El fenómeno Paraulògic y Wordle: ¿por qué nos gustan tanto los juegos lingüísticos?

Los pasatiempos con la lengua como protagonista triunfan especialmente en los Países Catalanes

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Imagen de un usuario jugando al Wordle en catalán

FigueresLa nueva adicción de los catalanes desde hace unos meses son dos pasatiempos lingüísticos: el Paraulògic y el Wordle. Las redes sociales y los grupos de WhatsApp van llenos. Miles de usuarios juegan y comparten las palabras que han encontrado en el Paraulògic –sobre todo presumen de ello en los tutis– y los resultados del Wordle en catalán, que desde esta semana se puede jugar también a través del diario ARA con palabras vinculadas a la actualidad. Ahora bien, ¿por qué nos gustan este tipo de juegos y tienen tanto éxito entre los catalanes?

"Nos motivan los retos que nos ponen a prueba pero que son asequibles, puesto que si son demasiado difíciles nos rendimos rápidamente y si son demasiado fáciles y no nos requiere ni un mínimo de esfuerzo nos aburren", responde el especialista en neurociencia y profesor en la Universitat de Barcelona David Bueno. También explica que este tipo de juegos son adictivos porque activan una parte del cerebro, el núcleo estriado, que hace que seamos conscientes de manera anticipada que lo que estamos haciendo nos dará una recompensa y que nos sentiremos bien. "El caso del Paraulògic, por ejemplo, está claro. A medida que vas encontrando palabras y sumando puntos te van dando recompensas de forma bastante rápida, pasas del pollito saliendo del huevo a la paloma, de la paloma al pato, y así vas avanzando; y todo el mundo se pone los hitos que quiere y se lo adapta a su nivel", añade Bueno.

En este sentido, el polifacético filólogo Màrius Serra, que no se esconde de ser un "auténtico ludópata", asegura que si estos juegos no viciaran, no se habrían convertido en un fenómeno. "Como en cualquier adicción, se da una paradoja: nos despierta mala conciencia porque dedicamos mucho rato a una actividad concreta, pero, a la vez, nos genera placer", apunta Serra. También señala que con los juegos lingüísticos o los concursos de cultura general, por ejemplo, no nos sentimos tan mal como con otros vicios porque tenemos la sensación de que estamos aprendiendo o culturizándonos y que, por lo tanto, no estamos perdiendo tanto el tiempo. "Tenemos la coartada educativa, que en parte es cierta, y la conciencia más tranquila", dice Serra, que también es escritor y autor de crucigramas de La Vanguardia.

Jugar para promover la lengua

El Wordle y el Paraulògic han sido un fenómeno mundial, pero en los Países Catalanes han triunfado especialmente. Sin ir más lejos, según los últimos datos publicados por Vilaweb, el diario que ha integrado el Paraulògic en su portal, cada día entran a jugar unas 220.000 personas. "A los catalanes, siempre que hay una propuesta que tiene la lengua como protagonista nos genera un plus de motivación. Hay gente que quizás nunca había jugado a juegos de palabras, pero ahora le parece que es una buena manera de promover la lengua y se ha acabado aficionando a ellos", sostiene Serra. "La lengua es un disparo importante de nuestra identidad, y el Paraulògic nos atrae porque nos permite explorar hasta donde llega el catalán y cuánto sabemos", añade Jordi Ventura, guionista y autor de los crucigramas del ARA .

A raíz del éxito, el Instituto de Estudios Catalanes ha querido reflexionar e incluso celebró una conferencia con diferentes expertos sobre la materia. "Es un fenómeno de cultura de masas, más relevante todavía para la lengua que el boom del manga en catalán, porque entonces la lengua no dejaba de ser el vehículo y, ahora, es lo más destacado. Es interesante que aparezcan brotes verdes en un momento en el que todo el día se habla de la desaparición del catalán. Hay que estudiarlo, subrayarlo y ponerlo en primer plano", afirma Serra. De hecho, desde que se puso en marcha el Paraulògic en catalán, las visitas al Diccionari de la llengua catalana del Institut d'Estudis Catalans (DIEC) se han multiplicado: pasó de unos dos millones al mes de consultas a registrar siete en enero de este año. En este sentido, muchos de los usuarios se han quejado por las redes sociales de que algunas de las palabras que utilizan correctamente en catalán en el día a día, como por ejemplo tiet/tieta (tío/tía) o internet, no aparecen en el DIEC y, por lo tanto, no son válidas en el Paraulògic.

Tradición de crucigramas

La tradición de los crucigramas en Catalunya también es muy fuerte y viene de lejos. "La prensa catalana está influenciada por la forma de hacer francesa, que introdujo Tísner en Catalunya y después ha impulsado sobre todo Màrius Serra. Se basa más en el ingenio y en los juegos de palabras que en la cultura popular y las preguntas de Trivial, es más críptico. Es decir, no se trata de adivinar quién es el dios griego del vino o de decir el sinónimo de una palabra, sino que las definiciones no son literales, esconden un código, son un anagrama, etc.", explica Ventura.

Antes del Paraulògic y del Wordle, ahora hace unos diez años, ya en el ámbito digital, también tuvo mucho éxito el Angry Words (Apalabrados), que tiene un funcionamiento similar al del mítico juego de mesa Scrabble. Una de las diferencias con los juegos que se han puesto de moda ahora es que se necesitaba un rival y, por lo tanto, el ritmo de la partida no lo marcaba solo un mismo. Además, en el Wordle se pueden compartir las gestas con los amigos a través de Whatsapp o de las redes sociales sin hacer espóiler. "Puedes presumir sin enseñar exactamente el resultado, ha sido un acierto clave", considera Serra. En cuanto al Paraulògic, en cambio, esto es más difícil, y ya han salido aguafiestas que se dedican a revelar palabras, como la cuenta Spoilògic. "Twitter ha tenido que cerrar preventivamente algunos perfiles, porque algunos han recibido muchas denuncias. Es un juego que genera muchas tensiones", dice, riendo, Serra.

Cuatro trucos para jugar mejor

Para ser un buen jugador de pasatiempos lingüísticos no basta con ser una persona culta y leída. "No es lo mismo un erudito que un sabio, el primero tiene muchos conocimientos acumulados, pero puede ser un bobo absoluto, y el segundo sabe combinarlos", diferencia Serra. Así, respecto a los crucigramas, lo más importante es la práctica y, sobre todo, si se resuelven siempre los del mismo crucigramista. "Los que lo hacen cada día seguro que ya me conocen los trucos, y tanto es así que si algún día no lo hiciera yo, lo notarían", dice Ventura.

En el Wordle, la primera palabra es determinante. Se tiene que mirar de usar el máximo de vocales (significan un 50% de las letras que utilizamos) y las consonantes más habituales en catalán (la s, r, l, t, n), y no tener prisa: piensa bien antes de poner demasiado deprisa una nueva palabra. Para triunfar en el Paraulògic, una de las técnicas que recomienda Serra, que casi cada día encuentra todas las palabras posibles, es buscar palabras derivadas de las que ya hemos escrito. También aconseja ir haciendo pequeñas pausas de vez en cuando, ir girando las letras del tablero, repetir sílabas (como mama o rara) y, aunque quizás os acabarán tildando de tramposos, consultar el DIEC. "Es una buena manera de aprender palabras nuevas y, hombre, leer diccionarios siempre es una lectura edificante", subraya Serra.

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