La guerra en Ucrania agrava el hambre en el mundo

La ONU alerta que el año que viene habrá entre 8 y 13 millones de personas más con desnutrición

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El mercado de Toi a Kibera Slums en la ciudad de Nairobi, Kenia

BarcelonaEl hambre en el mundo aumentó en 2020, después de cinco años sin hacerlo, por culpa de la pandemia de covid-19. Ahora, en un momento en que debería empezar la recuperación, el ataque ruso en Ucrania solo hace que ensombrecer una situación ya muy precaria. Hasta ahora, Rusia y Ucrania proporcionaban más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales, pero la guerra provocará una disrupción que tendrá efectos significativos mucho más allá de sus fronteras. A la falta de mano de obra para hacer la cosecha en Ucrania –con millones de desplazados y movilizados en el ejército o las defensas territoriales–, la destrucción de campos de cultivo, las perturbaciones en el transporte y el aumento del precio de la energía, se suma la prohibición de exportar productos básicos, tanto por parte de Rusia como de Ucrania. Todo ello provocará escasez y, en consecuencia, un encarecimiento de los alimentos.

Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés), el trigo es un producto alimenticio básico para más del 35% de la población mundial y Rusia es el principal exportador mundial, mientras que Ucrania es el quinto. Ambos países proporcionan el 19% del suministro de cebada, el 14% de trigo y el 4% de maíz del mundo. También son los primeros proveedores de colza y representan el 52% del mercado mundial de exportación de aceite de girasol. Además, Rusia es el principal productor de fertilizantes, productos de los que dependen muchos países en desarrollo, que han sufrido un aumento del coste por la elevada demanda y la volatilidad de los precios del gas natural.

La FAO estima que entre un 20% y un 30% de las áreas de cereales de invierno, maíz y girasol de Ucrania no podrán sembrarse o recolectarse la temporada 2022/23 y por lo que en Rusia indica que "hay muchas incertidumbres sobre las futuras exportaciones" por las dificultades en las ventas que pueden producirse por las sanciones impuestas por Occidente. Todo ello hace prever "importantes repercusiones para la seguridad alimentaria" en el mundo en un momento en que los precios internacionales de los alimentos son ya altos y volátiles, alerta el organismo, que señala que el riesgo es especialmente alto en unos 50 países que obtienen el 30% o más de su suministro de trigo de Rusia y Ucrania.

La caída del suministro desde la región del mar Negro "solo podría verse compensada parcialmente por otros proveedores", lo que puede aumentar los precios internacionales de los alimentos y los piensos entre un 8% y un 22% en la temporada 2022/23, que se suman a los precios actuales ya disparados. Según la FAO, los precios de los alimentos ya sufrieron aumentos significativos desde la segunda mitad de 2020 a causa de la pandemia, y en los primeros meses de este año han alcanzado máximos históricos. Los precios mundiales del trigo y la cebada, por ejemplo, subieron un 31% en 2021, y los del aceite de colza y de girasol, más de un 60%.

Los países más afectados

A escala mundial, la FAO estima que el próximo año habrá entre 7,6 millones y 13 millones de personas más que sufrirán desnutrición, con un impacto especialmente acusado en países de bajos ingresos y con déficit de alimentos en la región de Asia-Pacífico (entre 4,2 y 6,4 millones), seguida del África subsahariana (entre 2,6 y 5,1 millones), Oriente Próximo y el norte de África (entre 400.000 personas y uno millón).

Egipto, Turquía, Bangladesh e Irán son los principales importadores mundiales de trigo y compran más del 60% de su trigo en Rusia y Ucrania. El suministro de trigo de Líbano, Túnez, Yemen, Libia y Pakistán también depende en gran medida de los dos países en guerra. La FAO indica que las perspectivas respecto a las exportaciones de aceite de girasol y otros aceites alternativos también son inciertas. Los principales importadores de aceite de girasol, como India, la Unión Europea, China, Irán y Turquía, deben encontrar otros proveedores u otros aceites vegetales, lo que el organismo avisa de que puede tener efectos secundarios sobre los aceites de palma, soja y colza.

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