Los Bennifer, el cuento de hadas que nos habíamos querido creer
Mientras el matrimonio que nos devolvió la fe en el amor hace aguas, la unión de los reyes de España ha quedado más afianzada que nunca en el décimo aniversario de la proclamación de Felipe VI
BarcelonaVamos tan pasados de vueltas que ya apenas recordábamos la absoluta fiebre informativa que vivimos hace dos años con el reencuentro amoroso y nupcial de los Bennifer, que es la pareja formada por Ben Affleck y Jennifer Lopez. Ambos actores protagonizaron en el 2022 un maravilloso cuento de hadas sexoafectivo de escala global cuando decidieron reanudar la relación sentimental que habían roto veinte años antes, cuando eran sólo dos jóvenes promesas delstar system norteamericano que fracasaron por ese motivo tan sufrido que los ajenos al show business siempre nos tragamos: la presión de la fama. Sin embargo, en mayo de hace dos años aquella antigua ruptura pasó absolutamente a la historia gracias a su nueva e irresistible narrativa, la del amor romántico. A ojos de sus fans, el amor de los Bennifer ganaba una guerra en la industria, que había hecho fracasar su relación cuando eran jóvenes. Para el resto, su historia mediática nos venía a contar una novela de inspiración Disney que todos teníamos muchas ganas de creernos: el amor todo lo puede y la boda que en 2003 cancelaron pocos días antes de la fecha prevista por fin se materializaría.
Dos años después de aquella efervescencia amorosa, sin embargo, resulta que ni él lleva el anillo de casado, ni viven juntos ni se van de vacaciones juntos, y lo más crudo de todo: se venden la casa que se compraron para realizar vida marital. Dos años después, se ha esfumado la purpurina emocional de la que se nutrían en su boda en Las Vegas, su viaje de boda a París y aquella escapada a Venecia en el que se dejaron fotografiar besándose mientras navegaban por los canales de la ciudad más romántica del mundo. Dos años después, sólo queda la triste realidad: son dos personas que funcionan muy bien mediáticamente –y quizás en algún otro contexto...– pero no en la vida cotidiana, aka, la vida.
Resulta que, si miramos con perspectiva aquella boda frustrada del 2003, ya entonces había algún motivo extra para que la relación no funcionara. Pese a que en ese momento la explicación fue que la fama y todo lo que conlleva les había impedido culminar su relación con una boda, y que para poner gasolina en su renovado cuento en el 2023 explicaron –por primera vez personalmente– que se derrumbaron bajo la presión, es posible que los motivos subyacentes de su falta de compatibilidad no sean nuevos sino que sean los originales. Si se repasa su carrera y trayectoria vital, Jennifer López siempre ha seguido el camino clásico de una estrella masiva de EEUU, de las que vienen perfumes con su nombre. JLo, que quizá en breve recuperará este icónico nombre, ha tenido siempre relaciones mediáticas y ha explotado todas las facetas posibles de la poliédrica fama artística. Ha cantado, bailado, actuado, desfilado, presentado, diseñado y ha sido siempre noticia en la prensa rosa, la gran aliada de las estrellas 360°, las que generan una espiral multiplicatoria de la fama a su alrededor y hacen que cada faceta de la su popularidad alimente la siguiente. Ha hecho Superbowls, ha cantado en investiduras presidenciales y ha vendido todo lo que se le ha puesto por delante. De hecho, sólo por poner un ejemplo, aprovechó muy astutamente el resurgimiento de su fama al reanudar la relación con Affleck para lanzar una newsletter a la que todo el mundo se suscribió porque, entre otras cosas, compartía material sobre su boda...
¿Pero quién está al otro lado de los Bennifer? Pues un hombre que previamente había convivido, entre 2004 y 2017, con la discretísima actriz Jennifer Garner, a la que conoció trabajando juntos en Pearl Harbour. Con ella, con la que tuvo tres hijos, acabó divorciado por culpa de la adicción de él al alcohol, una ruptura que siempre ha explicado que es su peor fracaso porque Garner era absolutamente la mujer de su vida. Affleck, que ha tenido grandes papeles en el cine –a Armageddon, Pearl Harbour, Argo oBatman contra Superman: El amanecer de la justicia– y que ha sido aplaudido también por su faceta como director, es estrictamente un actor que no ha cultivado nada su faceta de celebridad, ya que la presión de la fama –tal y como ha reconocido– no le ayuda con los suyos problemas de adicciones. De hecho, un hombre con su físico y poder de convocatoria pudo hacer anuncios muy bien pagados, algo que él no ha hecho.
Formas de ejercer la fama
Con esta disparidad de formas de enfrentar la vida y la profesión, es evidente que los Bennifer no son compatibles. Como siempre ocurre, quizá ella pensó que podría cambiarlo y él se dejó llevar por la ficción que podría convivir con una vida mediatizada que no le generaba ningún beneficio comercial ni ningún beneficio para su salud mental. Por último, la realidad parece que se ha impuesto a las construcciones e idealizaciones de la pareja respecto a su propia vida conjunta. Hay medios que dicen que el anuncio del divorcio es inminente, algunos dicen que por disparidad de agendas ahora harán vidas más distanciadas durante un tiempo. Es decir, que se darán espacio y aire fresco para ver si pueden salvarlo. Sea cual sea el desenlace, esperamos que esta vez no nos tomen por tontos diciéndonos que ha sido el escrutinio de los medios y las obligaciones del negocio lo que les ha separado. Ambos tienen dinero para vivir siete vidas sin trabajar. Pueden retirarse de la exposición mediática mañana mismo. Pueden empezar a trabajar en negocios más discretos también mañana mismo. Pueden migrar a países en los que vivir tranquilos también mañana mismo. Pero, si quieren explotar sus carreras de forma dispar, ¡que no nos echen la culpa a nosotros! El gran público que sólo comemos lo que nos ponen en la mesa...
Y, si este matrimonio hace aguas, el que ha conseguido darle la vuelta al discurso mediático de fracaso ha sido el de los reyes de España, que con el asunto Jaime del Burgo parecía tocado y hundido y que esta semana ha logrado dar la vuelta a la tortilla para celebrar los 10 años de la proclamación de Felipe VI. Sea cual sea lo que pasa de puertas adentro, ha quedado todo muy verosímil, la verdad. En casos como éste, la realidad sentimental del matrimonio es algo muy secundario y quien diga lo contrario es que no ha entendido nada. La gente monárquica quiere una foto normativa de una familia también normativa y, que si hay paños sucios, se laven a casa o, en su caso, a palacio. Si esto se cumple, están dispuestos a pagarles la fiesta. Quedó demostrado con los predecesores, y los herederos tomaron buena nota, como ha quedado claro. Unos vibramos con la realidad de los Bennifer y otros con las ficciones reales.