De toda la vida

¿Dónde hacerme un traje de gigante, de danza o casteller?

El negocio Almacenes del Pilar se encuentra en plena Ciutat Vella rodeado de comercios dirigidos a los turistas

Almacenes del Pilar en la calle de la Boqueria.
17/07/2025
3 min

Llama la atención. Mucho. Almacenes del Pilar, en la calle Boqueria 43, en plena Ciutat Vella, es una anomalía. Una gozosa anomalía. Hay mucha gente que entra casi como quien entra en un museo, como quien se deja seducir por lo extraño, por el raro, por el disidente. "Oh, ¿y qué vendéis aquí?", "¿Es una tienda esto?" Claro, en medio del territorio comanche del comercio repetido, de la fotocopia, de las casas de carcasas, de las heladerías clónicas, de los suvenires tronados, del turisteo desbocado, destaca un comercio antiguo, con el mobiliario de época, la cartelería vieja y los estantes llenos de ropas y cajas. De rollos de ropa para confección, de mantillas, de ropa tradicional. También hay un escaparate de abanicos, uno de guantes y uno de bisutería variada. Que son las cosas que puede comprar el paseante, el cliente esporádico, el turista que compra un recuerdo. Cliente de barrio hace tiempo que no hay. Por la sencilla razón de que hace tiempo que no existen barrio ni vecinos. ¿Y entonces cuál es la esencia de Almacenes del Pilar?

Almacenes del Pilar en la calle Boqueria de Barcelona.
Unas blondas de tela expuestas en la mercería.

Pues la esencia me la explica Glòria Vives, la actual propietaria del negocio, cuarta generación familiar desde que el señor Alejandro Pitarque, su tío bisabuelo, tomó las riendas en 1913 cuando vio que el local –abierto en 1886– estaba. La esencia es la confección textil al servicio de las tradiciones y la cultura. Es la especialización que han cultivado a lo largo de los años y el ADN que hoy les define como comercio singular y diferencial. Las bandadas y pandillas de bastoneros, castellers, danzantes y gigantes son sus clientes preferentes. Pero también prestan servicio si conviene vestidos de flamenco, castañeras y vestimenta de fiestas señaladas como la Semana Santa, la venida de los Reyes Magos y los Carnavales. Trabajan con modistas y bordadores propios y, por tanto, pueden adaptarse a las demandas y necesidades de los clientes. "Antes, hace muchos años, el pasavolante sí entraba y compraba, pero hace ya tiempo que nuestro único camino viable era la especialización", recalca Gloria.

¿Clientes fieles? Pues los gigantes del Pi, por ejemplo. Y los carnavales de Vilanova, la Colla Jove de Barcelona, los Castellers de L'Hospitalet, Gavà, Cornellà y Badalona. Y tantos otros. Inicialmente la tienda ocupaba las dos plantas. Hoy, se termina en mitad del local. "Podríamos no tener el local abierto al público, ¡pero nos gusta mantenerlo! Hemos vivido el comercio de esta manera, lo hemos hecho crecer y lo hemos asimilado así, nos costaría hacerlo de otra manera". Atender a la gente frente a frente, aconsejar, el trato personalizado, valores que tienden a no puntuar mucho en el comercio moderno, pero que siempre los han caracterizado a ellos y son irrenunciables. "Atender a alguien no es necesariamente sinónimo de venderle nada", destaca. Pero es un ritual que el comerciante y el tendero por naturaleza tienen como marca de fábrica. Cuidar la atención rodeados de tiendas iguales que tanto les vende churros como camisetas o tangas del I Love Barcelona.

Almacenes del Pilar en la calle de la Boqueria Barcelona.
Tubos de telas de la tienda.

Todo el mobiliario, reiterémoslo, de Almacenes del Pilar es de época, las estanterías de madera, las puertas de la entrada, los escaparates, la escalera de caracol y los carteles de la fachada. Son un oasis de personalidad incrustada en la piedra desgastada y pervertida de Ciutat Vella. ¿Y todavía hace nuevos clientes o todos pertenecen a la cartera de los fieles? "¡Aún lo hacemos!" Caram pues interesante que surjan colectivos implicados en la tradición y la cultura que quieren mantenerla, potenciarla e incluso recuperarla. ¿Ejemplos? Pues el pubillaje de Calafell y el grupo de castellers Agrietats del Eixample.

La anterior generación, personalizada en la Asunción Cabedo –la madre de Gloria– todavía está también al pie del cañón, aunque algo más retirada que hace unos años. El local es de alquiler y mantiene una relación cordial y de respeto mutuo con la propiedad, lo que les ha permitido alcanzar la continuidad y las esencias del negocio. Más de un siglo al servicio de la confección de toda su vida. Antes mucha gente compraba la ropa a metros y cosía en casa todo lo que necesitaba. Esto se terminó con la institucionalización de la fabricación en serie. Aún quedan reductos que funcionan, que ofrecen servicios singulares que ojalá no se vayan nunca.

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