Próximo Oriente

Una marcha ultranacionalista israelí en Jerusalén Este acaba con 27 palestinos heridos por bala de goma

La manifestación ha puesto a prueba el nuevo gobierno de Israel y la solidez de la tregua con Hamás, pero no ha tenido más consecuencias

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Participantes a la Marcha de las Banderas, este martes en Jerusalén

SabadellMiles de personas con banderas israelíes han participado en la llamada Marcha de las Banderas, una procesión que tiene lugar cada año para conmemorar la anexión (no reconocida internacionalmente) de Jerusalén Este al estado de Israel, en 1967. La marcha, convocada por grupos israelíes ultranacionalistas y de extrema derecha, suele ser un importante foco de tensión entre israelíes y palestinos, puesto que en su recorrido por la Ciudad Vieja de Jerusalén los manifestantes pasan habitualmente por el barrio musulmán antes de llegar hasta el Muro de las Lamentaciones. En esta ocasión, el acto amenazaba con hacer tambalear el débil alto el fuego que Israel y Hamás acordaron el 20 de mayo para poner fin a once días de bombardeos sobre la franja de Gaza y de lanzamiento de cohetes hacia territorio israelí. Finalmente, sin embargo, la manifestación se ha desarrollado sin consecuencias importantes. Finalmente, las protestas de palestinos contra la manifestación han acabado con varios heridos, pero las consecuencias no han pasado de aquí.

La Marcha de las Banderas tendría que haber tenido lugar el 10 de mayo, y fue uno de los detonantes de ese conflicto, que acabó con 255 muertos en Gaza y 13 en Israel. El inicio de las hostilidades llevó a las autoridades israelíes a modificar a última hora el recorrido de la manifestación, para evitar que cruzara el barrio musulmán. Este gesto fue interpretado por los organizadores de la marcha como una muestra de debilidad del entonces primer ministro, Benjamin Netanyahu, ante Hamás, y por eso convocaron nuevamente la manifestación. Inicialmente se había previsto para el pasado jueves, pero finalmente se reprogramó para este martes.

El nuevo gobierno israelí, presidido por Naftali Bennett, dio luz verde al acto este lunes, justo el día después de tomar posesión, pero introdujo también algunos cambios en la ruta. La marcha ha pasado por zonas de mayoría árabe, pero ha evitado entrar en el barrio musulmán de la Ciudad Vieja, el punto más delicado del recorrido. Los manifestantes, pues, se han podido concentrar ante la puerta de Damasco, que da acceso al barrio musulmán y que es un punto de encuentro habitual de los ciudadanos palestinos de la ciudad. Ahí, los participantes en la marcha se han parado para cantar, bailar y gritar consignas a favor del estado de Israel, pero después no han cruzado la puerta, sino que han entrado en la Ciudad Vieja por otro punto, bordeando el barrio musulmán. Según recoge Reuters, en el camino hasta el Muro de las Lamentaciones, un manifestante con un megáfono se dirigía a los comerciantes palestinos con mensajes como "Mirad bien nuestra bandera" o "Vivid y sufrid". También se han oído gritos de "muerte a los árabes", que han sido condenados por Yair Lapid, ministro de Exteriores y líder del Yesh Atid, el principal partido de la nueva coalición gubernamental.

Protesta palestina

A pesar de la modificación del recorrido, el primer ministro palestino, Mohammad Shtayyeh, había advertido de "las peligrosas repercusiones" que podía tener la decisión del gobierno israelí de "permitir a colonos israelíes extremistas que lleven a cabo la Marcha de las Banderas en el Jerusalén ocupado". Miles de personas han secundado el llamamiento de Hamás y Fatah (las dos principales fuerzas políticas palestinas) para que salieran a protestar alrededor de la Puerta de Damasco, que había sido acordonada por la policía para evitar enfrentamientos. Como mínimo 27 personas han resultado heridas en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad antes de que la marcha (considerada una "provocación" por la comunidad palestina) llegara a este punto, según la Media Luna Roja Palestina.

Durante la tarde, incluso antes del inicio de la manifestación, se han registrado varios enfrentamientos entre la policía israelí y ciudadanos palestinos, a los que se ha obligado a cerrar los comercios y a abandonar las zonas por donde tenían que pasar los manifestantes.

En Gaza también se han organizado acciones de protesta, y horas antes de que empezara la marcha ultranacionalista, desde la Franja se han lanzado globos incendiarios que han calado una veintena de fuegos en campos israelíes próximos a la frontera. Hamás ha avisado de que la manifestación de hoy podría ser "el detonante de una nueva batalla", e Israel ha desplegado baterías de su sistema de defensa antimisiles, la Cúpula de Hierro, en la zona sur del país, ante una posible reanudación del lanzamiento de cohetes desde Gaza. La tensión, sin embargo, no ha ido a más.

Prueba de fuego para el gobierno

La Marcha de las Banderas ha sido la primera prueba de fuego para el nuevo gobierno de Naftali Bennett, constituido hace apenas dos días y formado por una amalgama de ocho partidos de derecha, centro e izquierda y que incluye también formaciones árabes. El ejecutivo, unido únicamente por su deseo de echar a Netanyahu del poder, tiene una mayoría muy exigua en la Knesset (fue escogido por 60 votos a favor, 59 en contra y una abstención) y cualquier paso en falso podría llevar a alguno de los socios a apartarse y dejarlo en minoría. De momento, Bennett, líder del partido ultraderechista Yamina, ha advertido de que no le temblará el pulso si hay que responder con la fuerza a nuevos ataques, pero por ahora no lo ha tenido que hacer.

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