África

La guerra eterna en el Congo que se alimenta con cada teléfono móvil que se vende en el mundo

El avance de la guerrilla M23 más allá de Goma le ha permitido consolidar el dominio de territorios ricos en oro, coltán y otros recursos naturales

Congoleños en una mina abandonada en Mongbwalu, en el noreste de la República Democrática del Congo.
Jaume Portell
21/02/2025
4 min
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Barcelona"Ya no estoy en Goma desde su empleo. Estoy preparado para pasar un tiempo lejos de la familia y mis seres queridos", explica al ARA Steward Muhindo, investigador congoleño. Las tropas del M23, la guerrilla que opera en el este de la República Democrática del Congo desde el 2012, ocuparon Goma a finales de enero. Se trata de un momento clave en su última campaña contra el gobierno congoleño, en marcha desde marzo de 2022, y que les ha permitido consolidar el dominio de territorios ricos en oro, coltán y otros recursos naturales.

El domingo, el M23 conquistó Bukavu, una ciudad a 200 km al sur de Goma. La captura de Goma hace tres semanas terminó con 2.900 muertes y, según la ONU, el conflicto ha generado más de 6 millones de desplazados. Muhindo, activista del grupo prodemocracia LUCHA, ha escapado de Goma por miedo a las represalias y ahora mismo está en un país vecino. "Desde hacía meses, denunciar los crímenes y la guerra del M23 nos ha comportado amenazas constantes", dice. En algunos casos, como en el del joven activista Pierre Byamungu Katema el pasado 12 de febrero, los ataques han terminado en asesinato.

¿Cómo se financia el M23?

Según los informes de los expertos de Naciones Unidas sobre el terreno, el G7 y el gobierno de Estados Unidos, el M23 dispone del apoyo logístico y económico de Ruanda, el país vecino. El último informe de la ONU estima que existen entre 3.000 y 4.000 soldados ruandeses en la República Democrática del Congo, llegando a una conclusión: "Cada unidad del M23 cuenta con la supervisión de las fuerzas especiales de las Rwandan Defence Forces (ejército ruandés)".

El control de las minas de Rubaya ha permitido que 120 toneladas de coltán fluyan rumbo a Ruanda cada mes, y los responsables del M23 han doblado el salario a los mineros para aumentar su producción. El M23, gracias a este negocio, ingresa "al menos 800.000 dólares cada mes", según la ONU. La carretera entre Congo y Ruanda por donde transitan estos minerales ha estado en obras recientemente: había que hacerla más ancha para que cabasen los camiones que llevan el coltán hacia Ruanda.

Producció i exportació de coltan

Un conflicto con muchas capas

Jimmy Kande es un banquero congoleño convertido en activista anticorrupción, y ha coordinado una coalición de actores para combatirla a través de la plataforma Congo no está disponible (Congo no está en venta). Kande explica que es difícil encontrar a un solo culpable de la situación: "Es una combinación compleja de factores económicos, históricos y geopolíticos. Ruanda y Uganda apoyan a grupos armados; el gobierno congoleño no es capaz de mantener la seguridad en un territorio donde operan más de 100 grupos armados", comenta. E indica quien cree que son los grandes beneficiados de esta situación: "La guerra en Congo está impulsada por la explotación ilegal de minerales estratégicos, como el coltán, el oro y el cobalto, lo que beneficia tanto a las empresas internacionales como a las redes criminales locales y extranjeras".

La situación que comenta Kande genera una paradoja en el sector del coltán: pese a que el Congo produce cada año más coltán que Ruanda, es Ruanda el que ingresa más dinero por las exportaciones de este mineral. Una situación que se repite con el oro, que en pocos años se ha convertido en la primera exportación de Ruanda aunque no cuenta con grandes reservas en su territorio. "El M23 y otros grupos armados están activos en regiones ricas en oro, en el Kivu Norte y en Ituri. Facilitan la logística y la exportación hacia Ruanda, donde el oro congoleño es refinado y se integra en circuitos legales antes de ser vendido al mundo", añade Kande.

El papel de la UE en el saqueo de los minerales

Mientras los congoleños sufrían por el avance del M23, una delegación de seis personas liderada por el presidente Etienne Tshisekedi asistía a finales de enero al foro de Davos. La prensa suiza se hizo eco de los gastos en un hotel de cinco estrellas, donde la delegación congoleña gastó más de 460.000 dólares. La noticia no sorprende a Steward Muhindo, el activista exiliado: "Para el presidente y su entorno, Congo es más una fuente de enriquecimiento que un país por gobernar". Muhindo critica también a la Unión Europea, que firmó hace un año un acuerdo de suministro de minerales con Ruanda: "Son unos hipócritas. ¿Cómo pueden saber que los minerales comprados en Ruanda no son saqueados en el Congo? ¿Dónde quedan los valores democráticos si apoyan un estado que viola el territorio de otro y silencia a sus propios ciudadanos?".

Las relaciones con Ruanda tienen también una derivada energética para la UE. El 18 de noviembre del pasado año, el Consejo Europeo financió con 20 millones de euros el ejército ruandés, presente en Mozambique, para proteger de los ataques islamistas el proyecto de gas natural licuado de la empresa francesa Total. Un portavoz de la Comisión Europea, cuando le preguntaron por la vigencia del acuerdo, respondió que seguían la situación en la región "con profunda preocupación" y que la Comisión no apoyaría inversiones concretas en el procesamiento de minerales de origen incierto.

La influencia de China

Otro de los actores influyentes en el conflicto de Congo es China. La posición del país en el Consejo de Seguridad de la ONU fue pedir el cese de las hostilidades de todos los bandos, junto con la retirada de tropas de los territorios ocupados. Pekín es el gran comprador de coltán en la zona, con el que se realizan las baterías de los móviles. Según los datos de la Administración General de Aduanas de China, en 2024 China compró 2.300 toneladas de coltán en Ruanda y 1.000 toneladas en la República Democrática del Congo. Congo ingresó 54 millones de dólares; Ruanda, el doble: 108 millones de dólares. Dos granitos de arena junto a las ventas de los teléfonos inteligentesde China: 132.000 millones de dólares para apuntalar a una industria del móvil que, según la GSMA —la organizadora del MWC de Barcelona—, generó 5,7 billones de dólares en valor añadido en 2023.

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