Conflicto en Sudán

El éxodo de la guerra en Sudán que puede acabar con casi un millón de refugiados

Más de 250.000 personas han huido a países vecinos durante el primer mes de combates, siguiendo trayectos largos, caros y llenos de incertidumbre

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Refugiados sudaneses esperan raciones del Programa Mundial de Alimentos cerca de la frontera entre el Sudán y el Chad, el 9 de mayo.

El CairoDurante los primeros días de combates entre el ejército del Sudán y las paramilitares Fuerzas Rápidas de Apoyo (RSF), estallados el 15 de abril, la capital del país, Khartum, se convirtió en el escenario de sofisticadas operaciones de evacuación de numerosas misiones extranjeras, entre ellas España, en la mayoría de casos por aire o por mar. Pero millones de sudaneses se quedaron atrás, encomendados a su suerte, y muchos de ellos también han intentado huir del país desde entonces. En su caso, sin embargo, lo han tenido que hacer a través de rutas mucho más largas, peligrosas, caras y rodeadas de incertidumbres.

Desde el inicio de los enfrentamientos, que han dejado centenares de muertos y miles de heridos, se calcula que más de 250.000 personas, la mayoría sudaneses, han ido a alguno de los países vecinos para buscar un refugio seguro. El origen de este éxodo humano son sobre todo Khartum y la región occidental del Darfur, los dos puntos más castigados por los enfrentamientos. Y a quienes han optado y han podido abandonar Sudán, se suman más de 840.000 personas desplazadas internamente.

Hasta ahora, la ruta más transitada por los sudaneses que marchan del país es la que pone rumbo hacia el norte, hacia Egipto, donde ya han entrado más de 100.000 personas, además de 5.000 de otras nacionalidades. La mayoría huyen de Khartum, y para llegar tienen que hacer un trayecto de más de 900 kilómetros por carretera, que la mayoría recorren en autobús a precios disparados. Egipto no ha cerrado el acceso, pero tampoco lo ha reforzado, y sigue dejando pasar a mujeres, niños y gente mayor mientras sigue pidiendo el visado a hombres de entre 16 y 50 años.

Esta gestión por parte de Egipto está provocando atascos en los pasos fronterizos, que pueden alargarse durante días en medio del desierto y con la escasez de comida, agua y servicios generales. Y también en Wadi Halfa, un pueblo cercano de la frontera donde hay una oficina consular egipcia colapsada por el número de solicitudes de visado. Debido, en gran parte, a estas restricciones de entrada, muchos de los que llegan a Egipto son mujeres, niños y personas mayores.

Cambio de matrícula para ahorrarse las colas en la frontera

Una doctora sudanesa que está actualmente en El Cairo, y que prefiere que no se publique su nombre, explica al ARA que ella, su hermana, su hijo pequeño y sus padres, de más de 50 años, abandonaron Jartum en coche el primer día de combates. El motivo, lamenta, es que no tenían otra opción: su piso estaba muy cerca del aeropuerto de la capital, que ha sido uno de los puntos donde se han concentrado los peores enfrentamientos armados.

“El día que nos fuimos, algunas de las zonas a las cuales habíamos ido con el coche fueron bombardeadas [después]”, recuerda. “Fuimos hacia el norte. Primero a [la ciudad de] Dongola y después a Wadi Halfa, que estaba a rebosar de gente”, comenta. Allá tenían un contacto que les cambió las matrículas del coche por unas egipcias, para que pudieran atravesar la frontera más rápidamente, y poderse ahorrar así las largas colas de los autobuses.

Otro de los países hacia donde está huyendo un gran número de sudaneses es Chad. Durante el primer mes de combates, este país ya ha acogido a más de 76.000 personas, según datos de las Naciones Unidas. Muchos son chadianos de vuelta y sudaneses que escapan del Darfur, que comparte una frontera de unos 1.400 kilómetros con el país. En este caso, las agencias de ayuda humanitaria alertan desde el principio que la mayoría de quienes están atravesando esta frontera necesitan asistencia básica urgentemente.

Riesgo de un desastre humanitario

“En el Darfur hay [ahora] una calma relativa y combates intermitentes”, apunta Adam Rojal, un portavoz de desplazados internos de la región. “Desde el punto de visto humanitario y de salud, la situación se está deteriorando y es muy peligrosa y difícil, y podría llevar a un desastre. La gente no tiene comida, ni nada para beber, ni medicinas, así que puede representar una amenaza sobre todo para los niños, la gente mayor y las mujeres embarazadas”, añade en la conversación con el ARA.

Hacia Sudán del Sur ya han cruzado también al menos 57.000 personas, según los últimos cálculos de la ONU, que escalan rápidamente. En este caso, la mayoría son, de nuevo, sur-sudaneses de vuelta, puesto que Sudán acogía antes del estallido de los combates actuales unos 800.000 refugiados del país vecino. Sudán del Sur no está pidiendo visado a nadie que esté buscando refugio, a pesar de que la frontera está a unos 450 kilómetros de Jartum y no es de fácil acceso.

“La frontera de Sudán del Sur está desbordada por el número de personas que entran”, dice la Akoc Manhiem, miembro de una campaña popular que se ha movilizado para evacuar de Sudán a ciudadanos del país vecino que habían quedado atrapados.

Además de los tres países anteriores, más de 20.000 personas han decidido huir a Etiopía, más de 9.000 han abandonado el país por la frontera con la República Centroafricana, y 8.500 más han marchado hacia Arabia Saudita, a pesar de que la mayoría no tienen nacionalidad sudanesa. La agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, ha alertado que si las hostilidades no se paran, el número de refugiados seguirá aumentando y podría llegar hasta los 860.000.

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