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Trump ante el juez en el caso por el fraude fiscal en Nueva York: "Eso ha sido una caza de brujas política"

El expresidente hace campaña en la jornada final de un proceso que le puede costar una multa de 370 millones de dólares y la prohibición de hacer negocios en el estado

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El expresidente Donald Trump, candidato republicano a la presidencia, en el banquillo de los acusados en el tribunal de Nueva York que le juzga por fraude fiscal, en el día de los argumentos finales.

BarcelonaEl expresidente de Estados Unidos Donald Trump ha empleado este jueves su comparecencia ante el juzgado de Nueva York que ya dictaminó que había cometido fraude fiscal con su imperio inmobiliario en la ciudad para continuar la campaña electoral por la designación republicana en las elecciones del 5 de noviembre. Trump ha podido intervenir tras los argumentos finales de defensa y Fiscalía una vez su abogado, Chris Kise, ha pedido al juez Arthur Engoron que reconsiderara la prohibición inicial de dejarle hablar, y que éste, finalmente, le permitiera dirigirse al tribunal.

Cuando ha intervenido, sin embargo, Trump ha mostrado la cara más arrogante. Y los dos o tres minutos que había solicitado el letrado Kise se han convertido en cinco, hasta que Engoron ha cortado a Trump ante el desacato y el tono electoralista de sus palabras. Los argumentos del favorito a la designación republicana no han diferido mucho de los que había expuesto durante el juicio, ni delante de la prensa antes de entrar en la sala, cuando aún creía que no podría hablar:

"Los hechos muestran que los estados financieros son perfectos –ha dicho–, que no hay testigos contra nosotros. Los bancos recuperaron su dinero después de haber concedido unos grandes préstamos. Esto ha sido una caza de brujas política”, ha añadido. "Deberíamos recibir compensaciones".

Ante los pocos asistentes en el interior de la sala, Trump ha continuado espetando su mensaje, olvidando el precepto impuesto por Engoron: "El hecho es que estamos ante una situación en la que soy un hombre inocente, que he sido perseguido por alguien que se presenta a un cargo [en referencia al presidente Joe Biden], y creo que debes ir más allá de los límites [de lo que le estaba permitido]. señoría, es un fraude contra mí. Quieren asegurarse de que no vuelva a ganar y eso es parcialmente una interferencia electoral". En la comparecencia ante la prensa, Trump ya había culpado al presidente, Joe Biden, de estar "coordinando" desde la Casa Blanca lo que considera un ataque directo contra su candidatura.

La vista final de este jueves debe servir para que el juez dictamine cuál es la multa que debe pagar Trump, dado que ya sentenció que el magnate y su familia habían cometido fraude "de forma repetida y persistente". La fiscal general de Nueva York, Letitia James, pide que se le imponga una multa de 370 millones de dólares y que, tanto a él como a sus hijos, se les prohíba volver a realizar negocios en Nueva York. En el alegado final, el abogado Christopher Kise ha defendido que las acusaciones eran "fabricadas", también como parte de una persecución política. Kise ha insistido en lanzar responsabilidades a empresas subsidiarias o personal de la empresa o incluso a entidades bancarias como Deutsche Bank que "pusieron la alfombra roja" en Trump.

"Persecución política"

El día había arrancado con una amenaza de bomba en el domicilio particular del juez Arthur Engoron. El incidente se suma a los cientos de amenazas de muerte que él mismo y su personal han recibido en el transcurso del proceso.

Para Trump, tanto este juicio como los otros cuatro casos penales y uno más civil que tiene abiertos son una pura "persecución política". Comentando ante la prensa la inicial prohibición del juez a dejarle hablar, ha dicho: "No tengo derechos y nadie cree que todo esto sea constitucional. Esto es una caza de brujas, una interferencia política de alto nivel y una desgracia". Es muy injusto, nadie ha visto nunca algo como éste".

En su intervención el pasado noviembre ante este mismo tribunal ya hizo un discurso muy parecido a un mitin de campaña. El juez le había advertido que sólo le daría permiso para hablar ante el tribunal si se comprometía a una serie de condiciones: "En particular, y sin limitación, no puede pronunciar un discurso de campaña, y no puede impugnarme a mí mismo , a mi personal, al demandante, al personal de los demandantes o al sistema judicial del estado de Nueva York; temas que no son relevantes en este caso".

El miércoles el abogado del presidente dijo que Trump no aceptaba estas condiciones, por lo que el juez le denegó la petición de tomar la palabra. De hecho, hace pocas semanas Trump perdió también una apelación por levantar la restricción judicial que le prohíbe hablar públicamente de los jueces y fiscales de la causa. El juez Engoron impuso esta orden el pasado 3 de octubre, después de que el expresidente compartiera en las redes sociales una fotografía de una de las asistentes del juez con el líder demócrata Chuck Schumer, en la que afirmaba falsamente que era "la novia de Schumer".

370 millones de dólares

La amenaza de bomba en casa del juez no impidió ni siquiera aplazar la sesión, que arrancó pocos minutos después de la hora prevista. Trump se ha sentado en el banquillo de los acusados, flanqueado por sus abogados y ante las cámaras de la prensa, que después han salido de la sala.

La Fiscalía ha elevado la petición de compensaciones de los 250 millones que pedía en un principio a 370 millones de dólares. También pide al juez que prohíba a Trump y sus hijos dirigir negocios, comprar inmuebles y pedir préstamos a Nueva York. La fiscal Letitia James estima que entre 2011 y 2021 la empresa de Trump incrementó sus valoraciones en 2.200 millones de dólares a fin de conseguir ventajas en los créditos de bancos y seguros.

Engoron ya ha sentenciado que la Organización Trump manipuló el valor de la icónica Torre Trump y otras propiedades como Trump Park Avenue, 40 Wall Street, 1290 avenida de las Américas o los clubes de golf de Hudson Valley y Westchester. Si el juez finalmente da la razón a la Fiscalía, Trump podría llegar a perder el control de todo ese patrimonio.

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