COMERCIO

Cruzada en las redes para salvar el primer videoclub de España

Video Instan abrió hace 38 años y ahora pone en marcha un micromecenazgo en Ulule para financiar su reconversión a centro cinéfilo con cafetería y proyecciones

Paula Solanas
4 min
Cruzada en las redes para salvar el primer videoclub de España

Las plataformas de vídeo en streaming han eclipsado un hábito que en la década de los 80 y los 90 era el equivalente al binomio peli manta: el videoclub. Algunos de estos negocios aún resisten al embate de la tecnología y algunos, como Video Instan, buscan renovarse para sobrevivir. La familia Despares, una pareja de cinéfilos, fueron los fundadores hace 38 años de lo que presume de ser el primer videoclub en España. “Salieron las primeras películas en VHS, pero no había sitio donde alquilarlas, así que abrieron el videoclub a ver qué pasaba”, explica Aurora, su hija, que es quien lleva ahora el local. "La pasión les llevó al negocio", añade. El hecho es que Video Instan -que también se dedica a hacer de mayorista en la compra de films para otros videoclubs- se ha dedicado en estas casi cuatro décadas a cuidar de una colección de casi 45.000 películas, muchas de las cuales todavía conservan en VHS.

El primer local lo instalaron en la calle Comerç de Barcelona, ​​pero con el éxito se trasladaron al año siguiente al Eixample barcelonés. Concretamente, en la calle Enric Granados. Éste es el espacio que Video Instan se verá obligado a abandonar pronto, ya que la propiedad del edificio ha decidido subir el precio del alquiler, que es "inasumible" para Despares. Por eso el videoclub ha puesto en marcha una campaña de micromecenazgo para conseguir 35.000 euros y abrir otro negocio con el mismo nombre, pero con un concepto más amplio. "Queremos ser un punto de encuentro para el cine en Barcelona", dice la propietaria. Así pues, la idea es que el nuevo Video Instan sea también una cafetería y un pequeño cine con 32 butacas para proyecciones de todo tipo. “No se trata de mostrar sólo cine independiente o en versión original, queremos que los abuelos y abuelas del barrio también puedan ver Casablanca ”, explica Despares. Además, quiere conservar su negocio original y seguir alquilando las películas de la colección a la clientela.

“Debemos dar un valor añadido al acto de ir a buscar una película y que sea una experiencia”, razona Despares. Según la propietaria de Video Insta, este modelo se llama el tercer espacio y ya funciona en países como Alemania y Reino Unido. Esta barcelonesa empezó a compartir este proyecto en las redes y la plataforma de crowdfunding Ulule se puso en contacto con él para proponerle arrancar una campaña. “Una de las responsables es muy cinéfila y ya vi que habría feelin g”, afirma. Hasta el viernes la campaña para dar la vuelta al Video Instan había recaudado más de 9.500 euros y se acerca al 30% de su objetivo cuando aún falta más de un mes para la fecha límite.

Para dar un empujón a la campaña, Video Instan también ha tirado de los apoyos de los cinéfilos más conocidos: actores, directores y productores de cine, que han contribuido en las recompensas del micromecentaje. Por ejemplo, con las contribuciones se puede asistir a una proyección privada con coloquio de la película 10.000 km con el director Carlos Marcas-Marcet y el actor David Verdaguer o deslizarse en un rodaje de Dani de la Orden. "También se puede apadrinar una de las butacas del cine", recuerda Despares. De momento ya tres llevarán escritos los nombres de clientes históricos o entidades como una escuela de cine de la ciudad. Aparte del micromecentaje con Ulule, la emprendedora también ha pedido un préstamo personal para realizar las reformas que necesita el nuevo local. Además, está cursando un programa de emprendeduría para sacar adelante el negocio.

Aunque las plataformas como Netflix y la HBO se han comido gran parte de su negocio, Despares no las culpa. "Somos diferentes pero tenemos la misma finalidad", dice. El videoclub, de hecho, ha llegado a un acuerdo con el servicio catalán de vídeo en streaming Filmen para que una de las recompensas sea una suscripción de cuatro meses en la plataforma. Sin embargo, defiende que el videoclub sigue teniendo una ventaja competitiva respecto a estos gigantes: el surtido. "Los que tiene sólo una plataforma no puede escoger, está atrapados en lo que le ofrecen", asegura. Según recuerda, muchos clientes iban al local buscando la cuarta temporada de la serie Juego de truenos porque durante un tiempo no estaba disponible. “Aquí la encontrarás hoy y en un año”, dice Despares.

El auge de la piratería fue la primera estocada para los videoclubs, que pasaron de ser miles en todo el Estado a unos pocos cientos. Para el Video Instan, la renovación del negocio también puede ser un incentivo para dejar atrás las pérdidas (de apenas 300 euros en el 2016) y mejorar las cuentas. Sin embargo, el futuro del sector depende de la supervivencia de otro elemento: el DVD. Despares cree que este apoyo aún no puede darse por muerto y que la bajada de costes de fabricación de los últimos años ha animado a las distribuidoras. Sin embargo, el Video Instan no se moverá muy lejos. Renacerá en el Eixample, en la calle Viladomat con Provença. "Cerraremos sólo cuatro días para hacer el traslado", asegura Despares. En el antiguo videoclub abrirá un restaurante antes de que acabe el año.

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