En Casa Fèlix, más de mil colores de hilos
Los profesionales de la sastrería tenían en el establecimiento todo un referente de compra de la materia prima
El primer día que Casa Fèlix reabrió, después de las semanas más duras y restrictivas de la pandemia, Antoni Alcalà había dicho a David, que trabajaba con él, que no hacía falta que viniera. Esperaba un día tranquilo, sin estrés, un punto de partida incierto de lo que entonces se llamó "la nueva normalidad". Poco rato después de abrir ya tuvo que llamarle para que fuera enseguida. Había cola en la calle y no daba abasto. El gremio de las mercerías fue, junto con el pan, las tartas —de hecho, la cocina en general— y el bricolaje, uno de los más "beneficiados" por el confinamiento forzoso en casa. Mucha gente se animó con las llamadas labores: coser, hacerse la propia ropa, media, punto de cruz, etcétera.
Las pocas mercerías físicas que quedan se vieron beneficiadas. Es un gusto entrar en Casa Fèlix, en la céntrica plaza de la Villa de Madrid, en pleno corazón de Ciutat Vella, barrio que todavía conserva contadísimos comercios de este tipo. Un "de toda la vida" de manual. Los cajones de madera llenos de ropas, cremalleras y forros. El mueble de los hilos, ese inconfundible Pantone de colores que tanto asociamos con las mercerías. El señor Josep Padullés me cuenta que fueron la primera de Barcelona en tener uno. Es el hijo de uno de los fundadores, Valentí Padullés, que asociado con Fèlix Maeztu —que dio nombre al negocio— abrieron, en 1939, en la calle Currívia, hoy desaparecido, tragado hace ya muchos años por la avenida de la Catedral. En 1949 se trasladaron a la calle dels Arcs, muy cerca del anterior local. Y desde 2003 están en el emplazamiento actual.
Josep pasó allí toda su vida, desde adolescente. Y conserva una memoria prodigiosa. Ya hace años que se jubiló, pero no es raro verlo por allá de vez en cuando. ¡Imposible adivinar que ya tiene 96 años! Antoni Alcalà entró a trabajar a los catorce y se convirtió en propietario cuando Josep se retiró. Hoy, desde hace algo más de dos años, es David Estaciones quien comanda la nave. Resulta curioso que el único relevo familiar que ha tenido Casa Fèlix haya sido el de Josep junto a su padre. Después, ambas sucesiones han sido profesionales al 100%, marcadas por el aprecio por el trabajo y la conexión emocional con el negocio.
¿Cuál es, desde siempre, la especialidad del negocio? Los forros de ropa. Las prendas interiores de las prendas de vestir. Al principio, muy enfocado en la sastrería. O sea, a vestir a los hombres. El forro del bolsillo y de las mangas, entretelas, cremalleras, botones... Los profesionales de la sastrería tenían en Casa Fèlix todo un referente de compra de la materia prima. Había que disponer del máximo de oferta de materiales y de colores. Han llegado a disponer de más de cien colores tan sólo en forros. Con el paso de los años, han tenido que adaptarse sucesivamente a los nuevos tiempos. Primero con boom de la modistería –la confección de ropa para mujer– cuando la sastrería iba algo de baja. Y, desde siempre, con las labores, o sea con el arte de coser en casa, una ocupación fundamental que todavía hoy tiene una salud más que aceptable. Existe el inevitable relevo generacional y la clientela se ha ido envejeciendo y desapareciendo, pero los nuevos tiempos no han arrinconado las ganas de la gente de confeccionar su propia ropa. Internet está lleno de tutoriales y creadores de contenidos que tratan de inculcar el gusto por este universo de creatividad. Y qué decir de programas televisivos como Maestros de la costura, ¡claro! ¿Gente joven que borda? Por supuesto que sí.
La clientela habitual está formada, casi al 100%, por los barceloneses. No del barrio, por supuesto, porque los vecinos casi ya han desaparecido. Pero la ciudad sigue proveyendo de clientes el negocio. ¿Turistas? Irrisorio. Entran, miran, hacen fotos y se van. "Ve a Casa Fèlix: si allí no lo encuentras, no hace falta que busques más" es una frase recurrente que se han ganado a pulso, a base de trabajo y de voluntad exhaustiva. ¡Con el boom del punto de cruz, llegaron a tener mil colores de hilos diferentes! La Escuela de la Mujer propone, cada año desde hace muchos, cursos de costura. Y todos los matriculados compran en Casa Fèlix el lote de las ropas, los hilos y todo lo necesario. Es una fidelización que no falla.
¿Cuál es el secreto de la mercería? Como en tantos otros oficios de tendero, la paciencia. En esto coinciden los tres, Josep, Antoni y David. La paciencia y la psicología. Saber aconsejar y no engañar. Saber decir un "lo que usted quiere no es lo que necesita". "Es mejor perder la venta que perder al cliente". "Somos una rara ancianos, una curiosidad", reflexiona Josep.