Macroeconomía

El FMI confirma el crecimiento económico de España, que triplica el de la zona euro

El organismo pronostica un repunte del 2,5% del PIB español pero una mejora "débil", del 3%, de la economía global

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Camarero en una playa de la Barceloneta

WashingtonEl Fondo Monetario Internacional (FMI) da alas al mensaje que el presidente español, Pedro Sánchez, ha repetido más en campaña: la economía española está en buen estado de salud. En su último informe, el organismo constata que los países del sur de Europa se están reactivando más rápidamente de lo esperado y mejora sus previsiones muy por encima de la eurozona y el mundo. Especialmente España, que gracias al mantenimiento de un sector de servicios y un turismo "fuertes" se espera que crezca hasta un 2,5% en 2023, casi el triple que la estimación de la zona euro (0,9%), con lo que se convertirá en el país desarrollado que más crezca durante este año.

Así, hace buenos los presagios del ejecutivo español, ante los reproches de la derecha y la ultraderecha, que aseguraban que España es el país que menos ha crecido en el conjunto de la OCDE. El dato se suma a la mejora de las perspectivas anunciada por otros organismos, como la Comisión Europea, que previó en mayo un crecimiento del 1,9%, y la OCDE, que lo situó el pasado mes en el 2,1%. El ministerio de Asuntos Económicos se congratula por los resultados conseguidos "en un entorno internacional de incertidumbre" por la persistencia de la inflación, la guerra de Ucrania y la crisis bancaria de marzo.

Por su parte, el FMI prevé un crecimiento más moderado para Italia (8,0%) y Francia 0,1%. En contraposición, el organismo destaca una revisión a la baja de Alemania, que decrecerá un 0,3% en 2023 por su "debilidad en la manufactura y la contracción económica del primer cuatrimestre".

Un crecimiento "débil" de la economía global

Estas previsiones para España suponen una mejora de un punto respecto al último informe del FMI, publicado en abril, que empeoraba las perspectivas globales por la crisis bancaria, desatada por la caída de Silicon Valley Bank y Credit Suisse, y el problema del techo de deuda en Estados Unidos, que puso al país junto a la suspensión de pagos. "La acción de las autoridades para contener la turbulencia redujo los riesgos inmediatos para el sector financiero", asegura el informe, lo que llevó al organismo a presagiar un crecimiento para la economía global ligeramente mayor este año, del 3%, 0,2 puntos por encima del pronóstico de abril.

Sin embargo, alerta de que este repunte sigue siendo "débil según los estándares históricos", ya que aún se encuentra muy por debajo del crecimiento de los últimos 20 años, en los que la economía creció un 3,8% anual. Además, asegura que el riesgo de una crisis bancaria no se ha desvanecido del todo, ahora que los bancos centrales se disponen de nuevo a aumentar los tipos de interés, después de un año de agresivas subidas para contener la inflación.

La inflación persiste

Los precios del consumo siguen elevados, pese a que su crecimiento se ha relajado en el último año gracias al "descenso sustancial" de la energía y la alimentación tras los picos del 2022. Pero la inflación subyacente, que excluye a estos dos grupos, sigue siendo muy elevada y dificulta que se relaje la economía. A escala global, el FMI prevé que la inflación se reducirá de la media del 8,7% del año pasado al 6,8% a finales de 2023 y que seguirá cayendo hasta el 5,2% de cara a 2024. En caso de cumplirse este pronóstico, la inflación seguiría muy elevada en comparación con los niveles previos a la pandemia, del 3,5%.

Entre los motivos que explican esta persistencia de la inflación pronosticada por el FMI existe el aumento de precios básicos provocado por las temperaturas extremas del fenómeno meteorológico de El Niño, la intensificación de la guerra de Ucrania y la reciente suspensión del pacto de exportación de cereales por el mar Negro por parte de Rusia. De hecho, el FMI asegura que si no se logra que el grano salga de Ucrania, el maíz y el trigo podrían encarecerse entre un 10% y un 15%.

Para luchar contra la inflación, el FMI, con sede en Washington, pide a los bancos centrales que sigan aumentando los tipos de interés, una decisión que se espera que tome mañana la Reserva Federal, después de la tregua que dio el mes pasado al encarecimiento histórico del precio del dinero. Pese a que reconoce que esto podría provocar una nueva crisis bancaria como la vivida este año, insiste en que será necesario dado que "la prioridad sigue siendo conseguir una desinflación sostenida mientras se garantiza la estabilidad financiera".

De cara al 2024, el informe da por hecho que los bancos centrales darán marcha atrás en su política monetaria estricta y empezarán a bajar los tipos de interés, lo que esperan que reactive la concesión de crédito, que ven restringida por los elevados precios.

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