Visto para sentencia el juicio por la muerte de George Floyd
El jurado quedará aislado hasta alcanzar un veredicto sobre la acción del ex policía Derek Chauvin
WashingtonEn su alegato final, el fiscal Steve Schleicher subrayó que el juicio que se está celebrando en Mineápolis es contra Derek Chauvin, “no contra la policía”. Es más, trató de aclarar que, en su opinión, el de policía es un “oficio noble”. Una nobleza que Chauvin habría traicionado el 25 de mayo del año pasado cuando mantuvo su rodilla presionada contra el cuello de George Floyd durante nueve minutos y veintinueve segundos sin que el afroamericano, esposado, supusiera una amenaza para su integridad. Rodilla que siguió en el cuello más de dos minutos después de que otro agente le indicara a Chauvin que Floyd carecía de pulso. Su obligación, según Schleicher, era haberle realizado prácticas de reanimación.
El matiz del argumento del fiscal no es inocente. La división política del país es también una división sobre cómo se percibe a la policía, entre quienes reclaman una reforma integral de la institución (e incluso, en algunos casos, la reducción drástica de su financiación) y quienes perciben cualquier crítica como un ataque radical contra la ley y el orden procedente de la extrema izquierda, argumento habitualmente de los republicanos y que el ex-presidente Donald Trump trató de utilizar en su favor durante la campaña electoral. Con independencia de la intencionalidad de las palabras del fiscal, la realidad es que en Mineápolis discurren varios juicios en paralelo.
El que afecta a la suerte del ex-policía Derek Chauvin quedó ayer visto para sentencia. Los doce miembros del jurado deberán decidir por unanimidad si el ex-agente es culpable de alguno de los tres cargos de los que se le acusa: asesinato en segundo y tercer grado y homicidio en segundo grado. El primero podría llevar a Chauvin a prisión por un máximo de 40 años, el segundo por 25 y el tercero, 10. Para condenarlo del cargo más grave no es necesario probar que hubiera intencionalidad o no por parte del acusado, pero requiere darse por probado que Chauvin causó la muerte de Floyd.
Mientras los testigos de la acusación han coincidido en señalar que murió asfixiado por el peso de la rodilla de Chauvin, la defensa, liderada por el abogado Eric Nelson, ha buscado crear al menos una duda razonable y ha insistido en apuntar a su adicción a las drogas y problemas coronarios como posible causa de su fallecimiento. Incluso, como apuntó ayer Nelson a partir del testimonio de uno de sus testigos, que el monóxido de carbono emitido por el coche policial puso contribuir a su muerte. Solo necesita sembrar la duda en un miembro del jurado para lograr la exculpación de su cliente. En el alegato final, Nelson defendió que Derek Chauvin siguió al pie de la regla el reglamento de la policía de Mineápolis y que sus decisiones fueron propias de “un policía razonable”.
Los doce integrantes del jurado quedarán aislados en un hotel hasta que alcancen el veredicto. Una decisión que no considere la acción de Chauvin como asesinato será percibida como una injusticia tanto por la familia del fallecido como para quienes desde su muerte han salido repetidamente a las calles de todo el país para protestar contra la violencia policial y el racismo institucional. En Mineápolis la espera es tensa. A partir del miércoles, las escuelas públicas de la ciudad ofrecerán sus clases exclusivamente a través de internet, por temor a la reacción cuando se conozca la sentencia. Una espera más tensa si cabe desde hace unos días por las protestas por la muerte la semana pasada de otro afroamericano, Daunte Wright, a manos de la policía en las afueras de Mineápolis. En ese caso, el argumento fue que la autora del disparo, Kim Potter, confundió la pistola con la Taser, que le hubiera permitido paralizarlo con una descarga eléctrica. Tanto Potter como Chauvin son blancos.
La esperanza de los movimientos de lucha por los derechos civiles, como Black Lives Matter, es que el juicio contra Derek Chauvin no se limite a ser un proceso contra el acusado sino el punto de inflexión para el ejercicio policial en Estados Unidos. Según un estudio del New York Times, desde que el 29 de marzo comenzaran las comparecencias de testigos, al menos 64 personas han muerto en el país en encuentros con la policía. Hasta el pasado sábado la media era de tres fallecidos diarios. Y según una base de datos del Washington Post, desde 2015 ha habido más de 5.000 muertos en tiroteos policiales. Solo el año pasado fueron casi un millar, con los afroamericanos afectados de forma desproporcionada. Siendo solo un 13% de la población, el riesgo de morir en encuentros con la policía es el doble que en el caso de la población blanca.