La modélica política de vivienda de Viena deja fuera a los más pobres
La capital austríaca tiene un exitoso sistema de protección oficial, pero limita su acceso a inmigrantes y trabajadores precarios
BarcelonaViena, la capital de Austria, aparece a menudo en lo alto de los rankings mundiales de las ciudades con mejor calidad de vida para sus habitantes. Una de las razones que explica esta buena calidad de vida es la política de vivienda del Ayuntamiento, basada en el control de los alquileres y en una elevada cantidad de pisos de protección oficial. Sin embargo, el sistema, iniciado hace aproximadamente un siglo, ha quedado en parte desfasado, puesto que quedan fuera las capas más pobres de la población y favorece, sobre todo, las clases medias, según explica el semanario británico The Economist.
El modelo de vivienda es el gran legado de la Viena Roja, el período después de la Primera Guerra Mundial en que un ayuntamiento socialista invirtió fuertemente en la construcción de vivienda de carácter social para la población trabajadora de la ciudad. Este modelo se ha ido manteniendo hasta la actualidad y explica por qué, en una ciudad de unos dos millones de habitantes con sueldos notablemente más altos que en Cataluña, alquilar una casa de 80 metros cuadrados con jardín apenas 900 euros al mes. El ayuntamiento se encarga de controlar el precio de los alquileres para que varíen muy poco a lo largo de los años.
El modelo está extendido por todo el municipio hasta el punto de que un 60% de los vieneses viven en viviendas "sociales". El sistema también permite que, una vez se entra a vivir en un piso, se pueda mantener de por vida con facilidad. Además, aunque suelen ser bastante pequeñas, las viviendas tienen buenos servicios comunes: lavanderías, jardines, patios, guarderías e incluso piscinas comunitarias o acceso a lagos artificiales. Mientras que en Londres el 86% de la población destina más de una cuarta parte de sus ingresos a la vivienda (incluyendo electricidad y gas), y en París este porcentaje es del 67%, en Viena cae hasta el 44%, según datos recogidos por The Economist. La mayoría de los vieneses pueden independizarse con 20 y pocos años.
Los más pobres quedan fuera
En total, el consistorio vienés controla unas 220.000 viviendas sociales, que pueden ser desde grandes bloques de pisos construidos en los años 20 hasta vivienda más moderna. Aun así, un 20% de la ciudad son "asociaciones de vivienda con beneficios limitados", entidades privadas reguladas por la administración para ofrecer vivienda asequible. Un impuesto nacional del 1% que pagan a medias empresas y trabajadores sirve para financiar parte de sus costes.
En total, un 80% de la población vienesa cumple los requisitos para acceder a algún tipo de vivienda con alquiler limitado. Por ejemplo, cualquier persona que viva sola y gane menos de 57.600 euros anuales netos ya puede acceder a ella, mientras que una pareja con dos hijos debe acreditar ingresos inferiores a los 100.000 euros netos al año, según The Economist.
Esto hace pensar que el sistema sólo quedan fuera del sistema las familias más ricas, pero existen otros criterios que tienen un efecto justo contrario. Para calificar para una vivienda social, es necesario demostrar que antes se ha vivido dos años en la misma residencia en el municipio de Viena. Además, es necesario ser ciudadano de un estado de la Unión Europea. Estas dos demandas dejan fuera a una parte del 34% de los habitantes de la capital que no tienen pasaporte austríaco, sobre todo inmigrantes provenientes de países extracomunitarios. También excluye a gente que acaba de llegar de otras partes del país o de la UE y que todavía busca trabajo.
Asimismo, debe demostrarse que se cuenta con una fuente de ingresos regular, lo que descalifica a las personas que tienen trabajos temporales o precarios. Además, muchas de estas viviendas sociales gestionadas por asociaciones privadas piden una fianza para entrar a vivir, lo que favorece a las familias con ahorros y perjudica a las que viven más al día.