¿Qué es el JOMO? El hábito más sencillo para desconectar (y ser felices)
Esta tendencia reivindica el placer de vivir alejados de las redes y negarse a hacer lo que no nos apetece
BarcelonaHoy millones de personas exponen los detalles de sus vidas en las redes sociales. Como espectadores, cada día consumimos miles de vídeos, imágenes y contenidos en los que vemos festivales de música, buenos restaurantes, viajes a destinos exóticos o planes gratuitos, lugares increíbles para visitar... en definitiva, todo lo que no podemos perdernos. "Como sociedad hemos evolucionado hacia una dimensión en la que damos más importancia a la fachada que a la estructura. Esto responde a un pensamiento consumista y capitalista", asegura Enric Soler, psicólogo relacional y tutor del grado de psicología de la UOC. "Hay personas que pueden venir de la otra punta del planeta para alojarse en un apartamento turístico frente a la Sagrada Família y marcharse de Barcelona sin haber entrado", añade. El hecho de compartir compulsivamente fotos y vídeos en las redes sociales provoca que las personas, especialmente los jóvenes, reciban un flujo interminable de experiencias de los demás que pueden hacerles sentir que ellos no están disfrutando de la vida, mientras que otros en disfrutan mucho.
En 2004, el escritor Patrick J. McGinnis acuñó un término para describir este sentimiento: FOMO (fear of missing out, o lo que en catalán sería la miedo a perderse algo). Se refiere a la percepción de perderse un acontecimiento o una experiencia que podría mejorarnos la vida. Según los expertos, el FOMO también incluye un comportamiento compulsivo para mantener las conexiones sociales alimentado por las ganas de afianzar la pertenencia a un grupo y evitar la exclusión social.
El peligro de las redes sociales
El FOMO es un fenómeno vinculado a las redes sociales. Es decir, cuanto más las utilice una persona, más probabilidades tiene de experimentarlo. Sin embargo, en el libro La alegría de perderse cosas, Svend Brinkmann destaca que "se trata de fenómenos existenciales que van más allá de la tecnología". Este profesor danés de psicología de la Universidad de Aalborg, en Dinamarca, asocia el FOMO con una serie de experiencias y sentimientos negativos como ansiedad, carencia de sueño, tensión emocional, y otros efectos negativos sobre el bienestar físico. "Cada vez tenemos más conciencia de que el precio que pagamos por estar conectados permanentemente es muy alto, hasta el punto de que pasamos del FOMO.fear of missing out — en el JOMO —joy of missing out (el placer de estar desconectado)—", explica Manuel Armayones, profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación y director de desarrollo del eHealth Center de la UOC.
El JOMO es este nuevo concepto que sirve por nombrar una actitud totalmente contraria al FOMO. Reivindica el hecho de no necesitar hacer todos los planes que vemos en las redes, de negarse a hacer las cosas que no te apetezcan y, sobre todo, apostar por dejar de tener miedo de perderte cosas. A cambio, fomenta la desconexión digital, quedarse en entornos más tranquilos, reducir la vida social y vivir más el presente. Es un patrimonio interno, personal, estructural", explica el profesor Soler.
Este término nació de forma orgánica y espontánea. Tal y como indica Soler, "son dos caras de la misma moneda. Dos polos opuestos. No existen el uno sin el otro". Durante octubre del 2021, millones de personas en todo el mundo perdieron el acceso a sus redes sociales debido al "apagón" global sufrido por la compañía Meta durante 6 horas. Durante los siguientes días, un grupo de investigadores rastrearon internet en busca de las experiencias emocionales de los millones de ciudadanos que se encontraron desconectados. , al mismo tiempo, se hizo evidente que hubo una sensación general de alivio e, incluso, sensaciones positivas. , señala Soler, que concluye con unas recomendaciones para encontrar ese equilibrio beneficioso entre estas dos prácticas: "La toma de conciencia, el análisis de la propia conducta, la consideración de los factores de riesgo de cada conducta, y una planificación personal estratégica".
Tres hábitos para desconectar
- Limitar el acceso a las redes sociales. Hay aplicaciones en el móvil (como Bienestar digital de Google) que permiten establecer temporizadores para alertarte cuando pasas demasiado rato en una aplicación.
- Realiza paradas de internet. Puede establecerse un día a la semana o un fin de semana sin móvil para ser consciente de la dependencia que puede llegar a generar.
- Controla la agenda. El FOMO o el JOMO no sólo están vinculados a las redes sociales. También hay muchos compromisos a los que nos sentimos obligados a asistir por el miedo a perdernos algo, pero que realmente no nos apetecen. Los expertos recomiendan revisar el calendario y decidir qué actividades no son realmente necesarias o se realizan sólo para complacer a los demás.