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¿Quieres ser funcionario de la Unión Europea? Éste es el camino

Unas buenas prácticas y estar bien conectado con la llamada burbuja de las instituciones europeas pueden ser factores clave

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El edificio Berlaymont de Bruselas, la sede principal de la Comisión Europea.

BruselasLos caminos que llevan a trabajar en las instituciones de la Unión Europea son tan variados como trabajadores comunitarios existen, pero los factores geográficos, socioeducativos y de género, entre otros, son determinantes. De hecho, aunque hay personal europeo público de todas las edades, nacionalidades y con multitud de currículos estudiantiles, el prototipo del funcionariado está claro: un hombre de más de 45 años –sobre todo en cargos de responsabilidad–, belga y exalumno de una universidad de gran prestigio.

En este sentido, según una investigación realizada por el semanario Politico, casi una décima parte de los trabajadores de la Unión Europea provienen sólo del College of Europe, que es un centro privado situado en Brujas especializado en asuntos comunitarios y en el que el año académico cuesta cerca de unos 30.000 euros. También destacan en el ranking otras universidades elitistas, como la de Oxford, Harvard, Cambridge y Stanford; así como algunas más populares, como la Libre de Bruselas, la Complutense de Madrid y la Católica de Lovaina.

Los siguientes pasos para acercarse al objetivo de trabajar para la UE suelen estar marcados para elegir y realizar unas buenas prácticas, muchos codos e –importante– conocer y estar bien conectado a la llamada burbuja de las instituciones europeas. Es decir, con funcionarios que ya tienen plaza, diplomáticos, periodistas, lobbistas y, en definitiva, todas las profesiones que guardan relación con este sector.

Por supuesto, para ser funcionario de pleno derecho hay que pasar unas oposiciones que, según coinciden los distintos trabajadores de la UE contactados por el ARA, son muy complicadas y quieren muchas horas de estudio. Ahora bien, existe otro tipo de personal muy numeroso, el conocido como el contractual, que sólo tiene la plaza durante un máximo de seis años y no debe hacer oposiciones, sino entrevistas de trabajo y toda una serie de pruebas.

Y, naturalmente, el hecho de estar bien conectado también ayuda. Tal y como señala un funcionario comunitario que no quiere hacer público el nombre, es más fácil entrar "si conoces bien a las instituciones, te enteras de las vacantes o estás bien informado de los requisitos que piden", así como tener "amigos" o conocidos, como ocurre en todas partes".

El hecho de que tengas familiares que formen parte de la burbuja influye en ella. Por ejemplo, otro trabajador que prefiere el anonimato explica que sus padres, que son funcionarios europeos, ya le apuntaron a una escuela internacional ya academias de idiomas privadas para que al menos dominara el inglés, el francés y el alemán –las tres lenguas de trabajo de la UE– ya pensando en prepararlo para trabajar en las instituciones comunitarias. "No sabían lo que haría, claro, pero siempre lo vieron como una buena salida ya mí cada vez me convencía más", comenta el trabajador público.

El hecho de trabajar con trabajos relacionados con la actividad de las instituciones europeas o por empresas subcontratadas por la UE también es un buen atajo para acabar en la administración comunitaria. "Es natural que, si tienes experiencia en el sector y conoces el terreno, les interese tu perfil", añade otro trabajador de la UE.

Los saltos desde administraciones estatales o de empresas privadas es especialmente habitual en cargos más políticos que se eligen a dedo. No es de extrañar que diplomáticos de los Estados miembros fichen por las instituciones europeas o que, por ejemplo, periodistas pasen a hacer de portavoces o de asistentes de dirigentes comunitarios.

Nacionalidades y generaciones

El grueso de las instituciones europeas se encuentran en Bruselas y, por este motivo, no es de extrañar que tanto en la Comisión Europea como en el Consejo y en el Parlamento Europeo la nacionalidad predominante de los trabajadores de la UE sea la belga, según los datos consultadas por el ARA. En segundo lugar, por lo general hay países más bien del sur de Europa, como Italia, España y Francia, y también tiene una fuerte presencia, sobre todo si se tiene en cuenta en términos proporcionales, la de estados como Grecia y Portugal. "Venimos en busca de buenas condiciones laborales", resume a este diario una trabajadora de las instituciones europeas que también prefiere no decir su nombre.

De hecho, los sueldos de trabajadores de la Unión Europea son elevados. Según el convenio del 2024 del personal de las instituciones europeas, el menor se acerca a los 3.000 euros brutos mensuales y el más alto supera los 23.000.

Otro factor clave es generacional y el conjunto de las instituciones europeas tienen un personal bastante envejecido. Por ejemplo, en la Comisión Europea, que en abril del año pasado alcanzó los 32.262 trabajadores y es el organismo de la UE con más personal, alrededor del 40% de las personas contratadas superan los 50 años y más del 60% los 45. En cambio, los trabajadores menores de 35 años apenas representan el 11%.

Brecha de género

Cada vez se está corrigiendo más la brecha de género en las instituciones europeas y, por ejemplo, en el Parlamento Europeo, en cada legislatura ha aumentado la representación de eurodiputadas. Este año son el 41%. También ha seguido la misma evolución el conjunto del personal comunitario, si bien en los cargos de más responsabilidades siguen predominando los hombres.

De hecho, las mujeres ya son mayoría entre los trabajadores de la UE. En la Comisión Europea, por ejemplo, suponen más del 56% y en el Consejo más del 57%. Sin embargo, en el Consejo de la UE –la Comisión no separa por grados de responsabilidad– las mujeres sólo ocupan el 40% de los altos cargos.

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