Trump afianza su poder absoluto sobre el partido en Milwaukee

Trump, rodeado de su familia y la del candidato a la vicepresiencia JD Vance, en la convención republicana en Milwaukee
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MilwaukeeTodos los cultos necesitan mitos fundacionales para apuntalar las estructuras de poder. Hacía tiempo que Donald Trump ya había logrado convertir al Partido Republicano en su partido, pero el atentado del pasado fin de semana lo ha catapultado hasta un poder absoluto que no se canaliza a través de los argumentos, sino de las emociones. "Dios está a mi lado", dijo el expresidente al cierre de la convención republicana celebrada en Milwaukee.

"Dios ama a Trump. Un centímetro en la otra dirección y el tema de la conversación ahora sería completamente diferente", aseguraba Bob Kunst el miércoles a la entrada del perímetro de seguridad del Fiserv Forum. El jueves, Robin Siebold apretaba los labios intentando contener el llanto cuando lo recordaba: "Fue un auténtico milagro que se salvara. Verle volver a aparecer el lunes fue muy emocionante". Vestido de Tío Sam y con un altavoz, Duane Schwingel gritaba a través de un micro conectado a un altavoz: "No lo olvide: el presidente Trump, el hombre que interceptaría una bala por nosotros". Schwingel llevaba la oreja derecha tapada con un pedazo de gasa pegada con esparadrapo. El gesto era para "honrar" al expresidente. Tras el atentado, Trump ha aparecido estos días con la oreja derecha tapada por un apósito blanco impoluto.

Así como se acercaba el jueves, el día en que Trump tenía que hacer el discurso para aceptar formalmente la candidatura republicana, en la arena del Fiserv Forum se podían ver más orejas tapadas con un poco de gasa y esparadrapo. Aunque no era el único elemento que mostraba el apoyo a Trump, ir andando por dentro del recinto de la convención era encontrar constantemente iconografías del republicano: ya fuera su cara, su nombre o cualquier elemento que pudiera vincularse a él. Incluso, la palabra criminal. En algunas de las camisetas ponía "Votaré por un criminal", en referencia a la condena por los 34 cargos penales del caso Stormy Daniels.

El atentado le ha ayudado a consolidar la imagen de "víctima política" entre sus seguidores, pero esa idea en realidad ya venía atrás para los cuatro casos penales que en un principio se le imputaban. Ahora, con la sentencia de la inmunidad parcial, el caso de los papeles de Mar-a-Lago ya se ha desestimado, el veredicto del caso Stormy Daniels cuelga de un hilo y los otros dos siguen congelados. Lo que ha cambiado el tiroteo en las bases es esta idea de la providencia divina respecto a Trump: que el republicano tenga a Dios de su lado, como él dijo. Esta visión no sólo afianza el poder absoluto de Trump en el partido, sino también la convicción de que pase lo que pase él será el ganador de esta historia porque su voluntad va más allá de lo humano. Es el héroe, y los héroes pierden en contadas ocasiones.

El clan Trump

La idolatría de las bases republicanas hacia Trump es clave para que haya logrado coronarse rey absoluto, pero también ha sido clave la capacidad para extender su clan dentro del Partido Republicano para asegurar su control. Si no fuera por JD Vance, a quien el expresidente ha elegido como sucesor, la foto de familia al final para cerrar la convención habría sido literalmente una foto de familia. La ausencia de antiguos dirigentes republicanos como George W. Bush hablaba por sí sola.

Todo lo que pasaba por el escenario y todo el mundo que ponía un pie en la arena tenían que contar con el beneplácito de Trump. Nikki Haley y Ron DeSantis, los dos rivales del magnate en las primarias, tuvieron que arrodillarse y besar el anillo del magnate –metafóricamente– para volver a ser readmitidos dentro del partido.

El ostracismo no solo se reserva a quienes se han atrevido a disputarle el poder al líder, sino también a quienes son críticos con él. Cuando el primer día de la convención el senador y delegado de Nebraska, Mitch McConnell, se levantó para leer los apoyos que había conseguido Trump en las primarias de ese estado, el resto de delegados que había en la arena lo empezaron a abuchear. McConnell es uno de los pocos republicanos que se atrevieron a cuestionar a Trump y mostrar su rechazo por el asalto al Capitolio. Al igual que con McConnell, cuando se pronunciaba el nombre de algún "enemigo" del partido, como el de Joe Biden o Kamala Harris, la arena del Fiserv se convertía en una especie de Coliseo donde el público le abucheaba bajo la aprobadora mirada de Trump.

Las encuestas muestran, por ahora, al candidato como el probable ganador de las próximas elecciones. Los republicanos no lo dudan y, de hecho, cuando se les pregunta qué creen que sucederá si Trump pierde en noviembre, responden con una mirada extrañada. "Yo y la mayoría de los habitantes de Carolina del Sur vimos al presidente Donald J. Trump ganar las elecciones del 2020 y nos las robaron a él ya nosotros, el pueblo. Sabemos que volverán a intentar robarlas, pero no se lo dejaremos hacer", aseguraba Harrison Musselwhite, uno de los 50 delegados de Carolina del Sur.

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