Madres de los jóvenes desaparecidos en el Mediterráneo: "Queremos encontrar a nuestros hijos"
Una generación de tunecinos vive el luto por los naufragios de adolescentes, a raíz de la política migratoria de la UE
Túnez"Antes era más guapa. Ahora, una mitad de mí se ha ido con mi hijo", repite Souad mientras enseña las fotos de su hijo. Después de la revolución tunisiana, el 14 de marzo del 2011, Badreddine Mselmi cogió junto con otros jóvenes un barco rumbo a Europa. Hace diez años que dejó de enviar mensajes a su madre, cuando llegó a la frontera Italia-Francia: "Mi hijo ha llegado, pero no sabemos dónde está. Lo he buscado sin cesar todos estos años". Souad ha viajado a Italia con Imed Soltani, de la organización Terre Pour Tous, para saber qué ha pasado con su hijo, reclamar la verdad junto con otras madres y pedir responsabilidades por los hijos desaparecidos.
Con ella, Emna explica que su hijo salió en barco desde Túnez hacia Europa el 29 de marzo del 2011. Nunca llegó: "Vivimos lo mismo un día tras otro, buscamos y esperamos nuestros hijos". La habitación de su hijo quedó intacta desde marzo del 2011. Emna le pliega la ropa, limpia, cuelga las fotos y sus medallas deportivas. Junto con otras madres y activistas, no deja de buscarlo, aunque ni las autoridades tunecinas ni las italianas han dado respuesta alguna durante estos años a las demandas y protestas organizadas por las madres.
"Es una catástrofe", repite Djalila. Sus dos hijos querían reunirse con sus parejas en Europa, pero les denegaron el visado varias veces. Finalmente, tomaron un barco hacia Lampedusa en noviembre del 2019. No supo nada más de sus dos hijos durante seis meses hasta que los reconoció en la prensa cuando hablaban del naufragio del barco, versión que la madre cuestiona. "¿Por qué he perdido mis hijos? ¿Por no concederlos el visado para poder ver sus parejas? Decenas de familias han perdido seres queridos por culpa de un trozo de papel. Dios dice que la Tierra es para todo el mundo, pero algunos la quieren dividir", repite en su casa, desde donde se reúne con las otras familias de los jóvenes desaparecidos.
Toda una generación en Túnez vive inmersa en un luto por la desaparición de los jóvenes de camino a Europa, y acusan las políticas de fronteras europeas que prohíben circular a los jóvenes tunecinos. Las madres se han movilizado varias veces desde el 2011, tanto en Túnez como ante las embajadas de países europeos, para pedir la apertura de vías legales y acusar las políticas migratorias europeas de responsables de las desapariciones forzadas de sus hijos. "Vivimos para explicar nuestra historia y para pedir responsabilidades", repite Souad. Al silencio de las autoridades europeas ante sus preguntas y demandas se añade el hecho que las madres tienen muchas dificultades incluso para conseguir el visado para poder viajar a Europa y hacer pruebas de ADN o hablar con testigos de los naufragios debido a la misma política migratoria: "No podemos ni siquiera recuperar los cuerpos o los objetos de nuestros seres queridos", explica Dalila, cuyo marido desapareció en 2012 en el llamado naufragio de Lampione. En el barco viajaban 130 personas.
Una década pidiendo responsabilidades sin respuestas
"En las embajadas, los visados se deniegan de forma sistemática", explica el periodista tunecino Malek Zaghdoudi, del diario Alqatiba. Jóvenes activistas, periodistas y abogados colaboran con las familias de los desaparecidos desde el 2011 en busca de justicia, pidiendo el cambio de las actuales políticas migratorias, a las cuales responsabilizan de las desapariciones. Imed Soltani organizó junto con 500 familias decenas de protestas ante los consulados europeos en Túnez y las autoridades tunecinas para exigir el derecho a la circulación para los jóvenes tunecinos: "Reclamamos que se respeten los derechos humanos que la misma Unión Europea ha emitido. Los jóvenes se han visto forzados a tomar un barco, no se les ha aceptado ningún visado para poder circular. En los consulados se pagan las tasas, pero después los visados se deniegan". Junto con abogados, ha presentado demandas contra las instituciones europeas recogiendo testigos de cada una de las familias que ha perdido a sus hijos.
Aun así, las desapariciones han movilizado a la gente de todo el país. Desde el puerto de Zarzis, Mohsen Lihidheb recoge los objetos que lleva la marea después de los naufragios. Esta ciudad costera cerca de la frontera con Libia acoge un cementerio de desaparecidos y otro de barcos naufragados. "Busco las familias de los desaparecidos, pensando que los objetos que recojo, limpio y guardo son de ellos". Tilda de crímenes las desapariciones de los jóvenes, consecuencia del cierre de las fronteras europeas que encierra a los jóvenes del sur en su país y de la desigualdad norte-sur.
Con los objetos que encuentra, Mohsen ha llenado las playas de Zarzis de instalaciones artísticas: "Mi arte es una lucha por defender la memoria de la gente, aquí se explicará su historia, que no es suya personal, sino la de las fortalezas europeas y la del cinismo". El artista empezó a construir instalaciones en la playa desde los años 90 después de la rabia que sintió al encontrar los primeros objetos de los barcos naufragados. En Zarzis, en medio de decenas de zapatos, abrigos y paquetes de tabaco, el artista Mohsen Lihidheb denuncia que "asistimos a una forma de destrucción en masa, cuyas víctimas son las personas".
Reportaje realizado con el proyecto Islamofobia con ojos de mujeres del Instituto de las Desigualdades, con el apoyo del Ayuntamiento de Barcelona.