Diplomacia secreta, una guerra y un asesino: cómo se gestó el intercambio de prisioneros

Las negociaciones empezaron hace dos años, cuando Moscú mostró un claro interés por recuperar al asesino Vadim Krasikov

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Joe Biden y Kamala Harris con la periodista liberada Alsu Kurmasheva y su familia.

WashingtonEn otoño del 2022 llevaba más de medio año empezando la guerra de Ucrania. En ese momento, el mundo ya había visto las imágenes de la masacre indiscriminada de Butxa. Occidente señalaba, y lo hace aún, Rusia como la principal amenaza para la seguridad. Los choques verbales entre el presidente Joe Biden y su homólogo Vladimir Putin aumentaban la tensión entre ambos países.

Fue el otoño del 2022 cuando Moscú mostró los primeros indicios de llegar un acuerdo por lo que acabaría siendo el intercambio de prisioneros que se produjo este jueves, el mayor desde la Guerra Fría. Las imágenes de ayer de Putin y Biden –cada uno en la otra punta del mostrador global– recibiendo a los pies del avión a su gente parecen rescatadas de esos años. Se trata de unas fotografías que refuerzan más el clima de una guerra de blogs.

La diplomacia secreta entre ambos países ha estado trabajando mientras en Europa se incubaba el miedo a una guerra que se esparciera por todo el continente. Durante aquellas primeras negociaciones en el 2022, Rusia aún no había arrestado al periodista del Wall Street Jornal Evan Gershkovich, pero sí que en Alemania hacía tiempo que Vadim Krasikov estaba cumpliendo cadena perpetúa por matar en Berlín a un opositor checheno. De hecho, ni siquiera se estaba negociando la liberación de los actuales prisioneros.

Las conversaciones eran para conseguir devolver a casa a la jugadora de baloncesto Brittney Griner, que había sido detenida y enviada a una colonia penal rusa cuando le encontraron aceite de cannabis en la maleta. Para poder liberar a Griner, fue necesario intercambiarla por un traficante de armas ruso, Víktor But. Fue durante esas negociaciones cuando Moscú mostró interés a los estadounidenses por recuperar a Krasikov. Enseguida, la Casa Blanca planteó la oferta en Alemania: liberar a Krasikov a cambio de conseguir el principal líder de la oposición anti-Putin, Aleksei Navalni. En un primer momento los alemanes se negaron a devolver a un hombre que había cometido un crimen tan claro en su territorio.

Sí, desde un inicio Navalni estaba en la lista de los prisioneros que querían Estados Unidos. Él y el exsoldado Paul Whelan, que estaba en Rusia desde el 2018, eran los dos primeros nombres de una lista que iría engordando. Washington comenzó las negociaciones con Moscú con la premisa de que ambas partes pudieran dejar claro lo que querían.

Todas las ofertas realizadas por los estadounidenses, y que no incluían a Krasikov, siempre eran rechazadas por Rusia. La clave era devolver al asesino. Conseguir convencer al canciller alemán, Olaf Scholz, de liberar a Krasikov fue uno de los puntos más difíciles en las negociaciones y, según Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de Estados Unidos, fue el propio Biden quien se encargó de hacerlo . "Por ti... lo haré", dijo Scholz en la llamada con Biden cuando finalmente cedió. La concesión de Krasikov para que los estadounidenses pudieran recuperar a sus prisioneros es otro ejemplo del acercamiento de posiciones entre Washington y Berlín.

El efecto Navalni

La muerte de Navalni el pasado mes de febrero, en una de las colonias penales más duras de Rusia, fue un punto de inflexión para las negociaciones. Colaboradores del opositor explicaban a la agencia Reuters que Navalni no había muerto, sino que le habían "asesinado" en prisión. Había el miedo a que esto supusiera un retroceso en todo lo que se había adelantado hasta entonces. "El día que murió Navalni, vi a los padres de Evan [Gershkovich] y les dije que el presidente estaba determinado a conseguirlo a pesar de la trágica noticia. Y seguimos trabajando durante los últimos meses hasta llegar a hoy ", contaba Sullivan.

Ahora también se sabe que el mes de julio fue más trascendental dentro de la carrera de Biden de lo que se sabía. En medio de la crisis interna de su partido, Rusia aceptó el trato. Según Sullivan, el domingo 21 de julio, cuando Biden estaba aislado en su casa de Delaware por cóvido, se llamó con Eslovenia para acabar de cerrar cómo sería el intercambio de prisioneros. Una hora después anunciaba que renunciaba a la candidatura demócrata.

Vladimir Putin recibiendo en Moscú a los presos liberados en un intercambio con varios países occidentales.

No ha sido sólo Kamala Harris quien ha cambiado la energía dentro del partido, a nivel personal Biden ha sido capaz de darle la vuelta al relato que se hará sobre sus últimos meses en el poder. Antes del 21 de julio el presidente corría el riesgo de ser recordado como un hombre arrogante y que estaba dispuesto a aferrarse al poder costara lo que costara. Tras el discurso del pasado miércoles, en el que convirtió su renuncia en un acto de servicio, el regreso de los prisioneros ha sido el que le faltaba para asegurar cuál será su legado.

Tanto Biden como Putin han vendido en su casa la operación como una victoria. En Moscú, de hecho, se repetía una estampa casi idéntica a la de Washington: el presidente ruso recibía ayer a los prisioneros con ramos de flores y la promesa de condecorarlos. "Quiero agradecerle haber sido fieles a su juramento, al deber ya la patria, que no te ha olvidado".

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