Naturaleza

¡Atentos! La mejor forma de ver animales salvajes

Desde un buen escondrijo, en Catalunya se pueden observar de cerca animales como el quebrantahuesos, el azor, el tejón o la gineta

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Voltors en Alinyà

Barcelona"Quiero ver la circunferencia roja que tiene el quebrantahuesos en el ojo". Esta era la petición que, años atrás, un aficionado a los pájaros norteamericano hacía al fotógrafo Francesc Muntada, que había montado un punto de observación para observar buitres en la montaña de Alinyà. El ojo del quebrantahuesos es, efectivamente, una maravilla. A diferencia de las demás aves de presa, tiene un iris de color de hueso rodeado por un sector circular de un rojo anaranjado muy saturado, a medio camino entre la papaya y el tomate maduro. Destaca incluso entre los ojos extraordinarios de todas aves de presa.

Como es evidente, la belleza de este ojo portentoso no se puede apreciar mientras el quebrantahuesos vuela a grandes alturas. Solo se puede hacer a poca distancia, cuando baja al suelo. Y la única manera de conseguirlo es desde un escondrijo, desde un punto de observación de aves diseñado, construido, situado y gestionado específicamente para que se acerquen estos buitres. "Con un punto de observación te aseguras que tienes los animales lo suficientemente cerca sin que sean conscientes de tu presencia", explica Muntada. Gracias a estos escondrijos, que habitualmente son cubículos con una parte frontal de cristal reflejante, se consigue, por un lado, ver comportamientos naturales de cerca y, por el otro, tener la oportunidad de hacer buenas fotografías. Según Muntada, es "la única manera de hacer fotografías de animales salvajes".

Parc Natural dels Aiguamolls de l'Empordà
Parc Natural dels Aiguamolls de l'Empordà

Los puntos de observación también sirven para observar animales de una manera menos invasiva. "Es más respetuoso atraerlos que no perseguirles con una cámara en la mano", considera Carles Santana, director de Photo Logistics, una de las empresas que alquilan punto de observación en Catalunya y toda la Península. Según Santana, el uso de estos escondrijos todavía tiene una ventaja más desde el punto de vista de la conservación: "Como la afición a la fotografía de naturaleza ha crecido exponencialmente durante la última década, necesitamos herramientas como los puntos de observación para que la actividad tenga un impacto mitigable".

Poner comida y esconderse

La estrategia de la observación por espera que se practica desde un punto de observación es sencilla y tiene dos puntos clave: crear un espacio desde el que los animales no puedan ver a las personas y colocar algún reclamo, como por ejemplo agua o comida. "Como a los animales les hemos dado suficientes motivos para desconfiar de nosotros y ahora no nos podemos ganar su confianza, si queremos observarlos tenemos que pasar desapercibidos", explica Muntada. Ahora bien, hace falta un tiempo para que sepan que en aquel lugar encontrarán alimento y aprendan que se trata de un emplazamiento seguro. Además, la estrategia no es igual de efectiva con todos los animales. Con los pájaros, por ejemplo, funciona mejor que con los mamíferos. Los pájaros tienen un sentido del olfato poco desarrollado, de forma que con la invisibilidad que proporciona el cubículo hay suficiente para que se acerquen. Los mamíferos salvajes, en cambio, tienen una nariz más fina. Aunque te escondas, una gineta o un tejón son conscientes de tu presencia porque te husmean. La única manera de conseguir que se acerquen es utilizar un reclamo irresistible como la comida y dejar pasar suficiente tiempo para que, poco a poco, se vayan acostumbrando al olor humano.

Otro factor que se tiene que tener en cuenta para que la estrategia funcione es el llamado efecto guía. Cuando una persona entra en un punto de observación es importante que otra le acompañe y que, a continuación, se vaya. Esto hace que el algoritmo cerebral de los pájaros interprete que hay unas personas que han venido y se han ido y que, por lo tanto, el lugar es seguro. Por eso mismo es fundamental no salir del punto de observación sin que alguien de fuera se haya acercado antes. Si un pájaro confiado ve que, de repente, sale alguien del escondrijo, es probable que le etiquete como un espacio del que no se puede fiar. Ahora bien, los expertos explican que esta táctica es útil con la mayoría de pájaros pero no acaba de ir bien con los córvidos, que, junto con los loros, son los pájaros más inteligentes. Los cuervos, las garzas y sus parientes saben contar, o sea que para engañarles el efecto guía se tiene que conseguir con grupos de personas muy aglutinados o muy numerosos. Así es más probable que no sean capaces de distinguir los individuos o de contarlos y lo interpreten como una masa amorfa que entra y una masa amorfa que sale.

Una experiencia fascinante

Si todo esto se hace bien, las recompensas de observar animales desde un punto de observación van mucho más allá de las fotografías de revista. "Ver cómo llega un quebrantahuesos de dos metros y medio de envergadura, con todo aquel color y elegancia, es muy emocionante", asegura Muntada, que defiende que también lo es "ver un carbonero haciendo su vida, porque es una experiencia que no puedes vivir de ninguna otra forma". Para el escritor Raül Garrigasait, que hace poco tuvo la oportunidad de contemplar buitres desde un punto de observación, "es una experiencia fascinante, los buitres parecen majestuosos en el cielo y en el suelo son grotescos". Además, "cuando de vez en cuando se acercaban al cristal y lo picaban, era impresionante", asegura. Según Garrigasait, observar buitres en acción permite apreciar aspectos de la naturaleza que a menudo pasan desapercibidos: "No es observar algo bonito y ya está, sino que ves claro todo el ciclo de la vida, ves como la muerte es fuente de vida". Además, concluye, "en un punto de observación adoptas una actitud contemplativa que no tienes en otras situaciones". Además de buitres comunes, Garrigasait tuvo la suerte de ver un alimoche y un zorro.

La isla de Buda en el Delta de l'Ebre

Más allá del quebrantahuesos, el buitre común, el buitre negro y el alimoche, en Catalunya hay puntos de observación desde donde se pueden observar y fotografiar pájaros tan emblemáticos como el azor, el aguilucho cenizo, la carraca o el sisón, una especie característica de la estepa leridana y protagonista de una delicada danza nupcial. También se pueden ver mamíferos como la gineta, la garduña o el tejón. Para iniciarse en este estilo de observación, Muntada recomienda visitar los puntos de observación abiertos que hay en zonas como los Aiguamolls de l'Empordà, el Delta de l'Ebre o el estanque de Sils.

Si la experiencia es positiva, se puede pasar a la actividad más exigente, tanto económicamente como físicamente, de alquilar un punto de observación unas cuantas horas. Y si esto también va bien, se puede dar el salto a estarse algunos días —y noches, claro — para intentar conseguir la fotografía de portada. Si se tiene la posibilidad, otra manera de estrenarse en el mundo de los puntos de observación es construirse uno casero en el patio de casa. "Se puede hacer con algo tan sencillo como una caja de nevera, con una tienda o con una construcción más sólida", explica Muntada. Una vez hecho, si se pone agua, comida y mucha paciencia, se puede observar una cantidad de especies sorprendentes (hay aficionados que han contado hasta una treintena). Aunque no tenga la épica de una bandada de buitres gritando y devorando frenéticamente una carroña sanguinolenta, ver qué hacen los pájaros pequeños en un jardín puede ser cautivador. Observar un carbonero, recordémoslo, también es emocionante.

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