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Las claves de las negociaciones en Ucrania, más allá de los minerales: Trump baila al ritmo de Putin

Rusia no quiere ceder los territorios ocupados ni aceptar tropas de paz europeas, mientras Zelenski se queda solo reclamando la entrada en la OTAN

Una obra de arte que representa a Donald Trump y Vladimir Putin en una exposición en Yalta, Crimea, el 8 de febrero de 2025.
26/02/2025
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MoscúLa inesperada predisposición de Estados Unidos a bendecir las posiciones maximalistas rusas en las conversaciones para un alto el fuego en Ucrania ha desequilibrado la balanza antes de dar el pistoletazo de salida. Vladimir Putin está envalentonado y no tiene ningún incentivo para hacer concesiones mientras no se entre a fondo en la negociación. Por eso mantiene casi intactas las principales condiciones que ya puso el pasado junio para detener la invasión: la anexión de las cuatro regiones ucranianas ocupadas y el reconocimiento internacional de Crimea como territorio ruso; que Ucrania no entre en modo alguno en la OTAN y se convierta en un estado neutral; y que se desmilitarice y no se desplieguen tropas extranjeras para garantizar su seguridad.

Volodímir Zelenski, que defiende todo lo contrario, se encuentra de repente que debe prepararse para jugar una partida con las cartas marcadas. El aliado congenía con el enemigo y abandona el rol de protector para adoptar el de árbitro parcial y potencial expoliador de recursos naturales. De ahí que el presidente ucraniano se haya visto obligado a intentar golpes de efecto a la desesperada como ahora la oferta de dimisión a cambio de que su país pase a integrar la OTAN y la aceptación que Estados Unidos explote gran parte de sus recursos naturales.

Todo ello, delante la impotencia de una Unión Europea que intenta defender los intereses propios y de Ucrania mientras constata que Estados Unidos y Rusia tienen más bien poco interés por invitarla a la mesa de negociaciones.

La adhesión a la OTAN, línea roja

Uno de los puntos más magros para Zelenski es la adhesión de Ucrania a la Alianza Atlántica. Rusia ha dejado claro por activa y por pasiva que ésta es una línea roja y que será necesario un compromiso internacional "de hierro fundido" que garantice que no se traspasa. El nuevo gobierno estadounidense lo respeta con el argumento de que la entrada de Ucrania en la OTAN "no es realista". Ni siquiera la Unión Europea rema a la par a favor de la demanda ucraniana: los países más cercanos geográficamente a Rusia, los que temen una eventual agresión militar del Kremlin, como Polonia, Rumanía, Eslovaquia, República Checa o los bálticos, son partidarios. Pero los aliados de peso llevan tiempo dando alargas al presidente ucraniano. Tal y como había expresado también Joe Biden, todos manifiestan con la boca pequeña que el futuro de Ucrania pide integrarse en la OTAN, pero evitan ponerle fecha por desesperación de Zelenski.

Las regiones ocupadas

El líder ucraniano también tiene mala prenda en el telar en cuanto a recuperar las cuatro provincias anexionadas por Rusia durante la guerra, además de Crimea. El Kremlin reivindica la soberanía de estos territorios (Donetsk, Luhansk, Zaporíjia y Kherson) como un elemento casi existencial, si bien algunas zonas todavía no han podido conquistarlas del todo. Estados Unidos le compra parte del relato hasta el punto de votar en la ONU a favor de una resolución que no respeta la integridad territorial ucraniana.

El gobierno estadounidense considera que tampoco es "realista" que Zelenski pretenda recuperar las fronteras previas a 2014, antes de la anexión de Crimea y de la guerra del Donbás, porque esto "sólo prolongaría el conflicto y aumentaría el sufrimiento". El único as que tiene en estos momentos el presidente ucraniano de cara a la negociación es la porción de territorio ruso que todavía controla en Kursk.

Tropas de paz en Ucrania

Donde sí existe más quórum entre Ucrania, Estados Unidos y Europa es en el despliegue de tropas de paz sobre el terreno. Pese a que Trump ha asegurado que no enviará ningún soldado estadounidense, sí ve con buenos ojos que lo hagan los países europeos. Incluso ha llegado a afirmar que Putin está de acuerdo. Ahora bien, el Kremlin lo ha desmentido tajantemente y ha insistido en que la presencia de fuerzas armadas de países de la OTAN en Ucrania, incluso bajo banderas nacionales, es "inaceptable" para Rusia. De todas formas, Europa todavía está lejos de concretar en qué podría traducirse este despliegue militar. Estados como Reino Unido, Suecia o Países Bajos se muestran dispuestos, mientras que, de entrada, otros como Alemania o España son más refractarios.

El expolio de los metales de tierras raras

Una de las justificaciones recurrentes de Trump para dar un paso atrás en la defensa de Ucrania es el coste económico. Estados Unidos quiere cobrar su apoyo a Zelenski, y por eso están a punto de firmar un acuerdo para explotar los metales de tierras raras ucranianas y otros recursos naturales, un gesto que se interpreta como una precuela de las negociaciones.

Y aquí, Putin, que es gato viejo y se le atribuye la habilidad desde los tiempos del KGB de calar a los adversarios y aprovechar sus debilidades, ha decidido tentar al presidente estadounidense con una contraoferta. Asumió que Trump actúa como un hombre de negocios y le propuso explotar conjuntamente los yacimientos de metales raros de Rusia, incluidos los que se encuentran en los territorios ocupados ucranianos. Unos recursos, por cierto, controlados desde el inicio de la guerra por la corporación estatal Rosatom, en manos de un amigo íntimo de Putin, Yuri Kovalchuk. El noviazgo del presidente ruso es tan descarado que, por primera vez en mucho tiempo, se ha referido a Trump ya las empresas estadounidenses, representantes hasta hace poco del país "no amistoso" por antonomasia, como "socios".

Vladímir Putin, pues, está consiguiendo que se baile a su ritmo antes de que suene la música. Tampoco Estados Unidos ha sido contundente a la hora de defender la participación de Europa en las conversaciones, aunque Donald Trump haya acabado admitiendo que deberían estar ahí. Una tibieza que ha reforzado a Rusia, que sostiene que los líderes europeos no están en condiciones de exigir nada. El Kremlin no solo pone los acuerdos, sino también el tempo: no tiene prisa para culminar las negociaciones ante un Trump deseoso de colgarse una medalla, de una Unión Europea descolocada y de una Ucrania que ve peligrar su supervivencia. Sobre la partitura, Rusia no tiene intención de ceder en nada; habrá que ver qué ocurre cuando empiece a tocar en la orquesta.

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