Jaume Alonso-Cuevillas: "Ser mediático acaba suponiendo un coste para el despacho"
El político y abogado repasa su trayectoria profesional y su relación con el dinero

Abogado, catedrático, político, economista. Pero, por encima de todo, Jaume Alonso-Cuevillas es un jurista apasionado y, siguiendo la tradición familiar de su padre, tíos y hermanos, estudió derecho. Empezó a trabajar en un almacén de repuestos de coches ya los 16 años, con el dinero que había ganado, se compró una avispa: "Costó 36.000 pesetas (216 euros), me pareció carísima", recuerda en declaraciones alEmpresas.
Con 35 años Alonso-Cuevillas fue el decano más joven del Ilustre Colegio de Abogados de Barcelona. Impulsó la aprobación del Código de la Abogacía Catalana liberalizando la profesión en diferentes ámbitos y fue el promotor del escudo a la toga que llevan a los abogados hoy en día a los juicios: "No sólo se ha consolidado en el colegio de Barcelona, sino que lo han copiado todos los colegios de España".
En este sentido, creó comisiones que fueron pioneras: "Recuerdo que en Madrid todo el mundo se jodía de mí y ahora todos o casi todos los colegios de abogados de España las tienen". "Pudimos dejar pequeñas huellas de cosas que se han mantenido y de las que estoy muy orgulloso", asegura el decano emérito, un cargo no remunerado.
Alonso-Cuevillas era conocido sólo dentro de la profesión, hasta que recibió una llamada para defender al gobierno de Cataluña en los asuntos jurídicos del Proceso. Consciente de que le "cambiaría la vida" aceptó haciendo una defensa "técnico-profesional". Según explica, en esos años llegó a la conclusión de que se utilizaba el derecho "como herramienta para la represión de la disidencia". Tras declinar diferentes propuestas, entró en la candidatura de Junts per Catalunya en el 2019: "Me acaba convenciendo Lluís Llach, que no es ni de Junts". Fue diputado en el Senado en Madrid y, más adelante, diputado en el Parlament de Catalunya.
"El primer año que fui notoriamente conocido, miré la facturación del despacho y los cuatro o cinco asuntos más importantes eran de clientes claramente no independentistas", asegura, y añade que la carrera política y el hecho de ser mediático "acaban suponiendo un coste importante para el despacho". "Yo en el despacho tengo una urna, y los clientes me dicen "Políticamente serás lo que quieras, pero me consta que eres un buen abogado". Y, en cambio, la gente con la que podría tener sintonía política me dicen "A usted no le molestamos, que hay que salvar al país"".
En cuanto a su remuneración, asegura que ser catedrático es plenamente vocacional: "Para mí, el dinero nunca ha sido una gran preocupación, porque si no no habría «perdido el tiempo», como dice un buen amigo, y habría dedicado todas las horas a trabajar en mi empresa". De hecho, asegura que todos los cargos que ha asumido son con vocación de servicio público y carecen de rentabilidad. También es el caso de los libros que escribe: "La última liquidación que he recibido de derechos de autor de una docena de libros y no sé cuántos artículos y capítulos de libro es de 6,92 euros". Su autorregalo de los 50 años fue estudiar el grado en economía con matrícula de honor en todas las asignaturas. Y ahora es también miembro del Colegio de Economistas de Catalunya.
Sin embargo, destaca que con el trabajo de abogado se ha ganado "bien la vida". Aunque en los últimos años la competencia es feroz: "Los grandes despachos cuentan por horas de dedicación, y entonces no cogen los asuntos que no les salen a cuenta". Y continúa: "La hora de un socio es aproximadamente el triple que la mía". Por otra parte, es un trabajo al que es necesario dedicar muchas horas, ya menudo es difícil organizar bien la agenda, porque los plazos para hacer recursos jurídicos son breves y es necesario trabajar los fines de semana. El tipo de cliente que lleva él es pequeña o mediana empresa catalana: "Lo que paga es el propietario del capital, y mira las horas".
En cuanto a las finanzas personales, no se considera ahorrador, pero tampoco tiene ninguna gran fuente de gasto más allá del mantenimiento de la familia, con un total de seis hijos. En cuanto a la vivienda, también está claro: "Tengo una segunda residencia de propiedad con una hipoteca muy importante pendiente, pero, en cambio, en Barcelona vivo de alquiler, no tengo primera residencia".
Alonso-Cuevillas asegura que a menudo tiene tentaciones de volver a la política: "De vez en cuando alguien me pone el caramelo", explica. Ahora quiere continuar trabajando en lo que más le gusta: "Los abogados no nos jubilamos, nos morimos". También apunta que la pensión de cátedra es exigua, pero que tendrá una jubilación digna con las aportaciones mensuales que ha ido haciendo a la mutua de previsión social de la abogacía catalana.