¿Somos los propietarios de nuestros productos tecnológicos?
El caso de la compañía Roku reaviva el debate sobre la relación entre los usuarios y sus dispositivos electrónicos
BarcelonaMás de 80 millones de usuarios estadounidenses de Roku, un dispositivo que permite agrupar en un mismo televisor diferentes servicios de streaming, tuvieron que aceptar una actualización de los términos y condiciones del servicio de la compañía. Es un trámite habitual en muchos de los aparatos tecnológicos que utilizamos en nuestro día a día, pero en este caso no había alternativa. Tal y como explica el New York Times, si no se premia "aceptar" en el blog de texto que aparecía en el televisor, Roku se bloqueaba y no dejaba disfrutar de sus servicios.
La renovación prácticamente obligatoria de las condiciones, que buscan dificultar que los usuarios emprendan acciones legales contra la empresa, llega en un mes ya complicado para Roku. Hace algunas semanas, un agujero de seguridad desembocó en la filtración de más de 15.000 credenciales de acceso de sus usuarios. Todo esto ha suscitado críticas a la compañía tecnológica y ha reabierto el debate sobre si el consumidor es realmente el propietario de sus dispositivos.
Hace poco más de una década, comprar un televisor era simplemente eso: comprar una gran pantalla donde conectar todo lo que el usuario quisiera. Ahora, con la llegada de internet a los televisores, la pantalla sigue siendo del usuario, pero el software, parte indispensable del producto, está siempre bajo control de la empresa. En cualquier momento, la compañía puede optar por cambiar la interfaz del dispositivo, cambiar la política de recogida de datos e incluso hacer que deje de funcionar. La práctica más común en este aspecto consiste en dejar de actualizar productos demasiado antiguos para poder vender productos nuevos, como ocurre con algunos de los dispositivos de Apple.
Lo que pretende Roku con esta actualización es que sus clientes tengan que recurrir siempre a un arbitraje obligatorio, un foro privado con la empresa, para evitar que los consumidores que comparten las mismas reclamaciones presenten denuncias conjuntas. Otras empresas del sector, como PlayStation, ya incluyen un lenguaje similar sobre el arbitraje obligatorio. La única forma que tienen los usuarios para evitar esta obligación, en cualquiera de las compañías que la reclaman, es enviar una carta escrita directamente a las oficinas centrales de la empresa.
Como otras muchas compañías del sector, Roku se presenta como una empresa preocupada por los usuarios. Sin embargo, su caso deja patente que el objetivo de cualquier empresa es hacer dinero, no amigos.