El dolor de cabeza de Rutte: mantener el matrimonio entre la OTAN y la UE bien avenido

La Alianza Atlántica mira con recelo los planes del bloque europeo de ganar autonomía militar

BruselasEl trauma de la Segunda Guerra Mundial todavía marca el orden político del mundo. Desde entonces, Europa y el proyecto de la Unión Europea siempre se ha desentendido en su conjunto de la seguridad y le ha dejado en manos de Estados Unidos, que a través de la OTAN le ha mantenido al abrigo. Sin embargo, la entrada de Donald Trump en la Casa Blanca, hizo temblar ese pacto. Washington se ha cansado de hacer de padre protector de Europa y de gastarse tanto dinero, y la presiona para que incremente el gasto en defensa y su capacidad militar.

Ahora bien, más allá de las amenazas de Trump, lo que ha hecho espabilar de verdad a los estados miembros de la UE es la invasión rusa en Ucrania y la constatación del ánimo expansionista del régimen de Vladimir Putin. Los socios europeos de la Alianza Atlántica no lo han pensado dos veces. De repente, su discurso en el campo bélico ha cambiado totalmente y se han puesto entre ceja y ceja ganar autonomía militar.

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La UE no tiene demasiadas competencias en cuanto a Defensa se refiere. Sólo puede legislar e impulsar iniciativas que, a lo sumo, tengan que ver con la industria militar. Sin embargo, ha dado diferentes pasos —que tienen un alto valor simbólico— también hacia una unión militar a escala europea y que, hasta cierto punto, sea autónomo de los intereses de Estados Unidos, que es la potencia que controla de facto 'OTAN.

Por primera vez en su historia, la UE ha entregado abiertamente millones y millones de euros de material militar en un país tercero, como ha hecho y hace con Ucrania. También ha modificado los estatutos del Banco Europeo de Inversiones (BEI) para que pueda financiar y fomentar inversiones en industrias armamentísticas y, entre otras, ha aprobado un gran plan de compra conjunta de armas para el ejército ucraniano. Incluso, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, ha tomado una decisión inédita y ha creado la carpeta de Defensa en el ejecutivo comunitario, que liderará el ex primer ministro de Lituania Andrius Kubilius.

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Por tanto, la UE ha hecho caso a la OTAN y Estados Unidos y ha incrementado su gasto y capacidad militar. Sin embargo, a cambio de gastarse mucho más dinero, quiere ganar voz y voto en defensa y, por tanto, no depender exclusivamente de los deseos del Pentágono, que cada vez se desentiende más de los intereses militares de Europa. Sin embargo, estas aspiraciones desagradan a la potencia estadounidense y aún más a la Alianza Atlántica. "Es el momento de crear una auténtica Unión Europea de Defensa, aunque haya gente a la que le incomode esta idea", avisó Von der Leyen cuando salió reelegida en el Parlamento Europeo el pasado julio.

La OTAN marca los límites

A Von der Leyen no le faltaba razón y el anterior secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, lo hizo evidente la pasada semana. Es excepcional la vez que el ex primer ministro noruego se suelta y sale del guión marcado. Era el líder de la entidad militar más poderosa del mundo y, por supuesto, tenía los discursos y palabras calculadas al milímetro. Sin embargo, justo antes de dejar el cargo, cuando le pidieron qué le parecían las distintas medidas en materia militar que había sacado adelante en los últimos años la UE, cargó sin demasiadas miramientos.

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¿Qué piensa sobre el nuevo comisario europeo de Defensa? "Lo que debe hacer la UE es no empezar a construir estructuras de defensa alternativas", remachó Stoltenberg. ¿Y sobre la fuerza de intervención de 5.000 efectivos que la UE ha creado a raíz de la invasión rusa de Ucrania? "No entiendo por qué es necesaria una fuerza de intervención diferente y que compita [con la de la OTAN]", respondió taxativo. En resumen, al ex secretario general solo le parecen bien "los esfuerzos de la UE en defensa mientras no dupliquen o compitan" con los de la Alianza Atlántica.

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De hecho, el Financial Times publica que a la OTAN le preocupa especialmente que el bloque europeo refuerce su Estado Mayor y despliegue diferentes estructuras militares alternativas. En este sentido, teme que la voluntad de crear una alternativa militar provoque que los Estados miembros no colaboren tanto como es necesario en las fuerzas de la Alianza Atlántica.

Hay que recordar, sin embargo, que el hecho de que el matrimonio entre la UE y la OTAN se tambalee no es nuevo y la guerra de Ucrania lo ha enterrado durante los últimos años, si bien las palabras de Stoltenberg lo han vuelto a poner en el debate político. En este sentido, el investigador del Instituto finlandés de asuntos internacionales Tuomas Iso-Markku asegura la relación de ambas entidades "siempre se ha caracterizado por un cierto grado de ambigüedad y competitividad". Y, además, el experto señala que existe una división interna en el bloque europeo sobre cuáles deben ser los vínculos con la Alianza Atlántica.

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Estats membres de la UE i de l'OTAN

Por un lado, la potencia militar de Europa, Francia, siempre ha aspirado a tener un mayor dominio sobre la defensa del continente y escapar de los intereses de Estados Unidos. De hecho, el presidente Emmanuel Macron sentenció de "muerte cerebral" en la Alianza Atlántica y siempre se ha mostrado muy crítico, si bien ha cambiado el tono con la guerra de Ucrania. Sus predecesores en el Elíseo, sin embargo, tenían un posicionamiento similar. Francia de Charles de Gaulle, por ejemplo, salió del mando integrado de la OTAN y actualmente todavía no forma parte de sus planes nucleares.

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Y, por el otro lado, los países de Europa del Este, que han incrementado su poder militar y político durante los últimos años, no se la quieren jugar y, al menos por ahora, prefieren quedar se abuchea sobre todo de Estados Unidos, especialmente en un contexto de expansionismo ruso. De hecho, los planes de la UE de ganar en autonomía militar, que interesan sobre todo a París, incomodan a estados miembros como Polonia, Rumanía o los Bálticos.

Uno de los grandes retos de Rutte

Uno de los grandes retos del nuevo secretario general de la OTAN, Mark Rutte, es calmar las aguas entre la UE y la OTAN. A diferencia de Stoltenberg, que es de Noruega —no forma parte de la UE—, él conoce muy bien a Bruselas y al conjunto de la UE como exprimer ministro neerlandés. De hecho, el tono de Rutte en su primera rueda de prensa fue muy distinto al de Stoltenberg, y aseguró que "nadie quiere duplicidades" entre ambas entidades y que "comparten exactamente los mismos objetivos".

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Sin embargo, el dirigente neerlandés tendrá que hacer muchos equilibrios para evitar que los tradicionales tira y aflojas entre el bloque comunitario y la Alianza Atlántica no vayan a más. Sobre todo si la UE va incrementando su capacidad militar, tal y como le insta a hacer Estados Unidos. Bruselas no parece estar dispuesta a gastarse más dinero sin que esto repercuta con mayor autonomía y Washington no parece estar dispuesto a aceptarlo.