EE.UU. prohíbe la importación de petróleo, gas y carbón rusos

Primera gran medida contra Rusia sin una acción similar de los aliados de la Unión Europea

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Joe Biden, desde la Casa Blanca.

WashingtonBoicot inmediato de Estados Unidos al sector energético ruso para "infligir todavía más daño" a Vladímir Putin. El presidente norteamericano, Joe Biden, ha anunciado que su país prohíbe de manera inmediata la importación de los principales combustibles fósiles que llegan desde Rusia (petróleo, gas natural y carbón), en una nueva escalada de los castigos contra el Kremlin por la invasión de Ucrania y como medida de presión para mantener el ahogo de la economía rusa para intentar forzar un retroceso de Putin y su intención de proseguir con la ofensiva. "Estamos prohibiendo todas las importaciones de energía, petróleo y gas de Rusia", ha dicho Biden desde la Casa Blanca, en un anuncio que de manera inmediata hará que no se acepte petróleo ruso en los puertos norteamericanos. Ya hace días que desde el gobierno de Biden se insinuaba que una acción de este calibre estaba a punto. Durante el fin de semana, el secretario de Estado, Antony Blinken, explicaba que era un debate que se estaba produciendo "intensamente" con los socios europeos y dentro de la administración.

Al final, y como es habitual últimamente, todo pasa muy deprisa en Estados Unidos, y las decisiones parece que se toman en cuestión de momentos. Menos de 24 horas antes del anuncio, la portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, aseguraba que el presidente todavía "no había tomado ninguna decisión" sobre qué hacer con el sector energético ruso, uno de los temas centrales de una llamada con los principales líderes europeos el lunes por la mañana. El paso es una declaración de intenciones en toda regla, con Biden demostrando que apuesta totalmente por no aflojar la presión sobre Putin. Era una decisión que desde Washington se veía capital, pero que también tiene muchas consecuencias que hay que tener en cuenta.

Al final, y en gran parte por la presión política insoportable sobre la administración Biden para que diera un paso de esta magnitud, el presidente norteamericano ha acabado metiendo la directa y, de manera unilateral, en solitario y sin unos socios de la Unión Europea que no dan el paso por la gran dependencia que tienen de las fuentes energéticas rusas, ha apuntado al petróleo ruso. "Es posible que muchos de nuestros aliados y socios europeos no estén en condiciones de unirse a nosotros", ha reconocido el presidente norteamericano. "Podemos dar este paso cuando otros no pueden", ha añadido, recordando la enorme producción petrolera y energética de EE.UU.

Una decisión que, por cierto, tiene el apoyo de los norteamericanos: según una encuesta de Quinnipiac publicada este martes, un 71% cree que hay que sancionar el oro negro ruso aunque implique que el precio de la gasolina aumente.

Presiones a Biden

En el ámbito doméstico, las voces para que impusiera sanciones al petróleo, el gas y el carbón se han acumulado con el paso de los días. Desde el Congreso, legisladores de ambos partidos, incluyendo la presidenta de la Cámara de Representantes, la demócrata Nancy Pelosi, le empujaban a atacar de manera inmediata, bajo la premisa que no quieren ver cómo los norteamericanos, con el pago de carburantes, sufragan el conflicto en Ucrania.

De hecho, hoy mismo, los congresistas norteamericanos empiezan a debatir un proyecto de ley para prohibir la importación de petróleo ruso –independientemente de la acción de Biden–; además, pretenden incluir cláusulas que rompan el desarrollo normal de las relaciones comerciales con Rusia y Bielorrusia.

Las consecuencias de prohibir la importación de combustibles fósiles no son menores para Estados Unidos. Es cierto que puede suponer un golpe fatal para una economía rusa en clara y evidente caída estrepitosa, teniendo en cuenta que los combustibles fósiles son su mayor exportación. Tal como ha dicho Biden, el objetivo es "la principal arteria" de la economía rusa. Rusia es el tercer exportador mundial de crudo y productos petroleros: alrededor de 7 millones de barriles diarios o, lo que es el mismo, el 7% del suministro global.

Pero también es cierto que el efecto en Estados Unidos puede ser sobrecogedor, en un país que ya naturalmente está viviendo la peor inflación de las últimas cuatro décadas y con el precio de los combustibles en máximos históricos: en el ámbito nacional ha llegado a los 4,173 dólares (3,82 euros) por galón (3,79 litros), a pesar de que hay estados donde ha superado los cinco dólares.

Negociaciones con Venezuela e Irán

Pese a que EE.UU. es el mayor productor de petróleo mundial, recibe un 8% de sus importaciones de crudo de Rusia (unos 672.000 barriles diarios, según la Administración de Información Energética de EE.UU.): la decisión afectará los precios de la gasolina y disparará una inflación que tanto esfuerza está costando mantener bajo control.

Es por eso que EE.UU., desde hace días, buscan alternativas para que la disrupción, tanto en el suministro como en el precio, no sea tan grave. Además de poner a disposición de mercado millones de barriles de petróleo de las reservas estratégicas nacionales, entre las opciones también están la búsqueda de nuevas fuentes de donde importar energía, hecho que ha provocado la antinatural situación de tener que negociar con enemigos íntimos como la Venezuela de Nicolás Maduro (casualmente, uno de los principales aliados de Putin) e Irán.

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