La guerra de Gaza deja solos a Estados Unidos en el mar Rojo

Los aliados tradicionales de Washington se desmarcan de su coalición para proteger a los barcos y algunos participan anónimamente en ellos.

Ricard G. Samaranch
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BarcelonaDurante la última semana se ha puesto de manifiesto en dos escenarios diferentes hasta qué punto Estados Unidos está aislado internacionalmente en todo lo relacionado con la brutal guerra que Israel entrega a la franja de Gaza. En el Consejo de Seguridad de la ONU, Washington retrasó varios días la aprobación de una aguada resolución que pide un incremento de la ayuda humanitaria a Gaza para acabar absteniéndose. Se quedó solo. Incluso algunos fieles aliados históricos, como Gran Bretaña y Francia, votaron a favor. Pero es quizás aún más significativo que Estados Unidos esté afanando en encontrar aliados para poner en marcha una operación en el mar Rojo para proteger de los ataques de la milicia yemení proiraní de los houthis una ruta marítima clave para el comercio mundial.

Durante las últimas semanas, los houthis han atacado con drones y misiles balísticos a una decena de barcos que se dirigían hacia el canal de Suez o el puerto israelí de Eilat. En un caso, la milicia islamista, que controla la mayor parte de Yemen, asaltó un barco con un helicóptero y le obligó a atracar en el puerto yemení de Hodeida, donde todavía es retenido. Los houthis justificaron los ataques como un acto de solidaridad con Palestina, porque los barcos atacados presuntamente tendrían alguna relación con Israel. A consecuencia de ello, las principales navieras mundiales decidieron evitar cruzar el canal de Suez, que concentra el 12% del comercio mundial, para utilizar una ruta alternativa bordeando el continente africano. Este cambio propiciará un retraso de unos diez días en la llegada de las mercancías, así como un encarecimiento de las importaciones.

EEUU anunció la semana pasada la creación de una anémica coalición internacional para desplegar una operación naval de protección de la geostratégica vía marítima. La operación, bautizada como el Guardián de la Prosperidad, debía estar formada por nueve países, la mayoría estrechos aliados europeos como Francia, España e Italia, que ya cuentan con barcos militares en la zona participando en otra coalición internacional contra los piratas de Somalia. De la lista, llamó la atención que el único país de la región fuera Bahrein, sede de la V Flota de EEUU, y Seychelles, unas islas paradisíacas con sólo unos 100.000 habitantes.

Sin embargo, en los últimos días varios de estos países se han retirado de la lista o bien han matizado la participación. Por ejemplo, Francia e Italia han declarado que sus barcos en la zona colaborarán con la operación Guardián de la Prosperidad, pero sin situarse bajo el mando estadounidense. Por su parte, España se ha desmarcado por completo y criticó no haber sido consultada antes de ser incluida en la lista, lo que generó un conflicto diplomático entre Madrid y Washington. A estas alturas, todavía no está claro qué países formarán finalmente parte de la coalición y cuál será el rol concreto de cada uno, porque el Pentágono asegura que una docena de países más quieren participar anónimamente y, por tanto, deberían añadir a los ya incluidos en la lista hecha pública.

Los aliados anónimos

Se sospecha que entre los estados que prefieren guardar el anonimato se encuentran las tres potencias regionales árabes como Egipto, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los tres son aliados tradicionales de EEUU y, además, se ven directamente perjudicados por los ataques de los houthis en el mar Rojo, sobre todo Egipto, que cada año ingresa unos 9.500 millones de euros gracias a las tasas que pagan los barcos por cruzar el canal de Suez, y que en la actualidad sufre una grave crisis financiera. Según los expertos, dos razones explican su discreta posición.

En primer lugar, la proximidad a Yemen y el miedo a convertirse en blanco de la ira de los houthis. Uno de los líderes del movimiento, Mohamed al Bukhaiti, ha advertido de que mantendrán sus ataques pese a la creación de la coalición internacional y ha anunciado que responderían "a cualquier agresión con operaciones militares sin precedentes". De hecho, Arabia Saudí ya ha sufrido en su territorio ataques de los houthis con drones y misiles. Por ejemplo, el año pasado el grupo lanzó un sofisticado ataque contra el principal pozo petrolero del país y dejó patente la debilidad de las defensas antiaéreas saudíes. Desde entonces, Riad está en conversaciones con la milicia para sellar el fin en la guerra de Yemen. Los EAU, todavía con presencia en el conflicto yemení, están en una situación similar.

La otra razón para mantener las distancias con Washington es la creciente hostilidad que suscita entre la opinión pública árabe, encendida por la extrema brutalidad de los ataques israelíes contra la población civil de Gaza y la complicidad del gobierno de Joe Biden. Si bien siempre ha habido una diferencia notable entre el grado de solidaridad con Palestina entre la calle y sus gobernantes desde que EEUU e Israel sellaron una alianza de hierro en 1967, probablemente esta brecha nunca había sido tan profunda. Y es que Israel ha lanzado los bombardeos más salvajes justo cuando varios estados de la región habían firmado la normalización de relaciones, como los EAU, o se lo estaban planteando, como Arabia Saudí.

Una encuesta completa del Barómetro Árabe en Túnez pone de manifiesto el profundo impacto de la guerra de Gaza en la opinión pública del país, conclusiones extrapolables a toda la región. El porcentaje de tunecinos con una imagen favorable de EEUU se situaba en torno al 40% justo antes del estallido del conflicto bélico. Semanas después, el porcentaje había caído en el 15%. Al mismo tiempo, la visión de sus potencias rivales, como China e Irán, mostraba la tendencia inversa. Con estos datos en la mano, y con el recuerdo de las Primaveras Árabes todavía en la retina, no es de extrañar que algunos regímenes árabes prefieran actuar con cautela ante algunas peticiones de la Casa Blanca.

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