La memoria del olvido: 50 años de trabajo de Médicos Sin Fronteras en fotografías

La entidad recoge en un libro del fotoperiodista Juan Carlos Tomasi su trabajo en los peores desastres humanitarios

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Hospital de Batangafo, República Centreafricana

BarcelonaMédicos Sin Fronteras (MSF) cumplirá medio siglo de historia el 21 de diciembre, un aniversario que tiene un regusto contradictorio: el mundo no es mejor que hace 50 años y la organización reivindica que los motivos que llevaron a su fundación continúan todavía vigentes. Pero, a la vez, puede presentar mucho trabajo hecho y un número incalculable de vidas salvadas en las peores crisis humanitarias del mundo.

"Cuando MSF hace su trabajo y se va, es en el contexto de un gran fracaso global. Todos los recursos para evitar las crisis humanitarias están en el mundo, lo que falta es la voluntad política de evitarlas. Nos gusta lo que hacemos, pero lo que nos gustaría más sería ser innecesarios y poder desaparecer", ha dicho David Noguera, presidente de la entidad.

"Un arma de futuro"

MSF conmemora la efeméride con un libro de imágenes de su fotoperiodista de referencia, Juan Carlos Tomasi, editado por la Editorial Blume. "La fotografía es clave en la denuncia y hemos intentado hacer de la ayuda que personas prestan a personas una cosa moralmente real, sin filtros. No es una compilación de imágenes para celebrar un aniversario, sino una herramienta para reflexionar. Todas las fotografías del libro tienen una tesis: esto es lo que diferencia una fotografía de una imagen", ha dicho el fotoperiodista en la presentación del libro en la sede de la entidad en España, en el barrio de Poblenou de Barcelona. "El fotoperiodismo, como la poesía, es un arma cargada de futuro", ha asegurado parafraseando a Gabriel Celaya. El editor, Leopoldo Blume, ha lamentado que Médicos Sin Fronteras no tenga más presencia en los medios.

Migrantes en la frontera de Hungría con Serbia

El fotógrafo, que empezó a documentar el trabajo de MSF en crisis humanitarias en 1995 en el Congo, ha reivindicado el trabajo en una era digital de sobreinformación: "Cada día recibimos miles de píxeles, imágenes que duran una décima de segundo, pero las fotografías basadas en premisas, ideas, intención y una ideología, perduran". El libro conmemorativo, que recoge 140 imágenes de los conflictos y desastres naturales más graves de las últimas décadas, desde Palestina hasta el Darfur, pasando por las guerras de los Balcanes o la República Centroafricana, y los feminicidios en Guatemala, cuenta también con textos de periodistas, escritores y cooperantes.

Los peores contextos

Las imágenes de Tomasi rehúyen el sensacionalismo. "No me gusta la épica del horror y la miseria. Lo fundamental es el respeto y explicar las cosas como las vemos, y como las vivimos y las sentimos. No se puede hacer partícipe del horror a todo el mundo, pero sí agitar conciencias", ha añadido. Como miembro del equipo de MSF no se ha limitado a hacer fotografías: "Muchas veces he dejado la cámara en el suelo para ponerme a cargar sacos, y he puesto muchas vacunas, y seguramente la mejor fotografía sea la que no llegué a hacer", ha reconocido.

Un parto en Etiopía

La también fotoperiodista Anna Surinyach, editora gráfica de la revista 5W, dio sus primeros pasos junto a Tomasi y ha compartido una anécdota reveladora. "La primera vez que cubrí una crisis humanitaria tenía 21 años y fui a Etiopía. No estaba preparada para trabajar en un centro de desnutrición infantil y tardé tres días en sacar la cámara. Cuando lo hice, Tomasi la apartó y me dijo: no vuelvas a hacer nunca una fotografía a alguien sin haberlo mirado a los ojos". De Tomasi ha destacado su "mirada horizontal". "Ve a las personas de tú a tú, una cosa que tendría que ser obligatoria en nuestra profesión, él hizo un cambio revolucionario en la fotografía de desastres humanitarios porque dejó de tener una mirada asistencialista y desvictimizó a las poblaciones". Y ha revelado que le costó convencer a su maestro de hacer un libro con sus fotografías.

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