Biden asegura que una invasión rusa en Ucrania continúa siendo "muy posible"

Occidente mira con escepticismo el anuncio de retirada de tropas de Rusia y lo tendrá que "verificar"

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El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.

Joe Biden comparecía la noche de este martes, con tono serio, para dejar un mensaje claro: un ataque y una invasión rusa de Ucrania continúa siendo “muy posible”. El presidente recalcaba que, en caso de que se produjera, el coste en vidas humanas sería “inmenso”. Además, aseguraba que “la OTAN está preparada para todo lo que pueda pasar”. El mandatario de Estados Unidos era consciente de que su discurso cruzaba fronteras y, por ese motivo, destinó tiempo a dirigirse a la población rusa. “EE.UU. y la OTAN no son una amenaza para Rusia. Ucrania no está amenazando a Rusia. No buscamos desestabilizar vuestro país, ustedes no son nuestro enemigo”, decía Biden, que ha reiterado que su apuesta para salir de la crisis es "claramente" la vía diplomática. El mandatario también ha cifrado en 150.000 los soldados que, según los cálculos de Washington, están desplegados alrededor del territorio ucraniano.

La comparecencia del inquilino de la Casa Blanca ha servido para cerrar una jornada marcada en Occidente por el escepticismo ante el anuncio de Moscú de la retirada de tropas de la frontera con Ucrania. La Alianza Atlántica no se fía y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo dejaba muy claro: no cree que se trate de una desescalada real. “Hasta ahora no hemos visto ninguna señal de desescalada sobre el terreno”, repetía con contundencia. Para los aliados, el riesgo de conflicto armado no se reducirá hasta que Rusia no solo mueva tropas sino que también retire el armamento que ha desplegado en la zona. “Todo está preparado para atacar”, aseguró el ex primer ministro noruego. “Rusia mueve tropas de un lugar a otro constantemente, pero a menudo es más difícil mover el armamento y, si se marchan las tropas pero dejan el armamento, pueden volver rápidamente y desplegar un ataque”, explicaba.

La embajadora norteamericana ante la OTAN, Julianne Smith, recordaba que en diciembre Rusia ya hizo una declaración parecida y que, cuando se quiso comprobar, resultó que no era cierta: “Desde entonces solo hemos visto fuerzas rusas moviéndose en la dirección opuesta”, apuntó. “Hasta ahora hemos visto 30.000 soldados entrando en Bielorrusia. Obviamente, hace falta que una buena parte de este despliegue se retire para estar seguros de la desescalada”. 

Francia y Estados Unidos recalcaban que habrá que “verificar” la retirada de tropas. “No nos tenemos que precipitar a la hora de sacar más conclusiones. Todavía no se puede decir que lo que se ha anunciado sea la salida de la crisis: esto se tiene que construir y será gradual”, apuntaban desde el Elíseo. Washington calculaba que necesitaría uno o dos días para hacer las comprobaciones.

Contradicciones y prudencia

Mientras tanto, sin embargo, continuaban las contradicciones de las principales voces implicadas en los esfuerzos diplomáticos para evitar el conflicto armado. Stoltenberg, por un lado, negaba con rotundidad que Rusia esté retrocediendo sobre el terreno, pero por otro aseguraba que, desde Moscú, llegan señales para un “optimismo cauteloso” sobre la continuidad de las conversaciones. También el secretario de Estado de los EE.UU., Antony Blinken, decía en un comunicado después de hablar con su homólogo ruso, Serguei Lavrov: “Continuamos comprometidos con la vía diplomática y creemos que hay una rendija para resolver la crisis pacíficamente”. 

Hasta ahora, Occidente no ha dejado de repetir que cualquier violación de la soberanía territorial de Ucrania tendría un "alto coste", una respuesta "masiva" en forma de sanciones de todo tipo. Pero no sólo un ataque militar sería una vulneración de esta integridad territorial. La Duma ha pedido también este martes a Putin que reconozca la independencia de las repúblicas prorrusas del Donbás, cosa que, según Stoltenberg y también según la UE, sería "una violación de la soberanía territorial del país", de la ley internacional y de los acuerdos de Minsk. "Aún haría más difícil la solución política", ha remachado. Francia ha ido algo más allá y lo ha considerado un ataque "sin armas".

Pero a pesar de todos estos desafíos, la OTAN mantiene la mano extendida hacia Moscú para continuar hablando. "Hemos escuchado las preocupaciones de Rusia, hemos expuesto las nuestras, hemos hecho propuestas con contenido, estamos dispuestos a hablar de control de armas y misiles y de más transparencia", ha dicho el secretario general de la Alianza.

El miércoles se inicia la reunión de dos días que mantendrán los ministros de Defensa que integran la asociación. Los aliados desconfían tanto de Vladímir Putin que en las próximas dos jornadas no discutirán en ningún caso sobre cómo rebajar su presencia en la zona después del anuncio de retirada de tropas sino de incrementarlas. Los ministros de la OTAN abordarán justamente cómo reforzar su "posición defensiva" en la zona. A lo largo de las últimas semanas varios países aliados han enviado recursos al este europeo. Por ejemplo, Estados Unidos ha enviado más de 3.000 soldados a Polonia; Francia a Rumanía, y España al mar Negro.

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