La oposición en Alemania exige a Scholz una votación de confianza inmediata
El presidente del país pide evitar "tácticas y escaramuzas" políticas y dice estar preparado para convocar elecciones anticipadas
BerlínAlemania entra en un período de incertidumbre política y económica después de la ruptura por rencillas internas de la coalición del canciller alemán Olaf Scholz, formada por socialdemócratas, verdes y liberales. Scholz, que gobernará a partir de ahora en minoría con los Verdes, se convierte en “un pato cojo”, expresión que se utiliza en Estados Unidos para referirse a los presidentes que están en sus últimos meses de mandato y saben que no serán reelegidos.
La salida del gobierno de tres de los cuatro ministros liberales ha llevado al canciller a realizar cambios en el gabinete. Volker Wissing, hasta ahora ministro de Transportes, también se ocupará de la cartera de Justicia. Wissing sorprendió cuando anunció que abandona el partido liberal FDP para quedarse como ministro de Scholz. El socialdemócrata Jörg Kukis sustituirá al liberal Christian Lindner como ministro de Finanzas, después de que este miércoles fuera despedido por el canciller. Lindner, líder del FDP, había exigido un cambio de rumbo de la política económica del gobierno, unas exigencias inasumibles para el resto de los socios de la coalición. Por su parte, los Verdes se mantendrán en el ejecutivo y el ecologista Cem Özdemir compaginará las carteras de Agricultura y las de Educación e Investigación hasta las próximas elecciones.
“El fin de la coalición no es el fin del mundo. Es una crisis política que debemos dejar atrás y así lo haremos”, ha señalado el presidente federal Frank-Walter Steinmeier al día siguiente de la crisis de gobierno. Steinmeier ha recordado que la Ley Fundamental (nombre que recibe la Constitución alemana) es clara sobre los pasos a seguir en este caso. "Nuestra democracia es fuerte", aseguró el jefe de Estado alemán, quien dijo estar preparado para disolver el Parlamento y convocar elecciones anticipadas, algo que sólo puede hacer tras una votación de confianza fallida.
El presidente federal ha advertido a los políticos de que Alemania necesita "mayorías estables y un gobierno capaz de actuar". “Mucha gente en nuestro país está preocupada por la situación política incierta, en nuestro propio país, en Europa, en el mundo, incluso después de las elecciones en Estados Unidos. No es el momento de tácticas y escaramuzas. Es el momento de la razón y de la responsabilidad”, ha pedido el jefe de Estado.
La oposición tiene prisa
La oposición ha exigido que Scholz se someta a una votación de confianza "lo antes posible", a lo sumo la semana que viene, y la convocatoria de elecciones anticipadas a mediados de enero. Pero el canciller tiene otro calendario en la cabeza. Scholz ha anunciado que el 15 de enero pedirá un voto de confianza en el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán. Si lo pierde, el presidente federal puede disolver el Parlamento en un período de 21 días. Si así fuera, las elecciones anticipadas podrían celebrarse a finales de marzo, seis meses antes de lo previsto inicialmente.
El conservador Friedrich Merz, presidente de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), cree que no hay razón para esperar en la primavera del 2025 para unas nuevas elecciones. "También existen toda una serie de compromisos internacionales, conferencias y decisiones en la Unión Europea que ahora requieren un gobierno alemán capaz de actuar", ha advertido Merz.
El líder democristiano considera que Alemania no puede permitirse “tener un gobierno sin mayoría durante varios meses y después llevar a cabo una campaña electoral durante varios meses más y después posiblemente mantener negociaciones de coalición durante varias semanas”.
Scholz llegó a la cancillería en diciembre del 2021 con “una coalición de progreso”. Los tres socios prometieron llevar a cabo las reformas pendientes después de 16 años de gobierno de la conservadora Angela Merkel. Los tres años de la denominada coalición semáforo –por los colores de sus tres partidos– han estado marcados por la pandemia de la cóvid, la guerra de Ucrania, el auge de la extrema derecha, la recesión económica y las rencillas internas entre los socios de coalición.
Si este domingo se celebraran elecciones en Alemania, la CDU-CSU sería el partido más votado con un 33% de apoyo, según un sondeo de Forsa, realizado antes de la ruptura del tripartito. El Partido Socialdemócrata (SPD) y el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) salen empatados con un 16% de intención de voto, seguidos por Verds con un 10%; la Alianza Sahra Wagenknecht (BSW, ultraizquierda), con un 6%; y los liberales del FDP, con sólo un 3% de soportes.