Infierno en Járkov: miles de civiles vuelven a ser evacuados de Ucrania

Las fuerzas rusas avanzan posiciones en el nuevo frente del noreste ucraniano, donde los combates y los bombardeos son intensos

Olha Kosova
4 min
Un policía y un voluntario ayudan a una anciana a ser evacuada de la localidad de Vovchansk.

KiivEn otoño del 2022, llegar a la región de Járkov, en el noreste de Ucrania, después de haber estado en la de Donetsk, donde el ambiente era de opresión y tristeza, te transmitía una alegría inesperada. Una alegría que se reflejaba en las caras de los militares que se desplazaban por los pueblos con los vehículos blindados. La operación de las fuerzas ucranianas para recuperar Járkov fue tan sorprendente como fulminante. Nadie esperaba la victoria. Las fuerzas rusas, que en ese momento no consideraban necesario construir líneas de defensa, se vieron obligadas a retirarse hacia Rusia. Entonces pareció que Járkov quedaría libre para siempre, aunque la alegría quedó en parte oscurecida por la localización de fosas comunes y cámaras de tortura. Era el legado que las tropas del Kremlin habían dejado antes de irse.

Entonces se difundieron en las redes sociales las primeras imágenes de una Vovchansk “liberada”. Vovchansk es una ciudad situada a tan sólo unos 10 kilómetros de la frontera con Rusia ya 50 de Járkov. En el vídeo aparecían miembros de las fuerzas especiales ucranianas pisando la bandera rusa al grito de “¡Lencen estos trapos!”. Sin embargo, aquello no supuso la paz ni la vuelta a la normalidad para la población de la localidad.

Desde entonces, la ciudad fronteriza se convirtió en objetivo de los constantes bombardeos rusos. El 40% de los edificios quedaron destruidos el pasado verano –incluido el corazón urbano: el gran mercado– y tres cuartas partes de la población, que inicialmente era de 17.000 habitantes, huyó. Se evacuaron especialmente a los niños. Quienes se quedaron intentaban sobrevivir cultivando algo para después venderlo, aunque admitían que prácticamente no había quien la comprara. Con la nueva ofensiva rusa de este mes se preveía que el destino de la ciudad fuera el mismo que el de Bakhmut y Avdíivka, que prácticamente ya no existen en el mapa.

La primera noche de la ofensiva, las fuerzas rusas volvieron a bombardear la ciudad desde aviones y redujeron a escombros buena parte de lo que aún seguía en pie. Cayeron tantos proyectiles que parecía que “el cielo explotara”, recuerdan los vecinos.

Una vez más, voluntarios con cascos y chalecos antibalas fueron puerta a puerta para convencer a la gente de ser evacuada. Utilizaron los argumentos que se repiten una y otra vez en esta guerra: “Huye y, cuando pase el peligro, seguro que podrás volver”, “La casa son sólo paredes, lo importante es la vida” o “Piensa en tus seres queridos”. Frases que son analgésicos para quienes posiblemente nunca más volverán a su casa y que presagian que ese lugar quedará arrasado.

Algunos afortunados podrán llevarse lo más necesario o valioso: una Biblia, un par de mantas, una bolsa para trasladar al gato… Otros sólo tendrán tiempo de coger los documentos personales y de identidad. “No puedo irme. Mis padres viven en otra parte de la ciudad. Tengo que ir a ayudarles”, dice una mujer de unos 50 años mientras intenta tranquilizar a su perro, que gime asustado. Dima, el voluntario, le contesta que no es posible. El lugar en el que viven los padres es aún más peligroso. "Iremos a buscarlos más tarde", le asegura.

Algunas personas se niegan a ser evacuadas, a pesar de las súplicas de quienes lo intentan. Una anciana de unos 70 años que lleva un pañuelo brillante y llamativo tiembla cada vez que siente una explosión. Sin embargo, afirma “Si me toca morir, moriré en mi casa”. No quiere irse. El voluntario intenta convencerla llamando a sus familiares, que a través del teléfono le aseguran que será bien recibida en Járkov. Pero no hay forma, la mujer no quiere salir de su casa. “Cuídese”, le desea el voluntario, impotente. No puede hacer nada y el tiempo pasa. Cada minuto es vital para salvar vidas.

En cambio, es más fácil convencer a quienes sufrieron los interrogatorios de las tropas rusas durante la primera ocupación de la ciudad. Todo el mundo sabe que la segunda ocupación puede ser peor: si durante los primeros meses de la guerra podía pasarse desapercibido y era difícil saber de qué bando estaba cada uno, ahora se sabe quién simpatiza con quién. Incluso los mismos vecinos pueden delatarte, como ocurrió en el pueblo de Groza, donde un policía colaborador ruso advirtió a las tropas del Kremlin de que una tercera parte de la población de la localidad había acudido a un funeral. Lo atacaron con un misil.

En el norte de Vovchansk, las fuerzas rusas ya habrían disparado contra un civil que intentaba huir, según fuentes ucranianas. Por otra parte, habrían retenido a entre 35 y 40 personas para utilizarlas como escudos humanos. Es difícil verificar esta información, pero situaciones similares han ocurrido en otras localidades durante los más de dos años de guerra.

Los voluntarios han difundido un vídeo donde se ve cómo la señora Natalia se despide de su perro antes de ser trasladada a un refugio donde no se permite la entrada de animales. "Perdóname, perdóname. Nunca te habría abandonado", dice la mujer llorando y abrazando al animal. Por suerte, encontró un sitio donde estar con el perro. En otras imágenes aparece sonriendo, aunque admite que se ha quedado sin hogar.

Los militares ucranianos aseguran que han logrado frenar el avance ruso hacia Járkov. “No han roto nuestras defensas y estamos luchando como leones. El frente se ha estabilizado”, declara Evgueniy, uno de los militares. Quizás los rusos no han superado las defensas de Járkov, pero sí siguen borrando del mapa pequeñas localidades y obligando a sus gentes a dejar atrás sus vidas.

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