Sacos de tierra para proteger el Patrimonio de la Humanidad en Ucrania

El director del museo etnológico de Lviv lucha por que la invasión rusa no borre el pasado

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Posant planchas por protegido el Museo Etnológico de Lviv

Enviada especial a Lviv (Ucrania)Stefan Pavluk, académico de la Academia Nacional Científica y director del Instituto Nacional Etnológico de Ucrania, se sube, a sus 74 años, hasta arriba de una larga escalera. Rodeado de siete trabajadores, coloca planchas metálicas para proteger las ventanas del Museo Etnológico, que conserva una valiosa colección de 100.000 objetos de porcelana, muebles y relojes.

“No creemos que Lviv sea bombardeada, pero tenemos que estar preparados para la barbarie de Rusia, y aquí tenemos objetos de mucho valor que tenemos que proteger. Hemos visto cómo en Járkov han usado bombas de implosión”, explica, mientras se quita unos guantes de color naranja que protegen sus enormes manos. Cuando le preguntamos de qué servirían estas planchas ante bombas de implosión como las que estallaron hace unos días en la plaza de la Libertad de Járkov, al otro extremo del país, se encoge de hombros. “No disponemos del material adecuado, porque no estábamos preparados para una guerra, usamos lo que tenemos”.

El director del museo tiene memoria, en una ciudad que en un siglo ha cambiado siete veces de “país”: desde 1914 ha pasado por el Imperio Austrohúngaro, Ucrania Occidental, la Segunda República polaca, la Unión Soviética, la ocupación nazi y de nuevo la URSS después de la guerra, hasta la independencia de la actual Ucrania, en 1991.  

Las estatuas del centro de la ciudad, reconocida como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la Unesco, han sido cuidadosamente envueltas con espuma y cinta americana. Y a pocos metros del museo, el personal de la Galería Nacional –ahora reconvertida en centro de distribución de ayuda humanitaria– se apresura a traer los cuadros a un lugar seguro.

El edificio del Museo Etnológico fue construido en 1887 para acoger un banco. Con los pocos medios de que disponen, los trabajadores lo han convertido en una fortificación, con sacos de tierra protegiendo las escaleras de acceso a los sótanos. Es como una postal de la Segunda Guerra Mundial. Las salas de exposiciones de la primera planta están selladas con un cable de acero y un candado. Los trabajadores hacen turnos de vigilancia día y noche, aunque no saben decir muy bien qué podrían hacer si las tropas rusas se plantaran en la puerta.

La puerta de una sala de exposiciones del Museo Etnológico, sellada.

Pavluv recuerda casi textualmente el discurso del presidente ruso, Vladímir Putin, que significó el arranque de la guerra, tres días antes de empezar la invasión, el 24 de febrero. “Es difícil prever las decisiones de un maníaco, pero quedó muy claro que ha creado el paradigma de que Ucrania como nación no existe, y constantemente bombardea con esta idea la opinión pública rusa”. “Nos quiere destruir como nación y por eso tiene que borrar nuestro pasado, que se conserva en los museos: el patrimonio cultural e histórico ucraniano es claramente un objetivo de guerra”, dice con la voz temblorosa el director del museo, mientras da instrucciones a los trabajadores que continúan ataando las planchas de hierro a las rejas de las ventanas. “Putin ni siquiera escucha a los historiadores rusos, que acreditan que cuando Kiev era la capital de la antigua Rusia Moscú no existía”.

Cuadros quemados

El martes la ofensiva rusa destruyó 25 cuadros de la célebre artista ucraniana Maria Primachenko conservados en el museo de Ivankiv, un pueblo a 30 kilómetros al norte de la capital, Kiev. La información no se ha podido verificar, pero las imágenes de satélite muestran que el museo ha quedado arrasado. El académico tiene muy claro que la invasión rusa responde también a un objetivo interno: “El sistema de gobierno ruso tiene una estructura decimonónica y el hecho de que Ucrania haya empezado un proceso de desarrollo democrático es un ejemplo muy peligroso para él. Nuestra democracia amenaza toda la arquitectura del régimen ruso y no quieren permitir que salgamos de esta”.

Los ucranianos se resisten a ser borrados.

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