Al menos 83 muertos y 191 heridos en atentados en Afganistán en cuatro días

El Estado Islámico reivindica la mayoría de los ataques

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Un hombre herido al atentado contra una mezquita jueves en la ciudad de Mazar-e-Xarif, al norte del Afganistán.

BarcelonaAl menos 83 personas han muerto y 191 más han quedado heridas durante los últimos cuatro días en Afganistán a consecuencia de atentados protagonizados en buena parte por el llamado Estado Islámico. Este grupo terrorista continúa activo en el país a pesar de que los talibanes aseguraron, cuando llegaron al poder el agosto pasado, que ellos sí que podrían garantizar la seguridad en Afganistán, a diferencia del anterior gobierno. Pero ni antes había seguridad ni tampoco ahora, como ha quedado demostrado los últimos días. Con el agravante de que actualmente la población afgana se siente en una auténtica ratonera y olvidada por la comunidad internacional. Los países occidentales mantienen las embajadas cerradas en el país y la ayuda extranjera llega con cuentagotas.

El último ataque ha tenido lugar este mismo viernes en una mezquita de la ciudad de Kunduz, en el norte del país, cuando centenares de fieles se habían reunido para rezar. Al menos 33 personas han muerto y 43 más han resultado heridas, entre los que había niños. Es el único ataque que no ha sido reivindicado de momento, pero sus características son similares al que generó el pánico este jueves en otra mezquita en la ciudad de Mazar-i-Sharif, también en el norte de Afganistán, y que fue protagonizado por el Estado Islámico. En los dos atentados, los terroristas hicieron detonar un artefacto explosivo en el momento de la oración, lo que ha generado especial consternación en unas fechas especialmente señaladas, puesto que se celebra el Ramadán.

Minoría chiita

El atentado del jueves también provocó un baño de sangre: al menos 31 personas murieron y 87 más resultaron heridas aunque la cifra podría ser superior, pero los talibanes intentan esconder la cantidad real de víctimas para dar la imagen de que la situación actual en el país no es tan dramática. La mezquita atacada el jueves pertenecía a la minoría chiita del país, una comunidad que es de etnia hazara –son muy fáciles de identificar, porque tienen los ojos alargados– y que ha sido blanco de sucesivos atentados, no solo ahora con los talibanes, sino también con el anterior gobierno afgano. En Afganistán la mayoría de la población es musulmana suní.

La mezquita atacada el jueves en Mazar-i-Sharif, en el norte de Afganistán.

Sin ir más lejos, este martes hubo dos atentados en el corazón del barrio donde esta comunidad vive por antonomasia en Kabul, la capital afgana: en el barrio de Dasht-e-Barchi. A las siete de la mañana una bomba explotó en la escuela Mumtaz, un centro privado donde los jóvenes se preparan para el examen de la selectividad. Tres horas más tarde, tres explosiones más afectaron el instituto Abdul Rahim Shahid, que es uno de los más grandes del oeste de la capital y donde estudian miles de alumnos. No se sabe cuántas personas murieron o resultaron heridas exactamente, porque los talibanes dificultaron el acceso a la prensa y después prohibieron al personal de los centros educativos hablar con los periodistas. El diario New York Times contabilizó un total de 15 muertos y 49 heridos en seis hospitales donde fueron ingresadas algunas de las víctimas.

El Estado Islámico reivindicó los dos ataques, así como un atentado contra un autobús el jueves en la ciudad de Kunduz, en el que murieron cuatro personas y 18 quedaron heridas. Es decir, en cuatro días ha habido cinco atentados, lo que pone en evidencia la capacidad total del Estado Islámico de actuar en Afganistán y la imposibilidad de los talibanes de controlar el territorio a pesar de que se comprometieron a evitar que el país se volviera a convertir en un santuario para grupos terroristas. De hecho, esta fue una de las condiciones de Estados Unidos para firmar un acuerdo de paz con los talibanes y retirar sus tropas del país.

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