Laboral

La pregunta que nadie sabe responder: ¿cuántos fijos discontinuos existen realmente?

Un estudio de Fedea calcula que en 2022 había 1,4 millones de trabajadores con este tipo de contrato en España

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Un camarero atiende a los clientes en un restaurante de la Rambla de Barcelona.

BarcelonaHace dos años, desde que la última reforma laboral está completamente en vigor, la incógnita se mantiene sin respuesta. ¿Cuántos fijos discontinuos existen realmente en España? Y, de éstos, ¿cuántos están trabajando y cuántos están inactivos esperando la próxima llamada de una empresa para reincorporarse? La pregunta se la han hecho académicos, sindicatos, grupos de interés y también partidos políticos, algunos de los cuales han utilizado el misterio en torno a la cifra real como dardo contra la vicepresidenta española y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Ella fue el artífice de una nueva norma que tenía la misión de acabar con el problema endémico de la temporalidad en el mercado de trabajo del Estado. La reforma laboral ha logrado que los contratos con fecha de caducidad hayan pasado de representar el 26,2% del total en el tercer trimestre de 2021 a los mínimos históricos del 15,7% en la última publicación de la Encuesta de Población Activa ( EPA) del primer trimestre de este año.

Detrás de este descenso, sin embargo, hay otro efecto: la sustitución de los contratos temporales por los fijos discontinuos, un tipo de relación laboral pensada para trabajos intermitentes y en los que durante algunos períodos el trabajador está inactivo, sin cotizar en la Seguridad Social.

Calcular hasta qué punto se ha multiplicado esta modalidad contractual no es nada fácil y el lío tiene mucho que ver con la estadística. Un estudio del think tank investigaciones económicas Fedea ha intentado sacar el entramado. El documento, elaborado por los académicos Florentino Felgueroso y Marcel Jansen, recoge los microdatos de afiliación a la Seguridad Social a través de la Muestra Continua de Vidas Laborales de 2022 –las últimas disponibles– para determinar que entre abril –cuando entró en vigor la reforma laboral a todos los efectos– y en diciembre de ese año se pasó de unos 650.000 a 1,42 millones de trabajadores fijos discontinuos en España. Estos trabajadores estaban repartidos de forma casi igual entre activos (731.000) e inactivos (753.000). En ese mismo momento la EPA mostraba 601.100 ocupados fijos discontinuos, sin contar a los que no estaban trabajando en ese momento, una cifra que dista de las de Fedea.

El informe del ente también observa que el número de fijos discontinuos pluriempleados se había multiplicado por 4,3 desde enero hasta finales del 2022, llegando a las 337.000 personas, con lo que uno de cada cuatro empleados con uno de estos contratos ya combinaba varios trabajos.

Felgueroso remarca al ARA que la intención del estudio era evidenciar las divergencias entre fuentes de información en lo que se refiere al fenómeno de los fijos discontinuos y por qué éstas no coinciden entre ellas. El experto recuerda que la EPA sólo da detalles sobre el tipo de contrato del trabajo principal de la encuesta y, por tanto, puede omitir la realidad de una persona que tiene un fijo discontinuo como empleo secundario. Además, el sondeo extrae información sobre todos los miembros del hogar, aunque sólo responda a una persona a la llamada del Instituto Nacional de Estadística (INE) y, por ejemplo, un padre puede ignorar si el contrato de su hijo es fijo discontinuo o temporal.

Del mismo modo, Felgueroso apunta que los datos mensuales de afiliación a la Seguridad Social cuentan un fijo discontinuo activo tantas veces como altas laborales acumula y se refieren sólo al régimen general, dejando fuera a los regímenes especiales agrarios y de las trabajadoras del hogar. En el caso del paro registrado –algunos académicos avisan de que este indicador es útil para medir efectos puntuales, pero no tendencias– lo que se registran son sólo los fijos discontinuos inactivos que se apuntan como demandantes de trabajo, sin contar los que no tienen ningún incentivo para acudir al SEPE.

Pese a la niebla que envuelve el tema, se puede llegar a algunas conclusiones. "Observamos que muchas relaciones laborales se rompieron antes de terminar el año", indica Felgueroso. En efecto, en el período estudiado hubo 505.000 personas que se dieron de baja, lo que supone un 22,4% del total de casos de esta modalidad contractual. Asimismo explica que el perfil del fijo discontinuo también se ha rejuvenecido desde la reforma laboral y que la proporción que representa la franja de personas de entre 16 y 24 años se ha multiplicado por tres, hasta el 22%. En este colectivo existe una mayor tasa de inactividad y también se acaban más contratos por baja voluntaria del empleado, que puede ser un estudiante que combina trabajo y estudios. Lo que preocupa a Felgueroso es si los trabajadores que vieron cómo sus contratos temporales pasaban a ser de fijos discontinuos han ganado con este cambio. "Si no hay llamadas [el término para referirse al momento en que la empresa vuelve a llamar al empleado cuando lo necesita] o duran muy poco, esto no habrá solucionado mucho, porque entonces poco importa tener un contrato indefinido", dice.

Cifras bajo sospecha

Pero, para determinar si los fijos discontinuos no evitan mayor precariedad, el académico reclama que los investigadores necesitan más datos y más transparentes. Tras meses de peticiones, en marzo Yolanda Díaz explicó en el Senado que en el cuarto trimestre de 2023 había unos 53.000 fijos discontinuos inactivos frente a los 625.000 que sí estaban trabajando. Felgueroso desconfía de esa cifra e insiste en que parece que el ministerio intente menospreciar este fenómeno. "Detrás de este baile de cifras hay personas y, si son personas muy vulnerables, aunque sean pocas, es una necesidad de dirigirlo", añade. En el documento los investigadores también han introducido propuestas que, en su opinión, harían más fácil la vida de los fijos discontinuos, como una remuneración mínima para los períodos de inactividad o uno bonus malus, que consistiría en aumentar las cotizaciones para las empresas en las que la rotación fuera más alta y premiar con una bajada las empresas en las que sea más reducida.

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