Las guerras que hay detrás de las tierras raras y los minerales críticos

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• Las guerras que hay detrás de las tierras raras y los minerales críticos

BarcelonaLas tierras raras de Ucrania pueden ser la clave que desatasque un futuro acuerdo de paz, tras el acuerdo firmado esta semana por el gobierno de Donald Trump y el de Volodímir Zelenski. La avidez de Estados Unidos por estos metales y otros minerales críticos, como el litio, el cobalto, el níquel y el tantali, están en el centro de su implicación en la guerra de Ucrania, pero también el motivo por el que Donald Trump amenaza con la anexión de Groenlandia y Canadá. Pero Estados Unidos no es la única potencia inmersa en la fiebre de los minerales críticos. La Unión Europea también ha definido como prioridad estratégica "lograr una cadena de suministro segura y sostenible" de 34 materias primas críticas, que incluyen estos y otros minerales indispensables para la tecnología verde y digital, pero también, y ahora más que nunca, para la creciente industria militar.

Actualmente, China prácticamente monopoliza el mercado de 19 de estos 34 minerales. El afán del resto de potencias mundiales por romper su dependencia de Pekín ha abierto una carrera por los minerales críticos que alimenta conflictos armados, sociales y ambientales en los países -mayoritariamente del Sur Global- que tienen reservas de estos minerales.

Ucrania

El territorio ucraniano posee un 5% del total de recursos minerales del mundo: tiene reservas de 22 de los 34 minerales críticos clasificados por la UE, según datos del gobierno de Kiiv. Además de titanio, galio, escandio, manganeso, caolinita, hierro, grafito y uranio, tiene yacimientos sin explotar de litio y tierras raras. El problema es que buena parte de estas reservas caen en territorio ocupado por el ejército ruso o en yacimientos todavía indeterminados. "Los mapas de estas reservas provienen de la era soviética y probablemente están sobredimensionados", apunta Emily Iona Stewart, jefe de minerales de transición de Global Witness. El acuerdo entre Kiiv y Washington que permitirá a Estados Unidos acceder al 50% de los beneficios que se extraigan de estos minerales ucranianos (como también del gas y el petróleo), a cambio de su mediación con Rusia para un acuerdo de paz, es una de las cartas de Kiiv en la negociación. Pero es también una carta para Rusia, que controla el 20% del territorio ucraniano, donde también hay tierras raras, titanio y litio y que tiene reservas en su propio territorio: es el primer productor mundial de paladio.

La guerra del coltán

La negociación del acuerdo con Ucrania hizo que el gobierno congoleño viera una oportunidad para ganar su propia guerra. El pasado febrero, el presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Félix Tshisekedi, envió una carta a Donald Trump para ofrecerle acceso a las grandes reservas de minerales críticos de su país a cambio de ayuda militar para derrotar al grupo paramilitar M23, apoyado por Ruanda. Este grupo rebelde es precisamente quien tiene actualmente el control de la principal mina de coltán del país, la de Rubaya en la provincia del Kivu Norte. El avance del M23, que ya controla la capital de esta provincia, Goma, y ​​parte de Kivu Sur, fue posible gracias a la ayuda del ejército de Ruanda, "uno de los más poderosos de África, que cuenta con material militar de alta tecnología", explica el especialista en África de la Escuela de Cultura de Paz de la UAB, Josep Maria Royo.

"El origen de este conflicto no está en los minerales, pero sí han contribuido a alimentar a los combatientes ya alargar la guerra", advierte. La ONU ha documentado la presencia de 4.000 soldados de Ruanda en territorio congoleño, pese a que el gobierno ruandés lo niega. Y, de nuevo, la avidez por metales que fomentan estos conflictos no es sólo de Estados Unidos. La Unión Europea (UE) firmó el pasado año un acuerdo sobre minerales críricos con el gobierno de Ruanda, "un país que no tiene minerales" y que les está extrayendo de la RDC, algo que "está perpetuando el conflicto", explica Stewart. El propio Parlamento Europeo votó en febrero pasado una resolución que reclama a Bruselas suspender el acuerdo, pensado para contribuir al suministro europeo de tantali, tungsteno, oro y niobio, con "potencial para la extracción de litio y tierras raras", según la propia UE.

Los esclavos del cobalto

En el sur de la República Democrática del Congo (RDC) no hay guerra, pero las minas de cobalto generan otro tipo de conflicto, el de la explotación infantil, la semiesclavitud, la contaminación y la violación de los derechos humanos. En esta región de la RDC se concentran el 60% de las reservas mundiales de cobalto, que son explotadas por empresas mayoritariamente chinas. Al contrario que el coltán, el cobalto sí puede extraerse a mano y esto ha hecho que se extienda la llamada minería artesanal, donde una población muy empobrecida, incluidas criaturas, excava para quitar el tesoro mineral y venderlo en las casas de cambio (mayoritariamente controladas también por empresas chinas) por uno o dos dólares al día.

La guerra invisible

Las minas de tierras raras en la provincia de Kachin, en el norte de Myanmar, están alimentando el enfrentamiento entre el ejército birmano, que tomó el poder en el país en un golpe de estado en el 2021, y la milicia de la región, llamada Ejército por la Independencia de Kachin (KIA). El país está inmerso en una guerra civil desde el golpe de estado, pero en esa región el conflicto viene de mucho más atrás por la lucha de resistencia del grupo étnico mayoritario. En los últimos años, se han multiplicado las explotaciones mineras en manos de la junta militar y sus grupos paramilitares afines, pero también las que controla el KIA. "El impacto sobre la salud de los trabajadores, el medio ambiente y las comunidades locales sigue siendo terrible", alerta un informe de Global Witness. Estas últimas semanas, minas que estaban en manos del ejército han caído bajo control del KIA. "Estamos a la espera de ver qué cambios implica", añade Stewart. Pero tanto en uno como en otro caso, y en muchos casos de extracción ilegal, quien compra todos estos minerales es China, que ha externalizado su producción de tierras raras en esta región de Myanmar: la extracción china en Kachin ya duplica la de su propio territorio, según Global Witness.

Conflictos en potencia

Las ambiciones expansionistas de Donald Trump amenazan con generar nuevos conflictos internacionales cuya principal motivación es la fiebre de los minerales críticos. Es el caso de Groenlandia, que Trump quiere comprar o anexionarse porque asegura que es una prioridad "de seguridad nacional". En el fondo, lo que ambiciona son sus reservas de tierras raras, las más grandes del mundo sin explotar: sólo en el yacimiento de Kuannersuit se calcula que existen 7 millones de toneladas de tierras raras. Del mismo modo, la amenaza de Trump con convertir Canadá en el 51º estado de EEUU también tiene una lectura vinculada a los minerales críticos, porque ese estado vecino no es rico sólo en petróleo y gas, sino que tiene grandes reservas de cobre, níquel, litio y tierras raras. Por lo general, todo el Ártico es una región de potencial conflicto en este terreno, porque el deshielo propiciado por la crisis climática está abriendo nuevas rutas comerciales y también nuevos terrenos de posible explotación de minerales críticos.

Los grupos armados y el narco

En Colombia se ha podido probar que grupos armados que todavía operan en zonas del país, como las FARC y ELN, explotan ilegalmente minas de coltán y de oro. Asimismo, cárteles de la droga también explotan ilegalmente oro y cobre. Además, Colombia tiene reservas de litio y níquel que, al igual que el oro, están generando conflictos sociales y resistencia de las comunidades locales.

Resistencias locales e indígenas

Más allá de conflictos armados, la fiebre de tierras raras y otros minerales críticos está generando en todo el mundo conflictos sociales y ambientales. Para extraer estos minerales de la roca son necesarios unos procesos químicos muy contaminantes y algunos de ellos, como las tierras raras, suelen aparecer acompañados de materiales radiactivos. En Malasia, por ejemplo, no hay minas, pero las tierras raras que Australia extrae de su subsuelo se envían a este país para ser procesadas y esto ha generado resistencias por la enorme contaminación que deja. Además de contaminación, la explotación de estos recursos genera también el desplazamiento de comunidades indígenas y locales, que han plantado batalla en muchos lugares del planeta. El Observatorio de la Deuda en la Globalización (ODG) ha documentado hasta 28 conflictos por las tierras raras en todo el mundo, desde Madagascar hasta China, donde se encuentra la mayor mina de tierras raras del mundo, Bayan Obo, que ha tenido un impacto terrible en los ecosistemas y en la salud de la población local. Pero las resistencias no están sólo en el Sur Global: en Suecia, el país hacia el que mira la Unión Europea para romper su dependencia de China en este campo, también hay conflictos abiertos por minas de tierras raras y otros minerales que están afectando a población indígenas como los sami.

"La Unión Europea se ha comprometido a alcanzar el 10% de la extracción de estos minerales en su territorio y el 40% del procesamiento, con un 25% que venga del reciclaje, pero para 2030 lo veo sinceramente muy justo", explica Claudia Custodio, autora del estudio. En el triángulo del litio de Latinoamérica, formado por Chile, Argentina y Bolivia, también existen resistencias locales por el alto impacto medioambiental. "En Chile nos consta que el gobierno trabaja para implicar a las comunidades locales en los procesos y hacer las cosas bien, pero en cambio el gobierno de Javier Milei en Argentina, con su agenda desreguladora, está intentando vender el litio al precio más bajo posible en detrimento de los derechos de los indígenas", explica Stewart. Y añade a la lista Filipinas, donde "hay violencia contra las comunidades que intentan defender su tierra contra concesiones de minas".

La mano de Trump en Serbia

Una parte de las enormes protestas sociales de los últimos meses en Serbia se han organizado en contra de una mina de litio de la empresa Rio Tinto. La justicia del país detuvo el proyecto de explotación de la mina por preocupaciones medioambientales, pero el gobierno serbio está decidido a explotarla e incluso "mantiene conversaciones con Estados Unidos" para explotar ese mineral clave, según Stewart. La investigadora afirma que el gobierno de Trump ha filtrado al serbio los datos de los organizadores de estas protestas, a las que ha tenido acceso porque recibían financiación de la desmantelada agencia de ayuda exterior USAid, y esto ha propiciado la detención de estos activistas. "USAid aportaba fondos a muchas organizaciones prodemocráticas de la Europa del Este que luchaban contra la influencia rusa en la región y ahora se han quedado sin ella", alerta Stewart.

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