Starmer promete una "renovación nacional" después de un período de "decisiones difíciles"
El primer ministro británico se dirige al congreso anual de un Partido Laborista en el poder por primera vez en catorce años
LondresHoras antes de viajar a Nueva York para participar en la reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas, el primer ministro británico, Keir Starmer, ha prometido poco menos que la luna y, de rebote, levantar un nuevo país, una "renovación nacional", que pertenece a los ciudadanos, no sólo a unos pocos. Quizás demasiada ambición para un solo discurso, el primero en el congreso anual del laborismo, ahora en poder después de catorce años de espera. Se prolongó poco más de una hora y acabó con una ovación y un entusiasmo entre la parroquia reunida en Liverpool del mismo calibre que despierta Taylor Swift sobre el escenario entre sus seguidores.
La transformación que se pretende desde Downing Street no debe basarse en falsas promesas, ha dicho Starmer, o en "medidas fáciles y populistas", sino en la creencia de que las "decisiones difíciles" que se tomen ahora están orientadas a conseguir "una estabilidad económica y un crecimiento más elevado", que posibilite hacer realidad las promesas hechas.
¿Cuáles? El aumento del nivel de vida en cada comunidad; el fortalecimiento del NHS (Servicio Nacional de Salud) para que bajen las listas de espera en los hospitales; unas calles y unas fronteras más seguras; más oportunidades para todos, y una energía limpia de propiedad pública que alimente los hogares del país. "Entonces, esa luz al final del túnel [en referencia a las decisiones difíciles que se concretarán en el presupuesto del 31 de octubre], el Reino Unido que pertenece a todos los ciudadanos llegará mucho más rápidamente".
¿Comprarán los británicos el relato? Las palabras del premier han sonado muy parecidos a las que pronunció en el 2010 el conservador David Cameron cuando llegó al poder, entonces después de trece años de ejecutivos laboristas. Y se cayó en la austeridad –otro dolor que se vendió como necesario antes de ver "la luz del sol en lo alto de la cima", según Cameron. Una austeridad a la que Starmer, explícitamente –como el lunes prometió su ministra de Economía, Rachel Reeves–, ha asegurado que no iba a volverse.
Y, aun así, la sensación es que el gobierno todavía está en período de prueba y que poco más o menos debe mostrar sus verdaderas cartas. Y no será hasta el mencionado nuevo presupuesto que la opinión pública no podrá tener conocimiento exacto del alcance del daño inicial que habrá que asumir y, sobre todo, quien lo sufrirá más, para después quedar deslumbrado por el renovado Reino Unido. No cabe duda, en todo caso, de que el próximo mes habrá una subida de impuestos: "Sólo porque todos queremos impuestos bajos y buenos servicios públicos esto no quiere decir que la ley básica para financiar correctamente las políticas públicas se pueda ignorar, porque no se puede hacer. Hemos visto el daño que hace y no dejaré que vuelva a suceder", decía en referencia al caos en los mercados. que causó la premier Liz Truss dos años atrás, cuando prometió gasto máximo e impuestos mínimos.
La herencia recibida
El primer ministro ha hurgado en la herida de la herencia recibida y en que los tories no han afrontado los problemas del país para justificar que ahora habrá que pagar su precio. "Si algo nos han demostrado en los últimos años es que si escondes la cabeza porque las cosas son difíciles, tu país da marcha atrás. Por tanto, si queremos que se haga justicia, algunas comunidades deben vivir cerca de nuevas prisiones. Si queremos mantener el apoyo al estado del bienestar, legislaremos para detener el fraude en las prestaciones sociales. Si queremos electricidad más barata, necesitamos nuevos pilones sobre el terreno o, de lo contrario, la carga para los contribuyentes será muy alta". Unas palabras que no parecían tener en cuenta que el precio de la electricidad en Reino Unido es el más caro de Europa. "Si queremos que la propiedad de la vivienda sea una aspiración creíble para nuestros hijos -ha continuado-, entonces cada comunidad tiene el deber de contribuir a este propósito".
Y por si quedaba alguna duda de que el laborismo de Starmer es la tercera vía de Blair versión 2.0, lo ha dejado bien claro: "Si queremos ser serios a la hora de subir el nivel de vida y de hacer un reequilibrio territorial, debemos estar orgullosos de ser el partido de la creación de riqueza, sin vergüenza de asociarnos con el sector privado".
Como es habitual en este tipo de discursos, no ha habido ninguna concreción y sí mucha retórica, con alguna broma ocasional y con alguna evocación a la familia más directa para que el líder pueda mostrarse con rostro humano.
Otro clásico ha sido el manifestante que, como el lunes, ha levantado la voz por el genocidio en Gaza. Starmer sonrió y sugirió que se había colado con un pase del congreso de 2019, cuando el laborismo lo lideraba Jeremy Corbyn y era "el partido de la protesta". Ahora, en el poder, todo cambia, si bien el premier ha anunciado al principio de su intervención que defenderá en la Asamblea de la ONU la solución de ambos estados para alcanzar la paz entre Israel y Palestina.
Ninguna referencia de Starmer al lío de las donaciones y los regalos aceptados tanto por él como por algunos de sus ministros, y que en su caso concreto han ascendido a casi 120.000 euros desde la legislatura que se inició en diciembre del 2019. Y sí un recuerdo constante a que "primero es el país y después el partido" y que el laborismo está en el poder para "servir" y no para servirse, todo y que quizás la idea no queda clara cuando se sabe el importe de los obsequios en trajes, ropa, alojamiento, gafas y entradas de fútbol y conciertos.
Como en cualquier congreso político de estas características, el mesías laborista ha pedido fe en el futuro a los británicos. En función de la credulidad o la falta de credulidad en esta buena nueva, los ciudadanos pueden salir más o menos decepcionados. Pero Starmer ha sido inequívoco: "La gente decía que no podíamos cambiar el partido, pero lo hicimos. La gente decía que no podríamos ganar en todas las regiones de Gran Bretaña, pero lo hemos hecho. La gente dice que no podemos conseguir una renovación nacional, pero podemos hacerlo y lo haremos”. El tiempo juzgará.