Geopolítica

Biden promete hacer un 'all in' en África para combatir a Rusia y China

El presidente de Estados Unidos ha presidido una cumbre clave en Washingon con 49 líderes africanos

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De izquierda a derecha, Anthony Blinken, secretario de Estado  de los EE.UU.; Joe Biden, presidente de los EE.UU.; y Macky Sall, presidente del Senegal.

WashingtonDespués de años de abandono, Estados Unidos empieza a centrar la mirada en el continente africano, donde buscan contrarrestar la influencia creada por sus rivales estratégicos, China y Rusia, a base de inversiones y acuerdos comerciales. Como muestra de este acercamiento, Joe Biden ha recibido esta semana en Washington la visita oficial de 49 líderes africanos, en una cumbre de tres días, donde ha asegurado que "EE.UU. está plenamente implicado en el futuro del África".

El encuentro ha transcurrido, como se esperaba, cargado de promesas y anuncios. El principal, la firma de un memorándum de entendimiento entre EE.UU. y los países de la Unión Africana (UA), que se agrupan bajo el Área Continental Africana de Libre Comercio, con el fin de potenciar el crecimiento económico en el continente. Según ha explicado la Casa Blanca, este acuerdo facilitará en Washington el acceso a un mercado de 1.300 millones de personas y 3,4 billones de dólares, lo cual convierte a la UA en "la quinta economía del mundo".

Durante las tres jornadas, la administración Biden se ha mostrado decidida a reconocer el creciente papel económico y demográfico del continente africano. Con este objetivo, el presidente americano se ha comprometido a apoyar la petición de un asiento permanente de la UA en el G20. En la actualidad, Sudáfrica es el único país africano con voz en este privilegiado foro. La defensa de un asiento permanente no es vano, sino que busca facilitar la cooperación del continente africano en asuntos globales como Ucrania o el cambio climático.

Es la segunda vez que un presidente de EE.UU. invita a decenas de jefes de estado africanos en Washington para participar en una cumbre conjunta. La primera tuvo lugar en 2014, cuando Barack Obama aprovechó la ocasión para prometer un compromiso más grande con el continente; una promesa incumplida, dado que meses después redujo la inversión en ayuda extranjera y recortó la financiación para combatir el sida en la región. Su sucesor, Donald Trump, optó por no organizar ningún acontecimiento de este tipo, siguiendo su línea aislacionista, y mantuvo su desprecio hacia las naciones africanas (a las cuales se había referido, junto con Haití, como "países de mierda").

Con la vista puesta en Pekín

Un día antes del inicio de la cumbre, el lunes, Washington se comprometió a invertir 55.000 millones de dólares en África durante los próximos tres años, dirigidos a cuestiones de "desarrollo económico, seguridad y salud". Durante su discurso del miércoles, Biden concretó algunas de estas inversiones, como el despliegue de más de 500 millones en la mejora de infraestructuras en el continente o el anuncio de un paquete de 369 millones para proyectos destinados a mejorar la seguridad alimentaria, además de invertir en energías renovables y proyectos de salud. Maniobras similares a las que Pekín hace años que practica en territorio africano.

Y es que ocho años después de la primera cumbre, EE.UU. ha hecho patente un cambio de prioridades. Biden tiene claro que, si quiere competir con China por una influencia efectiva, no basta con este gesto de diplomacia simbólica, sino que tendrá que sacar la cartera y desplegar inversiones con un impacto más claro en el día a día de la población. El país lleva años centrando sus inversiones en seguridad y salud global, pero las consecuencias son menos visibles que los grandes gastos en carreteras, puertos y ferrocarriles que ha intensificado el gigante asiático. China ha consolidado su peso en África mediante préstamos, inversiones y acuerdos bilaterales, y se ha convertido en el primer socio comercial del continente. Importa todo tipo de materias primas –como el cobalto de Congo o el litio de Zimbabue– y exporta una amplia gama de manufacturas.

El intercambio entre Pekín y el continente africano representó 261.000 millones de dólares en 2021. En cambio, la región solo representa el 1,1% del comercio exterior de los EE.UU., con un intercambio anual de 60.000 millones. China hace años que se anticipó en el peso creciente del mercado africano, joven y dinámico, que representa un 17% de la población mundial y tiene una edad mediana de 19,7 años.

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