Acumular leña (si se encuentra) y ahorrar: Alemania se prepara para un invierno sin gas
Muy dependiente de la energía rusa, el Gobierno alemán pide reducir el consumo y empiezan los recortes
Lüdinghausen (Alemania)Los responsables de la piscina cubierta de Lüdinghausen, ciudad del Renania Norte-Westfalia cerca de Dortmund, han bajado dos grados la temperatura del agua y del aire, han cerrado una sauna y han apagado el solárium de las instalaciones para reducir el consumo de gas. Lo que preocupa a Martina Schmidt, una nadadora ocasional del recinto, es que la piscina pueda cerrar por completo en invierno si se interrumpe el suministro de gas desde Rusia. No sufre tanto por ella como por su hija de cinco años, que aprendió a nadar a principios de año. Si la niña no practica más por la falta de cursos de natación, no avanzará. Muchos niños que ya atrasaron el aprendizaje en la piscina por la pandemia podrían continuar sin nadar.
De momento, Martina ha puesto en lista de espera a su hija para intentar inscribirla al siguiente curso. Pero no es la única lista de espera en la que ha dejado escrito recientemente el apellido de la familia. También ha pedido un servicio que de momento no está disponible: la llegada de leña a casa. “He llamado a seis comerciantes de madera para quemar. Cuatro ni me han descolgado el teléfono. Uno me ha ofrecido leña mixta –la mitad seca y la otra mitad húmeda, que tendría que poner a secar para el invierno de 2023– y otro ha apuntado mi nombre a la espera de poder ser atendida”, explica.
Los vendedores de leña no dan abasto. La capacidad de los proveedores regionales está prácticamente agotada. La demanda no cesa. Y eso que la leña se ha encarecido mucho: de 99 euros que costaba el metro cúbico antes de la crisis del gas desatada por la guerra en Ucrania a casi 200 euros, que es el precio actual.
Quien tiene la suerte de tener una chimenea, intenta recoger este verano mismo leña para el invierno. Nadie se deja confundir por la ola de calor. En Alemania preocupan más los próximos meses de frío ante la escasez de gas ruso. No en vano, el 49,5% de los hogares privados alemanas se calientan a través de este combustible, según datos de la federación para la economía energética y de régimen de aguas.
Sin calefactores en las tiendas
Ante esta preocupación, muchos alemanes se han lanzado en busca de alternativas para no sufrir en casa el descenso de temperaturas a partir del otoño. Muchas cadenas de tiendas de bricolaje y materiales para la construcción tienen las estanterías de los aparatos de calefacción vacías. Se han agotado parcialmente las existencias. En el país se han vivido días de julio a más de treinta grados, pero los clientes no se han interesado tanto por ventiladores como por calefactores de aire caliente, radiadores o estufas.
Esta fiebre por los aparatos de calefacción podría sobrecargar los proveedores de electricidad alemanes. Es por eso que el Gobierno de Berlín ya ha encargado una prueba de resistencia de la red eléctrica.
Previsión, pero también ahorro. Esto es lo que trata de fomentar el ejecutivo alemán en plena crisis del gas. Actualmente, la empresa estatal rusa Gazprom solo distribuye un 20% de la capacidad máxima que tiene el gasoducto Nord Stream para hacer llegar gas a Alemania. Con esta situación y la perspectiva de que el consumidor tendrá que pagar a partir de noviembre por la factura del gas más de 100 euros por hogar, según ha reconocido esta semana el ministro de Economía, Robert Habeck, todos los esfuerzos para ahorrar son necesarios. “Mi tiempo bajo la ducha se ha reducido notablemente”, ha dicho Habeck.
Recortes en instalaciones públicas
La Agencia Federal de Redes, la autoridad reguladora de los mercados de redes en Alemania, recomienda reducir el consumo de gas un 20% respecto a la media de los últimos cuatro años si se quiere evitar una falta grave de gas en invierno. En todo el país hay anuncios de recortes. La ciudad de Hilden, también en el Renania del Norte-Westfalia ha apagado temporalmente el agua caliente en escuelas y gimnasios. En Augsburgo, Baviera, ya no se iluminan edificios históricos como el del Ayuntamiento durante la noche y existe el planteamiento de que el crematorio de la ciudad reduzca de 850 a 750 grados la temperatura en las incineraciones de difuntos para hacer frente al aumento del precio del gas.
La Federación de Municipios de Alemania ha hecho un listado de propuestas de ahorro que van desde bajar la temperatura del agua de las piscinas y centros públicos a apagar los semáforos durante la noche. “Cada kilovatio/hora ahorrado contribuye a hacer que los depósitos de gas sigan llenándose”, asegura Helmut Dedy, director general de esta asociación, y lamenta que muchos ciudadanos no podrán soportar por sí mismos el aumento de las facturas de los servicios públicos. “El 40% de los hogares no están en situación de ahorrar. Creo que una triplicación de los precios de la energía sería el fin económico para muchos hogares. Y esto no puede ser bueno para la cohesión social de Alemania”, ha advertido en la radio Deutschlandfunk.
Actualmente, los depósitos de gas en Alemania están al 66,8% de su capacidad. Para la jefa de la Agencia Federal de Redes, Klaus Müller, el objetivo del Gobierno de Berlín de tener llenas estas reservas al 95% en noviembre ya no es posible. En el mejor de los casos estarían al 80-85% si Rusia envía hasta el 40% de la máxima capacidad del gasoducto que transcurre por el mar Báltico.
Por eso hay que ahorrar más. Müller apunta que hogares y empresas están gastando entre un cinco y un seis por ciento menos de gas y no solo debido al calor veraniego. En todas las áreas de la sociedad en Alemania hay que hacer algo, dice. De momento, el Gobierno de Berlín ha planificado la construcción de terminales de gas natural licuado y está en negociaciones con Noruega, los Países Bajos y Bélgica para asegurarse más importación.