Sahel

¿De qué huyen los refugiados malienses llegados a Tossa de Mar?

Malí vive un conflicto interno desde el 2012 que se ha agravado con la presencia de grupos afines a Al Qaeda y el Estado Islámico que aterrorizan a la población

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Dos refugiados malienses en el hotel de Tossa de Mar

Uagadugú (Burkina Faso)Ismael Isaac es un cantante de reggae marfileño que tiene una canción que se llama Lampedusa y habla sobre la migración. “Antes la muerte en el mar que la vergüenza ante mi madre; me voy”, dice una de las frases que cantan miles de jóvenes provenientes de África occidental. Seguramente los refugiados malienses que han llegado a Tossa de Mar esta semana también la conocen, su madre está lejos y se han marchado a regañadientes de su país.

Mali es uno de los países más grandes del continente africano. De hecho, es grande como dos veces la península Ibérica y su suelo posee una de las mayores reservas de oro del mundo. Malí ha visto crecer "la perla del desierto", o "la ciudad de los 333 santos", Tombuctú, una ciudad erudita y eje comercial entre la zona del Sahel y el norte de África. También ha sido la capital del emperador más rico de todos los tiempos, Mansa Musa, quien encargó al poeta y arquitecto andaluz Abu Ishaq Ibrahim al Sahili diseñar edificios emblemáticos del siglo XIV, como la mezquita de Djingareyber, actualmente en la lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro; una zona que hace al menos una década que los propios malienses no pueden pisar por riesgo de ser asesinados, secuestrados o extorsionados por grupos terroristas.

Puedes huir de un país, pero no de su historia. La intervención de la OTAN en el 2011 en Libia, que acabó con el asesinato del presidente libio Moamar Gadafi, fue un terremoto para la región. Cuando terminó la guerra de Libia las armas empezaron a entrar en Malí por el norte y surgió la cuarta rebelión tuareg, liderada en ese momento por el Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (MNLA). El Azawad es un territorio semidesértico del norte de Mali históricamente reclamado por los pueblos tuaregs.

En ese momento la rebelión tuareg también se empezó a mezclar con la llegada y formación de grupos terroristas como Al Qaeda del Magreb Islámico o Ansar Dine, que empezaron a imponer la sharia, la recaudación de impuestos, el control de carreteras y pusieron a los más jóvenes entre la espada y la pared: o eres de los nuestros o vaso contra nosotros. En 2013 el gobierno de Mali pidió apoyo extranjero para recuperar el norte del país en manos de miembros de MNLA y grupos terroristas.

Epicentro del terrorismo mundial

El 11 de enero del 2013 empezaría la operación Serval, liderada por el ejército francés, en la que se recuperaron las principales ciudades del norte de Mali –Gao, Kidal y Tombuctú– hasta firmar en 2015 el Acuerdo de Argel entre el gobierno de Mali y la Coordinación de Movimientos del Azawad. Sin embargo, hasta la fecha el conflicto sigue persistente y agravado por la presencia y la actividad de los grupos terroristas afines a Al Qaeda y el Estado Islámico.

Según el Índice Global de Terrorismo, Mali es el segundo país del mundo que más sufre los ataques terroristas, sólo por detrás de su vecina Burkina Faso. El Sahel se ha convertido en el epicentro del terrorismo mundial, además deun nuevo campo de batalla al que ya se ha trasladado, también, la guerra de Ucrania.

Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA en sus siglas en inglés), un 32% de la población de Mali necesita ayuda humanitaria inminente, 2 millones de personas no tienen acceso a los alimentos básicos y al menos 500.000 personas no tienen una casa en la que vivir porque han tenido que huir de la violencia terrorista. Además, desde 2021, varias organizaciones de derechos humanos han denunciado las masacres perpetradas por el grupo ruso Wagner. Se conoce la masacre de Moura, donde según la ONU fueron ejecutados 500 civiles y unas 60 mujeres fueron violadas por mercenarios rusos y soldados malienses.

Un conflicto crónico agravado por la crisis climática

“Es más que una guerra, se trata de la cronificación de un conflicto, de la inseguridad persistente y de personas que viven en condiciones de extrema vulnerabilidad y luchan por satisfacer sus necesidades más básicas”, explica al ARA un trabajador humanitario presente en Bamako, capital de Mali.

La situación humanitaria también se ve agravada por el efecto del cambio climático. La junta militar liderada por el coronel Assimi Goïta, que llegó al poder después de un golpe de estado en el 2021, ha declarado el estado de catástrofe nacional por inundaciones. Según cifras oficiales, desde el 1 de agosto las lluvias han causado 54 muertes, 111 heridos y 71.800 personas se han quedado sin hogar. "La respuesta humanitaria está centrando los esfuerzos en dar una respuesta a la crisis de desplazados, que a su vez agrava el acceso a la tierra y, así, a la falta de alimentación y de trabajo", añade la fuente humanitaria.

“Soy libre, me quedo por construir África”, es la frase con la que termina la canción de Ismael Isaac. Una opción muchas veces imposible cuando la vida está en peligro. Solo en el 2023 fueron asesinadas 753 personas en Malí a manos de grupos terroristas.

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