La trampa de los mapas energéticos: no vemos el precio que realmente pagamos
La excepcionalidad energética ha hecho que nos estemos acostumbrando a mirar, con frecuencia casi diaria, los mapas de los precios de la luz en Europa. Cada día los mercados energéticos del continente fijan las tarifas del día siguiente y así podemos ver cómo evolucionan los precios en España y en el resto de los países. El problema es que las cifras que se publican diariamente no son los precios finales. Son los del mercado mayorista. Pero a este precio mayorista después se le tienen que añadir otros elementos (como impuestos, peajes o cargas diversas). Y de aquí sale el precio final que pagamos los consumidores.
La buena noticia es que, últimamente, España está muy bien posicionada en el mercado mayorista, con tarifas inferiores a las de otros muchos países. Y esto le permite al Gobierno español sacar pecho. Pero la noticia mala es que, si miramos el precio real que tienen que pagar los usuarios, España está muy mal situada y tiene una de las tarifas de la luz más caras del continente. De esto el Gobierno no dice nada, claro.
El problema es que hay una desigualdad flagrante de información disponible: mientras que disponemos de una actualización diaria de los precios del mercado mayorista y podemos comparar rápidamente la evolución de los diferentes países, de las tarifas reales no tenemos el mismo volumen de información. La Comisión Europea publica una estadística trimestral, mientras que el Eurostat, la oficina de estadística de la UE, solo lo hace cada seis meses. En momentos como el actual, en el que el mercado energético vive en una montaña rusa, esto es del todo insuficiente y los consumidores vamos a ciegas.
Enormes diferencias
Miremos los precios del mercado mayorista del pasado martes, por ejemplo: España, 459 euros por MWh, muy por debajo de Alemania (600 euros), Italia (706 euros) o Francia (744 euros). Claramente, parece que esta semana pasada los franceses habrán tenido una energía mucho más cara que los españoles. Pero lo cierto es que los recibos de la luz de los clientes franceses no han subido tanto como los de los españoles.
No hay manera de comparar en streaming la evolución de las facturas de los dos países, pero podemos mirar atrás y ver qué ha pasado en el último año.
Por ejemplo, si observamos el IPC de los precios energéticos desde el inicio de 2021, se aprecia como España la inflación en este sector se disparó repentinamente en abril de 2021 y desde entonces no ha habido ni un solo mes en el que la energía no haya subido como mínimo un 20%. Incluso llegó a elevarse un increíble 60% el marzo pasado. En los últimos meses, con la aprobación de rebajas fiscales y otras medidas, el Gobierno ha conseguido recortar los incrementos, pero en julio todavía estábamos con subidas del 41%. Desde el inicio de 2021, la inflación media de los precios energéticos ha sido del 27%.
Francia, por el contrario, ha tenido alzas mucho más moderadas: la más alta fue del 34% (el junio pasado) y, de media, su inflación energética se ha situado en el 16%, casi la mitad que en España. Esto se explica porque el país vecino ha aplicado más ayudas a los consumidores, lo que ha mantenido su inflación a raya. No solo la de la electricidad, también la general (actualmente la tienen al 5,8%, y España al 10,4%).
También vale la pena mirar Portugal: un país que tiene siempre el mismo precio que España en el mercado mayorista, pero que, en cambio, ofrece unas tarifas mucho más bajas a sus consumidores. El IPC energético en este tiempo en Portugal ha sido de solo el 13%, de media.
Un mapa muy diferente
Otra opción es comparar los mapas del mercado mayorista con el más actual que tenemos de los precios a los consumidores. Desgraciadamente, el más actual que tenemos es del primer trimestre (la Comisión Europea no publicará los datos del segundo trimestre hasta el mes que viene). Pero nos sirve para ver, una vez más, que, si bien España está mejor posicionada que otros muchos países en el mercado mayorista (tiene tarifas más baratas que Francia o Italia, por ejemplo: ved el gráfico), a la hora de trasladarlo a los consumidores no había ningún país más caro que España.
Sirva todo esto para concluir que, sin saber la información real (cuánto nos cuesta la factura que pagamos mensualmente y no lo que cuesta la energía en el mercado mayorista) es imposible evaluar nuestros gobiernos y saber si están haciendo buen trabajo o no. Y también nos impide debatir sobre qué preferimos: asumir ahora los costes energéticos tal como son o absorber el impacto con ayudas. Unas ayudas que quizás no evitan el problema, pero que, como mínimo, lo posponen.
Protagonistas
El precio de la luz es uno de los indicadores que seguimos casi a diario. Pero todos aquellos que tienen hipoteca o se plantean tenerla han recuperado la costumbre de mirar el euríbor, el índice que marca el precio de las hipotecas. El viernes cerró rozando el 1,9%... y hace medio año estaba en tipos negativos. Para quien tenga hipoteca variable el mordisco será considerable.
Jaume Giró ha recuperado las balanzas fiscales, que se habían dejado de hacer porque, desde la llegada de Sánchez a La Moncloa, el Estado ha dejado de entregar la información necesaria para poderlas realizar con todo lujo de detalles. Ahora Giró ha reunido a un grupo de expertos para que hagan una aproximación. El resultado, sangriento: entre 14.600 y 20.200 millones, dependiendo del método que se utilice. Lo peor, que ya parece que sea normal.
Zumosol cerró su planta de Córdoba sin pagar a sus empleados, que ya hace más de 250 días que viven acampados en la fábrica para reclamar las indemnizaciones e impedir que el grupo, ahora propiedad del holding turco Toksöz, venda la maquinaria. Lo más chocante es que los supermercados Aldi han dejado de vender Zumosol en apoyo a los trabajadores. “El respeto a las personas forma parte de nuestro compromiso con la sociedad”, ha dicho Aldi.