Elecciones en Groenlandia: las amenazas de Trump refuerzan el movimiento independentista
Cinco de los seis partidos que se presentan a las elecciones son independentistas y sólo uno defiende estrechar los vínculos con Estados Unidos

CopenhagueNunca el mundo había mirado con tanta atención unas elecciones para decidir los 31 diputados que ocuparán el Parlamento de Groenlandia (Inatsisartut). Este martes, 40.000 personas están llamadas a votar en unos comicios marcados por las presiones y las injerencias del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien ha repetido en las últimas semanas, incluso utilizando la amenaza militar contra un aliado como Dinamarca, que quiere tomar el control de la isla ártica.
El último mensaje de Trump que significa una injerencia en las elecciones groenlandesas le lanzó 24 horas antes de que empezaran las votaciones desde su red social Truth Social. "Estamos dispuestos a invertir miles de millones de dólares en Groenlandia para crear nuevos puestos de trabajo y haceros ricos", escribió el presidente. Pero en Nuuk, muchos groenlandeses ven las ambiciones de Trump con nerviosismo y con el temor de haberse convertido en un peón de ajedrez en el tablero de la geopolítica mundial. Otros, en cambio, han visto en las intenciones de Washington una forma de acelerar el debate sobre la independencia de la isla, que hoy mantiene el estatus de territorio autónomo dentro del reino de Dinamarca.
De hecho, el debate sobre la independencia no es un tema nuevo en la política groenlandesa, tal y como explicaba Massana Egede, editor jefe del principal diario del país, Sermitsiaq: "Se ha hablado de ello durante generaciones, pero desde que Trump Jr. aterrizó en Nuuk, EEUU ha puesto mucha presión sobre la gente y los políticos groenlandeses". Según Egede, esta presión ha hecho que durante la campaña electoral los partidos dejaran a un lado los debates sobre los problemas sociales que arrastra la isla y, en cambio, "estos días todo ha girado en torno a la independencia y la necesidad de decidir nuestro futuro".
De los seis partidos que se presentan a las elecciones, cinco son plenamente independentistas, pero entre ellos hay divergencias sobre cuándo debería celebrarse un referéndum, que desde el 2009 se acordó en el pacto de autogobierno con Dinamarca. En la única encuesta realizada en las últimas semanas, publicada en los diarios Berlingske (danés) y Sermitsiaq (groenlandés), indicaba que el 85% de la población no quiere convertirse en una parte de EEUU, mientras que una mayoría similar quiere la independencia de Dinamarca. Esa postura es la que también defiende el primer ministro, Mute Egede, líder del partido progresista inuit Ataqatigiit, que ante los comentarios de Trump ha afirmado: "No queremos ser estadounidenses ni daneses, somos kalaal cama(en referencia al nombre que recibe la población indígena de Groenlandia, que representa el 88% de la isla). El otro socio de gobierno, el partido socialdemócrata Siumut, defiende que no hay prisa por separarse de Dinamarca, aunque es el objetivo del partido a largo plazo.
Por otra parte, el principal partido de la oposición, Naleraq, ha visto cómo crecía su popularidad gracias a hacer una defensa férrea de la independencia lo antes posible. Esta formación de carácter populista es la que ha recibido con los brazos más abiertos los llamamientos de Trump, y aunque rechazan ser anexionados, apuestan por estrechar los vínculos con Washington. Una vez Groenlandia haya logrado la independencia, desde el partido defienden explotar los recursos naturales como las reservas de minerales. Muchos de sus partidarios creen que de esta forma se conseguiría diversificar la economía de la isla ártica, que se sostiene gracias a las exportaciones de pescado, y dejar de depender de la subvención de 522 millones de euros que el gobierno danés aporta anualmente y que representa más de la mitad del presupuesto del autogobierno.
Las dificultades de Groenlandia
Según el editor y periodista Massana Egede, las ambiciones de Trump "han servido para poner leña al fuego en las relaciones, ya de por sí tensas, y en el sentimiento de agravio que existe en Groenlandia con Dinamarca". En 1953 Groenlandia dejó atrás dos siglos de colonización, pero hasta dos décadas después no logró la autonomía. Uno de los escándalos que recientemente ha indignado más a Nuuk fue la revelación de que durante décadas del siglo XX a 4.500 mujeres groenlandesas se les había implantado un dispositivo intrauterino (DIU) sin su consentimiento con el objetivo de las autoridades danesas de controlar la natalidad entre la población indígena, hechos que han sido definidos como un "genocidio" por el actual gobierno groenlandés.
En otro episodio, la primera ministra danesa, Mette Frederiksen, pidió perdón públicamente a las personas afectadas por la separación de niños groenlandeses que fueron arrancados de sus familias y trasladados a vivir a Dinamarca, en lo que se había considerado en los años 1950 y 1960. Más allá de eso, el alcoholismo y el alto índice de suicidios son una lacra que arrastra Groenlandia, así como la pérdida de población, que los expertos calculan que en 25 años se habrá reducido en 10.000 personas, ya que mucha gente prefiere trasladarse a vivir a Dinamarca para recibir atención sanitaria o tener estudios universitarios.
Massana Egede se lamenta de que, durante unas elecciones clave, la sombra de Donald Trump haya cubierto todo el debate y no se haya hablado sobre otros temas: "El precio de los alimentos en los supermercados es de los más caros del mundo, un piso en Nuuk cuesta lo mismo que en Copenhague, y nuestro sistema sanitario" alce.