Quien compra un bolígrafo en Canut quiere un buen bolígrafo
El negocio abrió en 1916 con el nombre El Bazar de los Estudios
BarcelonaPocos comercios poseen el poder hipnotizador de la papelería. Y Canut, en la esquina de Consell de Cent con Girona, es droga dura. Desde 1916 al servicio de la casa, el despacho, la oficina y la escuela. Te pones a enumerar y la lista se hace eterna: bolígrafos, lápices, cinta adhesiva, grapas, cuadernos, archivadores, agendas, cartulinas, pegamento, papel de regalo, folios, fluorescentes, sobres, felicitaciones, post-its, típico, libretas... De todo y mucha variedad para elegir. Y añadimos también material informático (cables, ratones...), tinta para la impresora, servicio de fotocopias, encuadernación, impresiones exprés, escaneado y una interesante y cuidada variedad de novedades editoriales.
"Perdona, Mercedes, no tendrías en absoluto La isla misteriosa de Julio Verne de la editorial Molino?" Y Mercè lo mira en el ordenador: "Te lo pido y mañana lo tienes." Caram, qué eficacia. de ir hasta La Casa del Llibre y comprarlo enseguida. No tienen prisa y así ponen el grano de arena en el comercio de toda la vida, de barrio, de proximidad. Dile cómo quieras.
Desde 1916 está de pie la papelería. De cuando el abuelo de Mercè, Josep Canut, la abrió con el nombre de El Bazar de los Estudios y se especializó enseguida en el negocio de la imprenta. Por aquel entonces, aquella zona del Eixample acogía a bastante empresa textil que requería los servicios de imprenta y papelería: material de oficina, libros de contabilidad, albaranes, tinta para los sellos de goma... "Un boom", dice Mercè, que lo tiene claro. Su padre –Enric Canut– y su tío continuaron el negocio y cogieron otro local por delante que acogía la imprenta. Entre 1978 y 1988, un impasse importante: la papelería se traspasó, pero los nuevos propietarios no lo logran y convencen a Enric para volver a hacerse cargo, pero esta vez ya en manos de Mercè, que con 25 años se decidió a ponerse a la cabeza. ¡Y hasta hoy! Desde hace veinte años, con la imprescindible compañía de Jordi, su marido.
No deja de entrar gente. Un ritmo trepidante. "El negocio funciona bien, pero también es muy sacrificado, debe gustarte, tienes que disfrutarlo: si no, estás perdido". Pues sí, estar de cara al público es exigente, lo sabe todo el mundo y no cabe duda de que en Can Canut disfrutan. Con tan sólo tres cuartos de hora de parar la oreja, ya ha entrado un cliente habitual a ponerlos al día de la operación de un familiar y una vecina que pregunta a Mercè cómo se encuentra del malestar que tuvo el día antes. Además del barrio, están los pasavolantes, los de la compra casual, los turistas del paseo de Gràcia atraídos por la supuesta pacificación de la calle Consell de Cent.
Mercè lo tiene claro: más de un año de obras han cambiado la fisonomía del entorno y también las costumbres de una parte de la clientela fiel. Ahora hay clientes de fuera de Barcelona que han dejado de ir a causa de las restricciones de tráfico. A cambio, se ha potenciado el comprador compulsivo que compensa al turista que sólo entra a mirar. "La venta personalizada y el asesoramiento son una marca propia que el cliente de toda la vida agradece y que le mantiene fiel". ¿Otra fidelidad? La de la escuela cercana que les confía la venta de las lecturas que los alumnos hacen a los distintos cursos.
Son tres trabajadores y cuentan con la ayuda de una de sus hijas –que es maestra– en momentos puntuales, sobre todo cuando llegan las campañas de venta fuerte: la campaña escolar (finales de agosto y principios de septiembre), la del cambio de agenda para el año siguiente (octubre-noviembre), Navidad (felicitaciones y regalos), enero (oficinas) y Sant Jordi. No dejan de reciclarse y aprender, estar al día de las nuevas tecnologías, las redes sociales para la promoción del negocio y las novedades que aparecen en el mercado. ¿Cuál es el producto talismán? Duele decir. ¿Quizás la agenda? Un objeto muy especial, muy íntimo y cuidado, muy preciado para quien lo tiene. ¿O podríamos quedarnos con el bolígrafo? Quien entra en Canut a comprar un bolígrafo es porque quiere que sea un buen bolígrafo. Si no, iría a un bazar. ¿Un bolígrafo para tomar notas? ¿Para hacer versos? ¿Para corregir exámenes? ¿Para escribir a mano un libro? ¿Para tener al lado del teléfono? Vete a saber.
"Quiero un libro, pero no sé cuál", dice una clienta. Y sale a mirar el escaparate. "Mucha gente me dice que hemos acertado con la recomendación y nos compra otro". Óleo en una lámpara.