sobre el funcionamiento de Amazon, añade, los Estados Unidos fueron el laboratorio en 40 de estas formas de trabajo, que en la década de los 90 cambiaron al eje pacífico con Japón llevando la voz cantante. “Viven de la rapidez de la entrega y de adecuar la capacidad de trabajo que necesitan al momento justo”, reflexiona. Para Calle, este último aspecto se suma a los cambios estructurales como son las nuevas formas de consumo y la transformación laboral de los últimos años.
Las empresas de trabajo temporal (ETT) forman parte del gigante norteamericano. De hecho, en todos los centros hay una amplia cantidad de personal subcontratado, coinciden todos los trabajadores entrevistados. Son los llamados green, mientras que los fijos son los blue. Tienen contratos semanales que, dependiendo de la productividad y de la capacidad, se van renovando. La subcontratación sin límites ha llevado al sindicato CCOO a denunciar al gigante norteamericano a Inspección de Trabajo. En una ocasión se acabó dictaminando que en el centro de Getafe la plantilla con ETT superaba el 25%, contrario a lo que recogía el convenio. Para el abogado de La Red Jurídica, esto también afecta a la organización sindical porque el uso de las ETT comporta un regalo involuntario para la empresa: “Le permite decir: «Estos trabajadores no son míos»”, lamenta.