Txe Arana: "No había urgencias de nada, sólo ratos de estar en remojo, el sabor a melocotón y estar horas siguiendo una hilera de hormigas"
La comunicadora y actriz tiene muy buen recuerdo de los veranos de infancia en las Balsas de Alpicat
BarcelonaCon cierta nostalgia, la comunicadora y actriz Txe Arana se queda con los veranos de niñez, cuando tenía seis años y jugaba todo el día: "El juego no era un pasatiempo, era el tiempo mismo. Aquella época en la que ni siquiera sabía lo que quería decir perder el tiempo porque el tiempo era nuestro". Siendo de una familia numerosa, son seis hermanos, el verano era el momento de estar juntos, con hermanos y primos. "Entonces no había urgencias de nada, sólo ratos de estar en remojo en la piscina, el sabor a melocotón, y estar horas y horas siguiendo una hilera de hormigas". Unos veranos ideales en los que siempre estaba acompañada, no se podían aburrir, las risas estaban muy presentes en casa.
Vivían en Lleida ciudad donde tenían una torre, que les permitía estar en el campo, ya menudo con la madre cogían el bus para ir a las Balsas de Alpicat, un complejo lleno de piscinas, donde iban los leridanos a refrescarse. Llegaban en unos veinte minutos, cargados con los utensilios de piscina –cada vez llevaban más cosas–, y todos los niños. Era el paraíso del agua, multitudinario, con distintas piscinas de distintas formas. Allí pasaban gran parte del verano, en remojo. Entraban en el agua y no salían hasta que acababa el día. Todo lo que existía era porque se dejaba tocar, la hierba que picaba, la frialdad del agua… "No había reglas, una vez llegabas jugabas y ya está, con piedras, agua y sombras, sin preguntar por qué", recuerda. También se bañaban en el Segre: "El río era un desastre, lleno de barro, pero también nos bañábamos". Era muy diferente, como el verano que cerraron el barrio en el que hacían obras, en Lleida. Levantaban las calles y las cortaron: "Fue brutal, llenos de polvo todo el día. Estando en la ciudad dispusimos del barrio para nosotros, hicimos la calle nuestra, como el tiempo".
Otros veranos ideales son los que pasaban en Andalucía, en el pueblo de los padres, y se reencontraban con muchos primos, "en el pueblo todos eran familia", dice. Eran veranos de familia y playa. Iban en furgoneta hasta el sur, infinidad de horas sin cinturones de seguridad, y cuando se abría la puerta salía un montón de niños con colchones de playa, y sus padres.
Aprovechando que es autónoma, Che intenta evitar hacer vacaciones en verano para ahorrarse las masificaciones. Aunque es mucho que hacer cosas, cuando viaja llega a los lugares y no se está quieta, hace y deshace, y visita todo lo que puede, pero últimamente está naciendo en su interior una especie de ilusión por hacer unas vacaciones tópicas: "Estar en una playa paradisíaca y no hacer nada". Está pensando que quizás algún día se lo regale.