El fin del bipartidismo en Taiwán

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Lai Ching-te celebra con simpatizantes su victoria en las elecciones de este sábado.

Lai Ching-te ha ganado las elecciones de Taiwán con un 40% de los votos. La oposición, dividida entre el más filoxino Kuomintang (KMT) de Hou Yu-ih y eloutsider TPP de Ko Wen-je, obtuvo el 33% y el 26%. ¿Qué nos dicen estos resultados?

En primer lugar, el bipartidismo entre el DPP y el KMT que había dominado la isla en las últimas elecciones se ha roto. Si en los comicios de 2020 el DPP obtuvo el 57% de los votos y el KMT el 38%, ahora el pastel se ha dividido en tres partes. El DPP ha logrado ser la primera fuerza de la historia democrática de Taiwán que encadena tres mandatos consecutivos. Pero al mismo tiempo es el partido que ha perdido más electores con la llegada del TPP, que ha logrado captar a muchos jóvenes ex-DPP que ahora querían hacer un voto de protesta. El fin del bipartidismo representa un llamamiento de atención hacia el DPP y el KMT: no pueden seguir utilizando el miedo a Pekín para rehuir retos internos de la isla. Comparar Taiwán con Hong Kong y Ucrania tiene sus límites. El TPP, precisamente, tuvo éxito porque centró su discurso en problemas del día a día de los jóvenes taiwaneses, como los bajos salarios, el alto precio de los pisos o la falta de políticas sociales.

En segundo lugar, el resultado electoral huele a continuismo. Todo apunta a que Lai seguirá la política de confrontación leve con Pekín de su antecesora, Tsai Ing-wen, buscando más vínculos con Washington pero sin cambios radicales en elstatu quo. Una escalada militar con Pekín es un escenario improbable. Sin embargo, el DPP deberá ponerse las pilas y afrontar retos internos de los que depende el futuro de Taiwán, como la excesiva dependencia de la industria de los semiconductores o la escasa resiliencia energética. El DPP ha tenido suerte de que KMT y TPP no llegaran a ningún acuerdo de coalición: con una candidatura conjunta, posiblemente la oposición habría ganado. Lai debe llevar a cabo reformas que consoliden su legado –ahora muy dependiente de la popularidad de su antecesora– y que le ayuden a recuperar votantes. Contar con que la oposición volverá a estar dividida es una estrategia arriesgada.

Por último, la victoria presidencial del DPP es un triunfo parcial. El parlamento de Taiwán ya no tiene mayoría de escaños del DPP, que ha pasado de 61 a 51, mientras que el KMT ha aumentado de 38 a 52. El TPP tiene la clave para conseguir mayorías con 8 escaños. Para sacar adelante ciertas políticas, el DPP tendrá que negociar y rebajar sus ambiciones. Tanto el KMT como el TPP son menos escépticos respecto a Pekín que el DPP: esto puede afectar a las medidas en materia de defensa o económicas que necesitan aprobación parlamentaria. El DPP ya no podrá actuar de forma unilateral. Lai ya ha dicho que ha entendido el mensaje del electorado y buscará gobernar de forma colaborativa. El resultado plural de estas elecciones deberá traducirse en políticas pragmáticas y consensuadas que fortalezcan la democracia taiwanesa.

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