Putin, con el viento más a favor que nunca gracias al impulso de Trump
El presidente ruso aspira a ganar mucho más que la guerra de Ucrania con el acercamiento a Estados Unidos y espera volver a Rusia a la liga de las potencias mundiales
MoscúNi los acólitos más fervientes del régimen pudieron imaginar hace pocos meses que, en este punto de la película, las cosas pintarían tan bien para Vladímir Putin. Desde que la operación militar especial que debía triunfar en tres días se convirtió en una guerra de desgaste que dura ya más de tres años, Rusia ha visto cómo el estatus de potencia mundial se le diluía. La agresión a Ucrania provocó su total aislamiento respecto a Occidente, una ola de sanciones y la fuga de empresas europeas y estadounidenses, y forzó el Kremlin a buscar el cobijo de China. Putin admitía de facto su condición de paria y se veía obligado a concentrar todos los esfuerzos en una guerra muy difícil de ganar. Hasta que llegó Donald Trump a la Casa Blanca.
Con una llamada, el presidente de Estados Unidos hizo saltar por los aires el equilibrio de poderes global y restituyó su teórico mayor enemigo. Putin no desaprovechó la oportunidad de abandonar el ostracismo: aceptó la invitación para volver a sentarse en la mesa de los mayores decidido a aferrarse a la silla y comprobó que, de repente, el viento volvía a soplarle a favor.
Antes de la irrupción en escena de Trump, Rusia podía aspirar a lo sumo a una salida digna del lodazal de Ucrania: intentar maximizar las ganancias sobre el terreno, minimizar las concesiones y venderlo como un éxito. Ahora Washington no sólo no considera que Moscú sea culpable de la guerra, sino que le sitúa como parte de la solución y acepta sus demandas por un alto el fuego. Más aún, ofrece a Putin recuperar el lugar que había perdido en el mundo. El botín de guerra ya no es la única prioridad; la paz es la prenda por volver a Rusia a la que le corresponde. "El principal resultado de las negociaciones no puede ser sólo el fin del conflicto, sino la reconfiguración de todo el sistema internacional de relaciones", resume el diario oficialista Izvedia.
Fuentes del Kremlin explican en el Kommersante que no tienen ningún tipo de prisa por culminar las conversaciones. No se esperaban ni mucho menos encontrarse en una posición tan favorable y ahora es necesario aprovechar el momento para exprimir todo su jugo. Por eso tampoco se prevé que la esperada reunión Trump-Putin se celebre de inmediato. En la televisión estatal no caben de júbilo: "Ahora todo se decide en el gran triángulo Rusia-China-Estados Unidos; en este marco la nueva construcción del mundo dará frutos. La Unión Europea ya no existe como fuerza política unida", explicaban esta semana al informativo. Mientras, el Kremlin felicita a la nueva administración estadounidense por haber cambiado "tan rápidamente" la política exterior hacia una visión que "coincide en gran medida" con la del gobierno ruso.
Sin alicientes por la paz
¿Pero qué incentivos tiene Putin para buscar la paz si Estados Unidos retira el apoyo a Ucrania? El periodista de la agencia de noticias estatal rusa RIA Nóvosti Ígor Naimuixin expresa el desconcierto: "Por un lado, Trump habla de paz y políticos de su entorno dicen que les interesa el éxito de Ucrania, pero, por otro, desde Washington parece que están dando a Rusia todas las cartas para conseguir el triunfo en el campo de batalla". El presidente ruso se siente fuerte y por eso ha dejado claro que no tiene intención de hacer concesiones.
Hasta ahora Trump le ha envalentonado aceptando como punto de partida que es difícil que Ucrania recupere los territorios ocupados (también la anexionada Crimea) e imposible que entre a la OTAN. Es de Rusia que afirma que ellos son los que más desean la paz. Así, si las conversaciones fracasan, Washington culpará a Kiiv y permitirá que continúe la guerra. Foreign affairs, una paz en los términos de Rusia equivaldría a una "capitulación" de Ucrania. Advierte que un acuerdo que margine a la parte agredida "validaría la agresión como estrategia legítima" y que si el Kremlin se sale con la suya tras lograr éxitos muy limitados en el campo de batalla "sólo por un cambio repentino en la política de Estados Unidos", alterará la seguridad global "de forma peligrosa". Precisamente esto es lo que persigue Putin cuando pide una paz "segura" para Rusia: conseguir la división de la OTAN y alejar a Europa de sus fronteras.
El futuro de Rusia, en juego
La parsimonia rusa a la hora de encarar las negociaciones también se explica por la prudencia. A pesar de la satisfacción que produjo en el Kremlin el enganche entre Trump y Zelenski, fuentes del gobierno admiten al Moscow Times que les preocupa que la tensión entre Estados Unidos y Ucrania estronque el acuerdo entre Moscú y Washington. En juego, no sólo la paz y el estatus internacional, sino el levantamiento de las sanciones en un momento muy delicado para la economía rusa. Putin ha planteado hábilmente el acercamiento al enemigo histórico, ahora "socio", como un negocio, pero la desconfianza hacia la contraparte estadounidense persiste, tal y como muestra el hecho de que el viernes Trump volviera a amenazar al Kremlin con más sanciones si no trabajan para un alto el fuego. El analista Anton Barbashin avisa a los propagandistas exultantes: "También estaba emocionados en el 2016 y no acabó bien".
La inmanencia de Vladimir Putin en el poder le da una perspectiva de futuro poco habitual en gobernantes democráticos. Ha visto desfilar a cinco presidentes de Estados Unidos y ha comprobado que, de un día para otro, el viento pasaba de soplarle a favor a hacerlo en contra. Ahora vive el mejor momento de los últimos tres años pero ni canta victoria, ni cambia la retórica militar, y mucho menos detiene la represión.
El pasado 23 de febrero, Día del Defensor de la Patria, la víspera del tercer aniversario del inicio de la invasión en Ucrania, el presidente ruso insistió en que era el momento de rearmarse para "garantizar la seguridad futura" del país. El profesor Yuri Zhdánov, experto en relaciones internacionales, lo expresa en un lenguaje menos prosaico, pero mucho más crudo: "La sangre ya derramada por nuestros soldados no debe ser en vano; sabemos ganar guerras, pero a veces conseguimos perder la paz".