Escapadas

10 museos para descubrir el pasado industrial de Cataluña

Os proponemos una visita a diez sitios donde las máquinas hablan sobre el pasado del país

Una imagen del interior del Museo de la Anchoa en L'Escala
Cristina Torra
21/10/2024
6 min

BarcelonaHay rincones de Catalunya donde el pasado todavía late con fuerza, donde la historia no sólo se siente, sino que se ve, se toca y, a veces, incluso se huele. Espacios en los que las máquinas vuelven a la vida y las paredes de las fábricas nos hablan del esfuerzo colectivo. La Semana del Turismo Industrial, que este año se celebra del 18 al 27 de octubre, es la oportunidad perfecta para descubrir cómo Cataluña se convirtió en una de las potencias fabriles de Europa. Organizada por la Red de Turismo Industrial de Catalunya (XATIC), esta semana nos abre las puertas de algunos de los museos y centros de interpretación más emblemáticos del territorio, donde se conserva la memoria de nuestros antiguos oficios y nuestras industrias. Acompáñenos a hacer un recorrido que, desde diferentes puntos de la geografía catalana, le ayudará a entender esta fascinante historia industrial en diez museos.

1.

Cal Granotes y el Museo de la Piel

En el corazón del barrio del Rec, donde el agua todavía susurra secretos de antiguos oficios, Cal Granotes se alza como un testimonio del pasado. Esta curtiduría del siglo XVIII, aunque ahora está cerrada por remodelación hasta 2025, nos recuerda cómo la piel se transformaba a mano, en un proceso largo y minucioso. La esencia también sigue viva pocos pasos más allá, en el Museo de la Piel. Situado en la antigua fábrica de Cal Boyer, todavía parece que resuene el ruido de las máquinas y que el olor del cuero impregne el espacio. Este museo nos transporta en el momento en que Igualada se convirtió en un referente. Aquí, el mundo de la piel se muestra con exposiciones que trazan un viaje desde las primeras curtidurías hasta la sofisticación industrial del siglo XX.

El barrio del Rec, en Igualada
2.

Museo del Cemento

La antigua fábrica de cemento Asland, escondida en el paraje del Clot del Moro, en Castellar de n'Hug, es de esos lugares donde el pasado aún remorrea entre las piedras. Inaugurada en 1904, cuando el cemento era el latido de las nuevas ciudades que se levantaban por doquier, la fábrica dio forma a una Cataluña que se hacía mayor, que necesitaba más puentes, más casas y más fábricas. Caminando por sus naves, sentiréis cómo el tiempo se ha detenido, pero también cómo late una historia de crecimiento y de esfuerzo colectivo. Hoy, convertida en el Museo del Cemento, le transportará a un tiempo donde el cemento era mucho más que un polvo blanco: era el alma de una revolución industrial que transformó paisajes y vidas.

La antigua fábrica de cemento Asland en Castellar de N'hug
3.

Museo de la Anchoa y de la Sal

En L'Escala, la sal es más que un condimento. Es una herencia que ha dado forma a su identidad y ha llevado el nombre del pueblo a todo el mundo. En el Museo de la Anchoa y de la Sal, situado en el antiguo matadero, se sumergirá en la historia de la pesca y la salazón de la anchoa, una tradición que se remonta al siglo XVI. Aquí, los pescadores vuelven a la vida, y las redes y barcas se convierten en parte de un relato que nos conecta con el mar. Las catas de anchoa nos recuerdan que la gastronomía forma parte de nuestra historia, y que en cada trozo hay un pedacito de la historia marinera catalana.

Una de las salas del Museo de la Anchoa
4.

La Colonia Vidal

La Colònia Vidal es un auténtico viaje al corazón de la historia industrial catalana, donde cada rincón nos cuenta un secreto. Inaugurado en 1995, este museo se encuentra en Puig-reig y nos transporta a 1900, en la época dorada de las colonias textiles que se alzaban junto al río Llobregat. Aquí, los sonidos de las máquinas se mezclan con los recuerdos de hombres y mujeres que trabajaban con dedicación, dando vida al algodón. El recorrido nos invita a descubrir las viviendas, la escuela y los servicios que hacían de la colonia un pequeño mundo, en el que cada detalle revela su vida cotidiana. Desde la esclusa hasta los telares, cada espacio nos habla de la fuerza del agua como motor de vida y de las luchas por un futuro mejor. En este museo se recuerda la importancia del patrimonio que hemos heredado.

5.

Museo del Corcho de Palafrugell

El Museo del Corcho de Palafrugell es un verdadero homenaje al corcho, material que ha dejado huella en nuestra historia desde el siglo XVIII. Ubicado en la antigua fábrica corchera más importante de España, el museo es un viaje fascinante que nos descubre cómo este material ha modelado nuestra cultura e identidad. Con 1.200 metros cuadrados de exposición, ofrece más de 700 objetos que narran el legado de un oficio que, con su encanto y su versatilidad, ha sabido reinventarse a lo largo de los años. La nueva exposición permanente, diseñada para ser accesible a todos, nos invita a sumergirnos en el mundo del corcho y su impacto en nuestra economía y tradiciones.

El interior del Museo del Corcho en Palafrugell
6.

Molino Papelero de Capellades

En el Molí Paperer de Capellades, cada hoja de papel es una pequeña obra de arte. Ubicado en un auténtico molino del siglo XVIII, este museo transforma la fabricación del papel en una experiencia sensorial. Se encuentra junto a la balsa que abastecía de energía a 16 molinos papeleros, llamados los Molinos de la Costa, que acabaron creando uno de los centros papeleros más importantes del estado español entre los siglos XVIII y XIX. No sólo aprenderá todo esto y podrá observar el proceso de fabricación del papel, sino que también podrá meterse en la piel de un papelero y llevarse a casa su propio papel.

El Museo del Molino Papelero de Capellades
7.

Museo Hidroeléctrico de Capdella

Inaugurada en 1906, la central hidroeléctrica de Capdella, en el Pirineo de Lleida, fue uno de los primeros grandes proyectos de electrificación de Cataluña. Pionera en su tiempo, Capdella canalizaba la fuerza de las aguas de los lagos de la Vall Fosca para generar electricidad. Hoy, esta obra de ingeniería impresiona por su grandiosidad y por su conexión con la naturaleza. Caminando por sus pasillos, es fácil sentir cómo el agua susurra y nos habla de las noches de trabajo y de los sueños de un futuro iluminado. En el Museo Hidroeléctrico, la historia cobra vida: aquí descubrirá cómo nació un nuevo mundo energético y reflexionará sobre el camino hacia la sostenibilidad.

El Museo Hidroeléctrico de Capdella
8.

La Térmica de Roca Umbert

Situada en el corazón de la antigua fábrica textil de Roca Umbert de Granollers, inaugurada en 1920, la Térmica es un museo imprescindible para entender la industrialización del país. Aquí, los motores y las calderas nos explican cómo se producía la fuerza que hacía latir las máquinas de las fábricas textiles que transformaron la industria catalana. Con el olor del cobre caliente flotando en el aire y el sonido de los engranajes resonante, el centro de interpretación le invita a una experiencia inmersiva única, donde también podrá reflexionar sobre el uso responsable de la energía y los retos del futuro , recordando que la energía no se destruye, sino que sólo se transforma.

Una parte de la fábrica Roca Umbert
9.

Museo Tiendas Museo de Salàs

En las Tiendas Museu de Salàs, parece que el tiempo se haya detenido. Cada tienda restaurada es un portal en un mundo donde las relaciones humanas tenían tanto valor como los productos que se vendían. Aquí, entre alimentos y objetos cotidianos, podrá sentir el eco de las conversaciones de antes y el jaleo de las calles. Con el ambiente de la Revolución Industrial detrás, estas tiendas nos recuerdan que el comercio era algo más que un simple intercambio: era la vida misma, llena de pequeñas historias que, como los objetos, esperaban ser compartidas.

10.

Centro de Interpretación del Arroz

En Camarles, el arroz no es sólo un cultivo, es el latido de la vida en el delta del Ebro. En este espacio, cuidadosamente restaurado, las historias de generaciones dedicadas al cultivo de este cereal no caducan, resuenan como una melodía ancestral. Aquí, entre máquinas antiguas y paisajes de arrozales, cada rincón nos invita a vivir las tradiciones que han marcado nuestra historia. ¿Preparados para sumergirse en un universo donde tierra y agua bailan al ritmo de nuestros antepasados? Descubrirá que el arroz no sólo alimenta el cuerpo, sino también el alma colectiva de un pueblo.

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