Hábitos saludables

Comer demasiado, beber alcohol, acostarse tarde... ¿Cómo podemos contrarrestar los excesos veraniegos?

Cuidar la alimentación, hacer ejercicio y mantener una buena rutina de sueño son hábitos que pueden ayudarnos a cuidar la salud estos meses de verano

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Un padre sale a correr con su hijo, en una imagen de archivo

BarcelonaEl verano, en general, y, sobre todo, cuando estamos de vacaciones, es una época muy proclive a romper rutinas ya descabellar horarios porque el día es más largo, y la temperatura por la noche, muy agradable, invita a estar fuera hasta tarde, charlando, paseando, comiendo o bebiendo... Tenemos ganas de vivir y de hacer cosas diferentes, de disfrutar sin horarios estrictos, de romper ritmos y de soltarnos. También son semanas en las que hacemos excesos alimenticios, bebemos un poco más de alcohol que de costumbre y nos desinhibimos, porque suelen ser días en los que nos lo permitimos todo. ¡Qué caray, nos lo hemos ganado!

Es muy común llegar al mes de septiembre o al final de las vacaciones y decidir reordenarnos, seguir planes detox y volvernos a activar físicamente para sacar ese quilito de más que ha vuelto con nosotros de este período festivo y reanudar la rutina general para poner en su sitio todos aquellos excesos que hayamos podido hacer durante esta etapa.

Pero esperar hasta el final para poner orden nos plantea dos desventajas: en primer lugar, que se nos acumula mucho trabajo y, en segundo, que la vuelta al día a día se nos puede hacer muy dura. Quizás no hay que esperar a que acabe el verano y llegar con todo el trabajo por hacer, sino que podemos poner en práctica pequeñas acciones desde el principio de la temporada para ir contrarrestando los excesos que tanto gusto nos vienen pero que sabemos que no son ideales para la salud y que pasan factura.

Ante todo, analizamos a qué nos referimos cuando hablamos de excesos que no son beneficiosos para el cuerpo.

En cuanto a la alimentación, Anna Grífols, dietista-nutricionista, nos explica que “consideramos un exceso alimentario siempre que no comamos con moderación cualquier nutriente, esté considerado saludable o no”. Cuando comemos bollería a diario, somos muy conscientes de que aquello no es correcto; en cambio, si ingerimos demasiada fruta o frutos secos o crema de cacahuete –todos ellos alimentos saludables comidos con moderación– seguramente, no nos daremos cuenta de que nos estamos sobrepasando y que no es ni adecuado ni saludable y puede tener consecuencias a medio y largo plazo.

“Un exceso es todo lo que rompe el equilibrio alimentario, por ejemplo, uno o dos helados a la semana no sería un exceso, pero tomar uno cada día, acompañado del refresco de la mañana cuando estamos en la playa y de un granizado al anochecer cuando salimos a pasear... eso ya sí que sería demasiado”, aclara Grífols. A todo esto, hay que añadir las cantidades que ingerimos. Si sumamos los maravillosos vermuts de verano, seguidos de una comida copiosa –barbacoas, paellas, etc.– el postre y una sobremesa que nos anima a seguir picando y bebiendo... con toda probabilidad ingeriremos mucha más cantidad de lo necesario y saludable y, por encima de todo, de lo que estamos acostumbrados.

Otro de los excesos a tener presente es el que comporta romper las rutinas y los horarios de forma repetitiva, ya que repercute duramente en nuestro cuerpo, aunque no somos conocedores a corto plazo. “¡Un día es un día!”, decimos. Gerard Presseguer, fisioterapeuta, afirma que “los humanos del siglo XXI somos expertos en generar desórdenes y romper los ritmos circadianos. Estos ritmos circadiarios son ciclos naturales que controlan el funcionamiento interno de nuestro organismo y regulan diversos procesos fisiológicos. Mantener estos ritmos equilibrados es fundamental para preservar nuestro sistema inmune y nuestra salud en general”, de tal forma que acostarse tarde y levantarnos tarde, comer fuera de horas y romper nuestros ritmos habituales genera un impacto negativo en nuestro organismo. “Romper estos ritmos, sumado a hacer poco ejercicio físico, a un descontrol alimentario ya la ingesta de más bebidas azucaradas y alcohólicas, hace que el cuerpo entre en un estado inflamatorio de bajo grado que, sostenido en el tiempo, puede desarrollar patologías graves en medio y largo plazo”, explica Presseguer.

En general, somos conscientes de cuando hacemos excesos y, por qué no, nos gusta hacerlos y nos los permitimos, y uno de los mejores momentos del año para soltarnos, romper la rutina, vernos con amigos y familiares y alterar la estructura tan marcada que nos acompaña el resto del año es verano.

Así, si tenemos claro que lo haremos, pero a la vez queremos cuidar nuestra salud, le ofrecemos una serie de intervenciones que podemos llevar a cabo durante el mismo verano, sin esperar al final de las vacaciones, para contrarrestar ese impacto negativo que provocamos en nuestro cuerpo con los excesos:

  1. Hidratémonos bien. "En verano, de entrada el cuerpo nos pide más agua y es importante que se lo aportemos de forma saludable, sobre todo después de unas jornadas durante las cuales nos hemos excedido un poco", explica Grífols. Por ejemplo, consumir agua, agua con gas, gazpachos, frutas como la piña, la sandía o el melón, “o podemos hacernos un agua de frutas mezclando un litro de agua con cien gramos de fruta triturada; así no nos cansamos tanto del agua sola y no buscaremos sustituirla por bebidas menos saludables”, añade esta especialista.
  2. Comemos sólo si tenemos hambre. Si hemos tenido una comida muy copiosa o una noche con cena y copas, lo normal es que en la siguiente comida no tengamos hambre. No hace falta que comamos porque toca. “Si nos esperamos en la siguiente comida y damos tiempo al organismo para limpiarse sin ingerir ningún alimento, llegaremos con el cuerpo desinflamado y listo para poder volver a saciarnos de manera saludable”, dice Presseguer.
  3. Comemos alimentos reales. No es otra cosa que evitar las comidas procesadas, con grasas saturadas, azucaradas o demasiado saladas. “Es importante que reduzcamos el contenido en grasas no saludables, y que incorporemos muchos vegetales, hasta un 70% de todo lo que ingerimos en cada comida; incorporar legumbres también nos ayudará a contrarrestar estos excesos y facilitar que el cuerpo vuelva a su estado saludable y sin inflamación”, continúa Grífols.
  4. Moviémonos. “Aunque sea caminando, pero movámonos, y mucho mejor si no hemos comido nada después de los excesos”, suma Presseguer. Moverse sin comida previamente ayudará a que el cuerpo pueda centrarse en este proceso de desintoxicación y desinflamación y no tenga que ocuparse de la digestión; por tanto, será mucho más eficaz.
  5. Estamos en contacto con la naturaleza. "Si el movimiento lo podemos hacer al aire libre, fuera de las horas de máxima insolación, pero que el sol nos dé, será aún más efectivo, porque este contacto nos ayuda a reducir el estrés y mantener un buen estado basal" , añade Melocotonero.
  6. Retomamos los horarios habituales de sueño, de comidas y de actividad física tan pronto como podamos para que el cuerpo pueda descansar bien. Recuperar una buena higiene del sueño es fundamental para que nuestro organismo se regenere de forma natural y pueda ir poniendo en su sitio todos estos excesos. Si seguimos comiendo fuera de horas o sin realizar actividad, seguramente nos costará más recuperar las horas de dormir y “es importante llevar un ritmo de entre siete y nueve horas de sueño al día en un ambiente oscuro y tranquilo”, concluye Presseguer .

Hay que entender que cuando hacemos excesos, por pocos que puedan parecernos, nuestro cuerpo debe trabajar mucho para contrarrestarlos y, sobre todo, se genera una inflamación que, sostenida en el tiempo, es muy perjudicial. Lo que necesitamos después de estos períodos es ayudar al cuerpo en la desintoxicación y la desinflamación.

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