

BarcelonaLa Europa de 2025, después de que la UE ha puesto sobre la mesa 800.000 millones de euros para articular la defensa, parece que se aleja con rapidez de la sombra de la Europa de 1939 que se rendía a Hitler de la mano de Chamberlain y Daladier. Keir Starmer y Emmanuel Macron representan un límite tanto ante Trump como ante Putin, más allá de fragilidades y miopías. ¿Y la OTAN? ¿Qué será de la Alianza entre EEUU y Europa, cada vez más lejos? Diría que la OTAN está transitando paulatinamente de un impulso ansioso a otro agónico, pese a la insistencia de su secretario general, Mark Rutte, para convencer a Donald Trump del esfuerzo de la UE "para poner 800.000 millones de euros al servicio de la OTAN". Esto mientras Rutte le reía al presidente estadounidense las insinuaciones de anexionarse Groenlandia. ¿Pero en serio está convencido Mark Rutte de que los 800.000 millones irán a parar a una OTAN controlada tanto logística como técnicamente por los EEUU de Trump?
Dan que pensar, y mucho, las expresivas imágenes de Ursula von der Leyen celebrando la gran millonada. Se trata de secuencias en ningún momento acompañadas de una exposición geoestratégica detallada que ayude a situar esa gran inversión en defensa de la UE. ¿Irán todos estos millones a la OTAN, o bien prefiguran su alternativa? Von der Leyen no lo aclara. Evita hablar de ello. ¿Tiene alguien en Bruselas en la cabeza resucitar algo parecido a la Unión Europea Occidental, nacida en 1954 y disuelta en el 2011, sin haber sido nunca llenada de estructuras defensivas? ¿Y qué ocurre con la Agencia Europea de Defensa –de la que ni se habla– y que sigue siendo un cuerpo vacío donde trabajan 180 funcionarios? ¿Mutará la OTAN en algo distinto de lo que hemos conocido, cuando ya no tenga ningún vínculo con EEUU, como han soltado tanto Donald Trump como Elon Musk?
Si la OTAN está en riesgo como plataforma defensiva surgida de la victoria aliada en la Segunda Guerra Mundial es una cuestión que empiezan a analizar los think tanks europeos. El español Real Instituto Elcano, de titularidad estatal, hace valoraciones que no hay que perder de vista: el investigador Félix Arteaga dice que en la próxima cumbre de la OTAN, en junio en La Haya, EEUU no puede cerrar los ojos ante el extraordinario esfuerzo económico europeo. Y avisa de que si los hombres de Trump se pusieran de espaldas a la Alianza, la UE ya habría transmitido el mensaje de estar dispuesta a defender a Europa. Sin embargo, pesa muy duramente en la UE la cuestión de cómo rearmarse al margen de la industria bélica estadounidense.
Los silencios y las ambigüedades calculadas las ha resquebrajado el Financial Times difundiendo que por ahora varios países europeos –Reino Unido, Francia, Alemania y los escandinavos– estarían estudiando un plan de cinco a diez a años para la salida de EEUU de la OTAN. Formalmente, sería una propuesta de futuro de la Alianza para convencer a Washington de lo bien que le iría centrarse en Asia y otros espacios geoestratégicos.
La primicia del Financial Times sintoniza con la Coalición de Voluntarios, formulada con cuatro puntos por el primer ministro británico Keir Starmer: el objetivo es la defensa de Ucrania; es necesario intensificar las presiones a Rusia y supervisar un acuerdo de paz que evite futuras invasiones y, finalmente, desarrollar la "coalición de voluntarios" integrada por todos los países que se comprometan con ella. Una plataforma de dieciocho países -no faltan Australia y Nueva Zelanda- ante la que es inevitable la tentación de hacer analogías con la gestación, en plena guerra, de lo que después serían conocidos como "los aliados", núcleo duro de una OTAN que parece haberse adentrado por un camino de no retorno.